Bianca es una jovem estudiante de periodismo de 22 años que sueña en convertirse en una gran y reconocida periodista, viajar por el mundo y conocer un amor que la haga vibrar.
Lo que ella no imagina que en una de esas tardes de caminatas por Centra...
No puedo mirar en el fondo de tus ojos Y ver las cosas que me dejan en el aire Me dejan en el aire Las distintas fases, estaciones Que me llevan con el viento Y el pensamiento muy lento Otra vez, tuve que huir, tuve que correr Para no entregarme a la locura Que me llevan a ti, me hacen olvidar Que no puedo llorar Mira bien en el fondo de mis ojos Y siente la emoción que nacerá Cuando me miras El universo conspira a nuestro favor La consecuencia del destino es el amor Para siempre te voy a querer Pero tal vez no lo entiendas Esta cosa de hacer creer al mundo Que mi amor no será pasajero Te amaré de enero a enero Hasta que se acabe el mundo Pero tal vez no lo entiendas Esta cosa de hacer creer al mundo Que mi amor no será pasajero Te amaré de enero a enero Hasta que se acabe el mundo
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Era sábado nuevamente. Mi semana había sido una pesadilla, sin tiempo para nada. Solo hablaba con Pedro por las noches. Había sido la semana de entregar el trabajo sobre periodismo y, gracias a Pedro, lo había terminado antes de tiempo. Tenía tantas ganas de verlo. Desde aquel beso en su auto, no podía dejar de pensar en él ni un solo instante. Sin embargo, las probabilidades de vernos seguido eran muy bajas. Él tenía sus compromisos y su trabajo, que le ocupaban mucho tiempo, y yo con la universidad tampoco disponía de mucho tiempo libre. Por eso, traté de no hacerme ilusiones ni expectativas. Nunca quise una relación a distancia, y no sé si mi salud mental aguantaría tanto.
Eran poco más de las diez de la mañana. Me había preparado un café y unas tostadas. Vivir sola siempre había sido mi sueño, pero últimamente se estaba volviendo algo triste. Echaba de menos mi casa, mi madre, mis hermanos, mi ciudad y todo lo que había dejado atrás. Llevaba un año sin verlos.
Aquí tenía a papá y a Viana, aunque también estaban lejos. Y, por supuesto, a Samantha, quien últimamente andaba desaparecida; al parecer, tenía un novio nuevo y, como era de esperarse, mi amiga se había transformado en conejo.
Estaba tratando de leer un libro cuando mi celular comenzó a sonar. Parecía magia: era mi madre, como si hubiera leído mis pensamientos.
—¿Ma, estás bien? —pregunté.
—Sí, mi niña. ¿Y tú? ¿Cómo te fue entregando tu trabajo en la universidad?
—Fue bien. Ahora toca esperar las notas.
—Sabes que siempre he confiado en ti. Estoy segura de que te irá excelente.
Me reconfortaba escuchar su voz, pero al mismo tiempo me llenaba de nostalgia.
—Gracias, ma. Te extraño mucho. ¿Cómo están todos?
