Cap. 8

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El peso al costado de Candy, la perra de sus abuelos, hizo despertar a Olivia. Estiró un brazo para que la perra pueda acomodarse a su lado, y se dispuso a dormir unos minutos más junto con ella.

Luego, se levantó con pereza de la cama y se dirigió al baño para darse una ducha. Sus pensamientos aún llenos de la emoción del día anterior. Recordó el beso de Zayn y el inesperado mensaje de Niall. Sus emociones estaban divididas, pero una cosa era segura: sus vacaciones en Bibury estaba resultando ser más especial de lo que había imaginado.

Al salir de la ducha, se colocó un short de jean y una playera de color blanco que le dejaba descubierto un hombro.

Después de un rápido desayuno con su hermano Harry y los demás, el grupo se reunió para dirigirse a la vieja casa del árbol. El camino que tomaron estaba bordeado de altos robles y pinos, sus ramas formando un dosel verde sobre ellos. Olivia sentía cada paso como un viaje hacia su infancia, con recuerdos surgiendo a cada paso.

Finalmente, llegaron a un claro donde la casa del árbol se erguía majestuosa, como un guardián de sus secretos pasados. La construcción de madera, aunque desgastada por el tiempo, aún mantenía su encanto. La estructura principal estaba apoyada entre las ramas más gruesas de un roble centenario, con escaleras de cuerda que colgaban hasta el suelo. Ventanas pequeñas, cubiertas de enredaderas, asomaban entre las hojas, dándole un aire de misterio y aventura.

—Wow, se ve igual que la última vez que estuvimos aquí —dijo Harry, con una sonrisa nostálgica.

Olivia tocó la madera de la base del árbol, sintiendo la textura rugosa bajo sus dedos. Podía verse a sí misma y a los chicos trepando por las escaleras de cuerda, riendo y planeando sus aventuras infantiles.

—¿Recuerdas cuando escondimos la caja del tesoro aquí? —preguntó Liam, sacando una linterna de su mochila—. Creo que nunca la encontramos.

—¡Oh, sí! —rió Harry—. Estoy seguro de que está en alguna parte. Vamos a buscarla.

Subieron por las escaleras de cuerda, uno a uno, hasta llegar al pequeño porche de la casa del árbol. El interior era sencillo pero acogedor, con un par de cojines viejos esparcidos por el suelo de madera y una pequeña mesa en el centro. Las paredes estaban decoradas con dibujos y notas que habían dejado cuando eran niños, cada una contando una historia diferente.

Olivia recorrió el interior con la mirada, sus dedos rozando las marcas y dibujos que habían dejado. Recordaba las tardes de verano que pasaban aquí, contando historias de fantasmas, planeando exploraciones y compartiendo sueños sobre el futuro.

—Miren esto —dijo Zayn, señalando una esquina donde había una inscripción tallada en la madera—. "Amigos por siempre, 2002".

—¡Lo hicimos todos juntos! —exclamó Louis—. Vaya, parece que fue ayer.

Olivia sonrió, sintiendo una mezcla de nostalgia y felicidad. Este lugar estaba lleno de recuerdos preciosos, y estar aquí de nuevo, con todos ellos, la hacía sentir como si el tiempo no hubiera pasado.

—¿Qué tal si intentamos encontrar la caja del tesoro? —sugirió Harry, con un brillo travieso en los ojos.

Se pusieron manos a la obra, buscando en todos los rincones de la casa del árbol. Olivia se arrodilló junto a una de las paredes y comenzó a rebuscar en una de las esquinas. De repente, sus dedos tocaron algo duro y rectangular.

—¡La encontré! —exclamó, sacando una caja de madera pequeña y polvorienta.

Todos se reunieron a su alrededor mientras Olivia levantaba la tapa. Dentro, encontraron una colección de pequeños tesoros: monedas antiguas, figuritas de plástico y una pila de cartas infantiles.

Ojos Color Cielo. [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora