Conner Rush tiene TID, y tiene que enfrentarse a lidiar con ello en medio de un Apocalipsis donde los muertos caminan. Su vida se llena de esperanza cuando se une a un grupo de desconocidos donde la persona que le dará razones para vivir se encuentr...
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LA EMBOSCADA.
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La noche era preciosa, las estrellas brillaron a través de la niebla y a pesar de que era el fin del mundo, todavía podían escucharse los grillos cantar entre la oscuridad del bosque. Lo único que arruinaba aquella noche era el hecho de que estaban en medio de una emboscada y en un par de horas asesinarían a hombres mientras dormían.
— Señor, Dixon.
— Jodete, ¿es en serio?
— ¿No pudo Conner enviar al loquito?
Daryl suspiró, pasándose una mano por el cabello.
La situación le va a provocar jaqueca, ¿por qué Conner tenía que asustarse justo en ese momento tan importante? Y peor aún, mandar a Lucca en lugar de Adam o incluso el desquiciado de Joel.
— Daryl — le llamó Rick, sus ojos demostraron lo cabreado que estaba empezando a ponerse. No había tiempo de que Lucca regresara a Alexandria y todos en el grupo tenían bien en claro que era como llevar un niño a la guerra –, ¿puedes hacerte cargo?
— ¿Tengo otra opción?
Rick dio asentimiento y se volteó para repasar el plan otra vez, quitando a Conner de su bina.
— Señor Dixon.
Ignoró la risa de Abraham y se dio la vuelta para mirar a Conner, no, a Lucca, que había aferrado un puño a su chaleco.
Daryl no disimuló.
Si las miradas matarán...
— ¿Qué?
Pero Lucca no percibió su mal humor y se pegó al cuerpo del rastreador, le estaban temblando las manos.
— Yo nunca... he tenido que hacerlo.
— ¿Hacer qué? — preguntó, haciéndose el tonto.
— Ya sabes... — Lucca bajó la voz y se acercó aún más a Daryl para susurrar: — matar a alguien.