9#Corazones Enfrentados.

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Narrador omnisciente:

Al día siguiente

-La noche fue muy larga y angustiosa para las hermanas Lunargentum. Se sentían heridas, confundidas, y anhelaban respuestas, pero tendrían que esperar hasta que anocheciera. Mientras tanto, las niñas hicieron sus deberes matutinos y ayudaron a su manada en lo que podían. Sin embargo, su característica alegría y esa chispa llena de entusiasmo por un nuevo día, que siempre las había caracterizado desde que eran unas cachorritas de tres años, parecían extinguidas. Sus padres, al verlas en ese estado, se preocuparon:

Eira: Mis cachorras, ¿qué les pasa hoy? ¿Están enfermas? ¿Les duele algo?-Cuestionó con preocupación, su aroma a frutos rojos delatando su inquietud.

Yayoi: Tranquila, mami, estamos bien. No te preocupes-Respondió forzando una sonrisa, aunque su mirada delataba su desasosiego.

Hakon: ¿Están seguras? ¿No les pasó nada?-Insistió, el aroma a madera de su presencia intensificándose en la habitación.

Yukari: Sí, estamos seguras, padre. No nos pasó nada-Mintió, tratando de mantener una sonrisa en su rostro, pero el brillo en sus ojos no podía ocultar la tormenta que se avecinaba en su interior.

Eira: No me engañen, están diferentes hoy. Ni siquiera salieron al amanecer a explorar como siempre hacen y hoy, hicieron sus deberes, algo que normalmente hacen tras regresar de sus aventuras-Señaló, con un tono de preocupación que se hacía cada vez más evidente.

-Las hermanas Lunargentum se miraron entre sí, comunicándose en silencio. Sabían que la verdad no era una opción; no podían compartir su confusión y temor con sus padres:

Flor: Lo que pasa, madre, es que ayer nos quedamos despiertas hasta tarde, y hoy nos levantamos un poco cansadas para ir a explorar. Así que solo estuvimos ayudando a la manada mientras ustedes estaban en una reunión con el consejo-Dijo, eligiendo cuidadosamente sus palabras. Sabía que nunca habían evitado una noche en vela para el día siguiente irse a explorar, pero lo que sucedió la noche anterior fue diferente.

Maki: Sí, quédense tranquilos, padres. Eso es todo-Afirmó, apoyando a su hermana mayor, aunque el nudo en su garganta era evidente.

Eira: Está bien, mis cachorritas, pero si les pasa algo, saben que su padre y yo siempre estaremos aquí para escucharlas, sin importar cuán ocupados estemos con la manada-Recordó, su voz llena de cariño y preocupación.

Wendy: Sí, mami. Lo sabemos. Ahora nos vamos; todavía tenemos que ayudar a algunos miembros de la manada-Contestó, buscando una excusa para salir de la conversación.

Hakon: Bueno, está bien, vayan-Dijo con un suspiro, sintiendo que había algo más bajo la superficie.

Las niñas: Adiós, padre, madre-Se despidieron rápidamente antes de salir de su cabaña.

-Las hermanas se pasaron el día ayudando a cada miembro de la manada que lo necesitara, intentando no quedarse quietas para que sus padres no sospecharan. Volvieron a la cabaña cuando el atardecer estaba casi en su fin:

Yayoi: Mami, papá, nosotras nos vemos a acostar temprano; estamos cansadas-Anunció apenas entraron.

Eira: ¿No van a comer después de estar todo el día de aquí para allá?-Cuestionó, manteniendo la mirada sobre ellas.

Yoshiko: Lo siento, madre, pero no. Queremos descansar para mañana salir a explorar. Te prometemos que encontraremos algo para desayunar en nuestro camino-Respondió, tratando de tranquilizarla.

Hakon: Más vale, jovencita, que hagan lo que prometieron. Ahora pueden irse a acostar, se les nota cansadas-Contestó, analizando a sus hijas con preocupación.

Los Tesoros Del Norte. (Capitán Tsubasa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora