🔸Cap. 31

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Las noticias seguían pasando y aún era incómodo para el pelinegro, Saint se había acomodado sentándose en el regazo de Perth mientras este rodeaba su cintura con las manos y mantenía el mentón en su hombro.
 
El pelinegro cambió el canal y se encontró con la misma noticia.

– ¿Otra vez?, ¿Por qué les dan tanta importancia a esos bastardos? –dijo molesto Saint– Y de verdad es patético ver a esa mujer llorar por él.

– ¿Y si yo fuera uno? –planteó besando el cuello del bailarín tratando que sonara como una broma– ¿Llorarías por mí?

– ¿Qué?, ¿Por qué dices eso?

– Vamos a tratar de entender a una mujer u hombre que llora por un mafioso, responde ¿Qué dirías si supieras que estas manos que han tocado todo tu cuerpo, y descansan cada noche en tu cintura son las mismas que apretaron el cuello de personas hasta asfixiarlas?

Saint meditó la pregunta, y una sensación extraña atravesó su cuerpo.

– ¿Qué dirías si supieras que estas manos que abrazan a tu hijo han cortado dedos y han desfigurado rostros? –seguía hablando el pelinegro en el oído del chico sobre sus piernas– ¿Qué dirías? –Saint giró un poco su rostro para mirar a Perth, este lo miró a los ojos, bajó poco a poco su mirada hasta perderse en esos hermosos labios y sin decir nada lo besó, colocando una de sus manos en el rostro del chico para prolongar el beso– Si supieras que esta boca que te besó a ti y a tu hijo tantas veces también ordenó muchas muertes y muchas cosas malas –Saint se sentó de lado para mirarlo mejor y puso sus manos en ambos hombros del pelinegro, quien siguió hablando– ¿Me odiarías?, ¿Me dejarías solo?

– No digas esas cosas, amor –besó la punta de la nariz de su novio– No es el caso, no te compares con esas basuras –regañó el bailarín.

Tanapon sonrió forzadamente.

– Responde, es una suposición.

– Hasta la suposición me da escalofríos, y si fueras un mafioso no estaría contigo.

– ¿Si no lo supieras y luego te enteras? –insistió Perth, deseando escuchar algo positivo.

– Te dejaría e incluso me odiaría a mí mismo.

Saint se puso a reír al volver a su mundo y ver que solo era una "suposición" y que talvez se tomaron muy en serio el tema.

– ¿Incluso si yo te amara y te tratara bien? –su corazón dolía al escuchar las respuestas de su amado– ¿Y tú también me amaras?

– Ya amor no hablemos de eso, vamos a la cama –pidió el bailarín– Y respondiendo a lo que dijiste, yo no podría amar a un asesino, además dudo que personas como esas puedan amar –dijo antes de levantarse de las piernas de su novio.

La angustia se instaló en el corazón de Perth.

– Puede ser que sí o talvez no –susurró el mafioso – ¿Y si Perth Tanapon el empresario amargado de traje te dice que te ama?

Saint sonrió para después besar los labios de Perth, sus favoritos. Saint estaba muy enamorado Perth, era el hombre más puro y amoroso con el que había estado.

El bailarín con sumo cansancio iba a dirigirse a la habitación pero una mano lo detuvo.

– Saint.. –le había tomado de la muñeca, y lo miraba a los ojos.

– ¿Qué pasó, amor?

– No me dejes de amar –pidió, se levantó del sofá y abrazó con fuerza a Saint, quien recibió el abrazo con total ternura– Por favor, quédate a mi lado.

– Te amo mucho ¿Crees que te dejaría ir, Sr. Tanapon?

El mafioso tenía ganas de llorar, otra vez las lágrimas se acumularon en sus ojos, Saint lo odiaba.

– ¿Qué pasa? –preguntó al escuchar un leve sollozo.

– Nada, también te amo –susurró el pelinegro levantando su rostro, besó al instante a Saint para que no se diera cuenta que quería llorar– Te amo –dijo al separase, para después tomar de la mano a su amado e ir juntos a su habitación. 




•|•|•

La luz de la luna debido a la ventana abierta alumbraba la habitación, todo estaba en silencio, solo se podían escuchar las respiraciones tranquilas de Chris y Saint; Tanapon estaba pensativo, aún lloraba en silencio, él no quería que el amor de su vida lo odiara, no quería eso y mucho menos que Chris lo dejara de querer, no quería dejar de ser el héroe de aquel pequeño niño.

Se levantó de la cama y se asomó a la ventana, vio a sus hombres de turno haciendo guardia, se limpió las lágrimas, sin pensarlo mucho sacó su arma que estaba bien guardada, encendió la lámpara de noche y sentó en la cama con mucho cuidado.

– Te amo demasiado.. –susurró, buscó el silenciador de su arma y lo colocó– Y eso es muy peligroso, cualquiera que sepa que te amo de esta forma me va hacer pedazos –acarició el cabello de Saint para luego apuntar el arma a la cabeza del chico dormido en su cama y cerró sus ojos, quitó el seguro lentamente y su mano tembló; él ya había matado a alguien importante antes, pensaba que podría hacerlo otra vez, después de todo era "un bastardo que no sentía", si lo hacía se quitaría el peso de que alguien lo destrozara matándolos de manera más cruel. Negó con su cabeza, y volvió a asegurar el arma– No puedo, no puedo hacer nada para lastimarte –susurró sintiéndose cobarde, inútil y estúpido.

Sentía tantas cosas que no podía controlar, Saint y Chris lo hicieron aún más débil desde su punto de vista, caminó derrotado y guardó su arma. Luego de un buen rato mirando a la nada desde la ventana mientras fumaba un cigarrillo volvió a la cama, metiéndose bajo las sábanas junto a Saint y lo abrazó por la espalda como todas las noches.

– Me vas a destruir cuando me digas que me odias –susurró con tristeza, mientras depositaba un suave beso en el hombro desnudo de Saint.






El Mafioso Y El Stripper [Adapt./PinSon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora