El día comenzó con un dolor de cabeza insoportable; la resaca parecía estar diciendo buenos días de la manera más cruel. Olivia arrastró los pies hasta el baño, sus ojos entrecerrados por la luz intensa que se filtraba por la ventana. A cada paso, recordaba momentos de la noche anterior: las risas, las torpezas, y esa extraña conversación con Jake que ahora se sentía como un eco en su mente.
Luego de una ducha revitalizante, sintió cómo el agua caliente comenzaba a despejar la neblina en su cabeza. Se permitió disfrutar de unos minutos bajo el chorro, sintiendo cómo cada gota la despertaba un poco más. Al salir, se secó rápidamente, vistiendo un conjunto cómodo de pantalones de chándal y una camiseta amplia que le proporcionaba el abrigo que necesitaba para enfrentar el día.
Con un ligero temblor de ansiedad por lo que podría encontrar en el desayuno, Olivia se dirigió a la cocina. Abrió el grifo y dejó que el agua fría fluyera en su vaso, sintiendo la frescura al tocar sus labios. Pero al tomar el primer sorbo, se dio cuenta de lo deshidratada que realmente estaba. El agua se sentía como un bálsamo en su garganta, y por un momento se concentró en el simple placer de hidratarse, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a agradecerle el gesto.
Mientras se apoyaba en la encimera, su mente se llenó de pensamientos sobre la noche anterior. Rió para sí misma al recordar la locura de la banda y sus intentos de cambiar de instrumentos, así como las bromas de Sam sobre cómo ella parecía una niña con una guitarra gigante.
A medida que la resaca comenzaba a ceder un poco, también lo hacía su confusión sobre lo que había pasado con Jake. —Fue solo un momento tonto— pensó, sacudiendo la cabeza y decidiendo que no valía la pena complicarse. Después de todo, la noche había sido divertida y solo un par de tonterías más en su vida.
Con ese pensamiento en mente, Olivia sintió que podía enfrentar el día. —Solo es un mal día— se dijo, riéndose de sí misma, —y mañana será mejor. Con renovada determinación, se dirigió al comedor, lista para afrontar lo que fuera que viniera, incluso si eso significaba tener que lidiar con los chistes sobre su estado.
Y, efectivamente, los chistes no tardaron en llegar. Al entrar al comedor, Olivia se encontró con Gemma y su padrastro, quienes estaban sentados en la mesa, disfrutando de un desayuno ligero. Apenas vieron a Olivia, estallaron en carcajadas.
—¡Mira quién llegó!— bromeó Gemma, con una sonrisa traviesa en el rostro. —Si mamá te ve así, ¡te va a castigar de por vida!
Su padrastro asintió, riéndose. —Te dirá que no puedes salir de tu habitación durante un mes. Esas son las consecuencias de pasarse la noche de fiesta, ¿no?
Olivia no pudo evitar sonreír ante sus comentarios, aunque su rostro aún llevaba un ligero rubor. —Oh, vamos, no fue tan horrible— respondió, tratando de defenderse. —Solo fue una noche divertida, nada más.
—¿Divertida? —Gemma levantó una ceja, jugueteando con su tostada. —¿De verdad crees que las risas de los demás son solo un producto de tu diversión? Te vimos tambalearte hacia la puerta.
Olivia se pasó una mano por el cabello, sonriendo con resignación. —Está bien, lo admito, podría haberme excedido un poco. Pero, ¡hey! Aprendí a tocar la guitarra, y eso cuenta, ¿no?
Su padrastro soltó otra risa. —Tal vez deberías dejar la guitarra para el próximo ensayo, al menos hasta que estés completamente recuperada.
—¡Es que no pueden dejar de burlarse de mí!— exclamó Olivia, riendo con ellos. Aunque el dolor de cabeza persistía, se sentía más ligera al compartir el momento con su familia.
Gemma se inclinó hacia ella, con una sonrisa pícara. —No te preocupes, seré tu abogada en este caso. Pero en cuanto mamá llegue, ¡tendrás que darme algo a cambio para que mantenga la boca cerrada!
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Ojos Color Cielo. [Niall Horan]
FanfictionDespués de diez años, Olivia se reencontró con esos ojos color cielo que había creído olvidar. Olivia Styles, de dieciséis años, regresa al pintoresco pueblo de Bibury y se reencuentra con sus amigos de la infancia y su primer amor, Niall. Juntos, r...