Bianca es una jovem estudiante de periodismo de 22 años que sueña en convertirse en una gran y reconocida periodista, viajar por el mundo y conocer un amor que la haga vibrar.
Lo que ella no imagina que en una de esas tardes de caminatas por Centra...
No sé cuántas veces me he visto al espejo en menos de una hora. Pedro ya había organizado ese almuerzo en su casa con algunas personas, todo con el propósito de ayudarme con mi trabajo. ¿Existe algo más tierno que eso? Nunca nadie me había dado tanta importancia, y no quiero parecer incapaz de lidiar con las cosas buenas; a veces me asustan.
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Mi teléfono sonó y pensé que era él para avisar que ya estaba aquí. Era Viana
—¿Bia, querida, cómo estás?
—Uffa, sobreviviendo a la universidad, para qué te miento —suspiré cansada y ella rió levemente.
—Cuando seas la mejor periodista del mundo, lo agradecerás.
—Más te vale que lo sea, te gusta engañarme para que no desista —reímos juntas.
—¿Sigues saliendo con Pedro? —preguntó curiosa.
—Sí, está aquí en la ciudad ahora, de hecho me está ayudando con mi investigación. Ha organizado un almuerzo con algunos amigos periodistas para ayudarme; vendrá por mí en una hora.
—Parece que le gustas —dijo con una voz alegre.
—Apenas somos amigos, los amigos se ayudan, ¿no?
—¿Y a ti te gusta él?
—Me cae bien, es simpático.
—Bianca, no fue eso lo que te pregunté. Sé sincera, ¿te gusta él?
—¿No se nota? Pero no creo que él quiera algo con una niña de 22 años.
—Bianca, tú no eres una niña, eres una mujer muy bonita, independiente, inteligente, educada y con buenos valores. Además, me parece que él también siente algo por ti. Organizar un almuerzo con periodistas solo para ayudarte en tu proyecto ya dice mucho, ¿o no lo quieres ver?
—No quiero hacerme ilusiones, prefiero vivir un día a la vez. Hay muchas cosas por aprender y ver aún.
—Tienes razón, querida, tiempo al tiempo. Pero estoy muy feliz por ti, ojalá pongas un chileno más en la familia —su tono divertido me hizo reír.
