Prólogo

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Alicent Hightower, su amada pequeña Omega, continuó volviéndose cada día más hermosa, su rostro joven y su piel suave y clara. Su cuerpo se había vuelto aún más curvilíneo, sus caderas y senos más redondos, su vientre suave y lleno de nueva vida, ya que actualmente estaba embarazada de otro par de gemelos y todos sus hijos se preocupaban por ella sin cesar, especialmente los Alfas.

Ella era la Reina perfecta, su pueblo la amaba y adoraba, el Reino prosperó, la gente estaba más feliz y más contenta, y todo fue gracias a su pequeño y preciosa omega que siempre supo cómo hacerlo feliz.

Viserys I Targaryen sonrió y tarareó, sus labios presionando besos en el cuello de la omega, y retumbó, sus ojos morados oscuros e intensos mientras respiraba su dulce aroma a leche y miel.

— Te amo, pequeña
— Como yo te amo, mi Rey

Viserys se rió entre dientes y mordisqueó el cuello de su esposa, sus dedos acariciaron y pellizcaron sus rígidos y rosados ​​pezones, y su pequeña omega maulló, sus caderas se arquearon y empujaron contra él.

— Viserys, por favor... te necesito...
— Silencio, mi dulce pequeña. Yo cuidaré de ti

Y él hizo.

Una y otra vez.

Como lo haría para siempre.

Pero como él Rey Viserys I Targaryen y una simple nodriza Alicent Hightower se enamoraron tan perdidamente uno del otro.

La Nodriza De la Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora