Bianca es una jovem estudiante de periodismo de 22 años que sueña en convertirse en una gran y reconocida periodista, viajar por el mundo y conocer un amor que la haga vibrar.
Lo que ella no imagina que en una de esas tardes de caminatas por Centra...
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Volvimos al hotel para prepararnos para la cena. Llegando a la habitación, me fui al baño, me miré en el espejo, decidiendo qué ponerme. Quería algo especial, algo que no solo impresionara a Pedro, sino que también aumentara la tensión que habíamos estado cultivando durante todo el día. Opté por un vestido rojo, ajustado y elegante, que se ceñía a mi figura de manera perfecta. Era lo suficientemente corto para ser provocativo, pero con un aire de sofisticación. Me solté el cabello, dejando que cayera en suaves ondas sobre mis hombros, y me apliqué un toque de perfume en los puntos estratégicos.
Cuando salí del baño, Pedro estaba esperando. Al verme, sus ojos se oscurecieron con deseo y se levantó, acercándose lentamente.
— Wow, estás hermosa — dijo con una voz ronca y suave en cuanto me observaba de arriba a abajo
— Gracias—respondí con una sonrisa — tu también te ves muy bien—dije acercándome a él y dándole un beso en la mejilla
Pedro llevaba una camisa blanca ajustada que resaltaba su sexy figura y unos pantalones oscuros que lo hacían lucir irresistiblemente atractivo. Nos acercamos el uno al otro, y por un momento, pensé que no íbamos a salir de la habitación.
— ¿Estas seguro de que quieres ir a cenar?—mis manos bajaron por su espalda— es que cada minuto que pasa se me hace más difícil— mi voz era suave y susurrante no me iba a cansar de provocarlo
Pedro cerró los ojos por un instante
— Solo falta la cena linda, después soy todo tuyo ten paciencia—me beso y tomo mi mano con suavidad — ahora vamos necesitamos comer para tener energías— sonrió con malícia.
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La cena transcurría en un ambiente cálido y relajado. La vista del mar iluminado por la luna y las velas que adornaban nuestra mesa hacían que todo pareciera sacado de un sueño. Pedro y yo estábamos en nuestro pequeño mundo, compartiendo risas y confidencias. Nunca imaginé vivir algo así; parecía tan irreal y a la vez tan genuino que tenía miedo de despertar y descubrir que todo era un sueño.
