Conner Rush tiene TID, y tiene que enfrentarse a lidiar con ello en medio de un Apocalipsis donde los muertos caminan. Su vida se llena de esperanza cuando se une a un grupo de desconocidos donde la persona que le dará razones para vivir se encuentr...
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JOEL
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Conner Rush cambió en distintos aspectos cuando Tyler Harrison entró a su vida.
La primera vez que se vieron no sintió más que desprecio, mientras que Tyler cayó flechado al instante. Trató de evitarlo lo más que se pudo siendo su paciente especial y el otro, esperanzado, lo vigiló constantemente, salvándole la vida durante esas noches en que deseó suicidarse. Se quedó ahí, soportando a las otras identidades incluso cuando solo recibió amenazas y, su perseverancia y muestra de apoyo a Conner que estaba solo, funcionó, logró conquistarlo.
Conner se entregó. Vivir junto a una persona a quien deseabas proteger era una razón para aceptarse a sí mismo. Hasta que todo se arruinó ese día.
Tyler siempre lo protegió, pero él nunca pudo protegerlo. Él había jalado el gatillo.
— ¿Listo? — le llamó la ronca voz.
Parpadeó, sintiéndose abrumado.
Su madre, Tyler y cualquiera que le conociera sabría que no quiso hacerlo. No quiso jalar del gatillo.
— Sí — murmuró.
El motor de la moto se encendió. Su cuerpo tembló y la brisa le golpeó las mejillas, ensuciándolas de tierra en su paso. Aferró las manos a la chaqueta de Daryl, sujetado a su espalda, mientras su propia cazadora café chocolate se meneaba hacia atrás por la repentina ráfaga de aire.
El recuerdo le golpeó la memoria. Una pradera, una moto y Tyler sobre ella, incitándolo a pasear, mientras se aferraba a su cintura y recargaba el mentón en el hombro.
Era tan débil como tú.
Hubo un pitido en sus oídos. Conner pegó la frente en la espalda del conductor de la moto, mientras la puerta era abierta.
— ¿Me enseñarás a conducir una más tarde? — preguntó, evadiendo la voz de Joel que intentaba provocarlo.
