Capítulo 36 C.E

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-Bueno, querido, resulta que todo es un proyecto que lleva años haciéndose -afirmó.

¿Un proyecto?

-Ese sujeto que te atacó con el agua del pozo, trabajaba para un tal "Raymond", pero había hecho un contrato conmigo antes, así que supe exactamente lo que pasó.

[Presto cambio]

-¿Tiene algún sentido seguir con esto? -suspiré -ninguna de estas ideas se va a concretar.

-Tenemos que mantener todo lo más normal posible -me recordó -tú mismo me lo dijiste después de que recuperaste la memoria Samael.

-La verdad es que pensé que sería más fácil así, que no dolería tanto ver cómo va hacia un camino sin salida -lágrimas ya habían empezado a salir de mis ojos -pensé que esto era una buena idea, que estaríamos juntos eternamente, pero solo resultó en un ciclo de tortura sin final.

-¿Qué opina Charlie de todo esto? -me miró seria.

-Que debería dejarlo ir, todos piensan eso -acepté -pero realmente no puedo vivir sin... Este lugar me ha permitido verle.

-No vas a volver a hacerlo, ¿Verdad? -me miró preocupada -¿No han sido 12 veces más que suficientes?

Tiene razón, a la próxima que quiera verle no vendré a aquí, iré hasta él.

Hasta entonces disfrutaré todo lo que pueda.

[Presto cambio]

-Te digo que papá no está bien -afirmé por teléfono.

-¿Quién lo estaría? Ya han sido años, pero sigue siendo  igual de doloroso -afirmó mi hermano.

-No lo entiendes... -me interrumpió.

-Sé que debe parar, yo también se lo dije y se lo digo todo el tiempo cuando lo veo -aclaró -pero debe ser tentador, ¿Lo puedes culpar?

-¿Qué diferencia habría con el consumo de drogas? -hubo un silencio -las dos cosas te llevan a un viaje mental del que sales cada vez peor, es adictivo, pero por lo mismo debes ser firme al rechazarlo.

-Ya tiene 67 años, puede hacer lo que se le dé la gana -aclaró -no podemos ayudar a alguien que no quiere ayudarse a sí mismo.

-Pero es nuestro papá -reclamé.

-Con mayor razón debemos dejarlo en paz -suspiró -no podemos hacer más que aconsejarle, pero el camino que quiera tomar siempre ha sido y será su decisión. Yo también encuentro que solo un idiota sin neuronas o amor propio haría algo así, pero como tú dijiste, la gente consume drogas, se emborracha y fuma por muy inepto que sea. Nuestro padre tomó una cuarta opción.

-Es inútil hablar contigo cuando te pones así, suenas igual que papá -comenté molesta.

-Bien, entonces te dejo, tengo que ganarme el premio Nobel -declaró.

-Ni siquiera creo que alguien quiera ponerse una vacuna así -mencioné para molestarlo, aunque realmente no confiaría  en que llegue a ser popular.

¿Quién quisiera que te diera tanto asco el simple olor a drogas, alcohol y nicotina como para vomitar al estar cerca?

También está el hecho en que todas las grandes industrias de este tipo lo van a detestar.

Dejando eso de lado, solo espero que papá haga lo correcto.

[Presto cambio]

Gracias a la conversación con Camilla me sentía más tranquilo. Ya no le iba a prestar atención al "cuánto", sino al disfrutar lo que quede.

Camino a encontrarme con mi pareja de vida paré unos instantes a oler unas flores que "luchaban" por existir.

La flora y fauna del infierno es muy interesante, algo que no podría existir en el reino humano.

Ya en la zona caníbal pude ver a Lionel a lo lejos, pero mi sonrisa se borró cuando noté la desesperación en sus ojos al escuchar a Alastor.

Maldito venado de cuarta.

[Presto cambio]

-¿Qué ocurre? -llamé al señor Amenadiel -¿Y Sera?

-En el infierno -eso no me lo esperaba -Dios indicó que todos debíamos ir por turnos, pero realmente solo llegará a ir ella.

-¡Esa es una gran idea! -afirmé -así podrán saber mejor cómo ayudarnos mutuamente, pero... ¿Por qué solo irá Sera Si les dijeron a todos?

-Porque ese chico nunca ha podido ser ignorante -¿De quién está hablando?

-¿Señorita Emily? -se acercó Sir Pentius.

Nadie quería convivir con él por haber estado en el infierno, así que lo comencé a llevar conmigo a todas partes.

-¿Necesita algo? -cuestioné amablemente.

-¿Sabe dónde están los productos mecánicos? -preguntó.

-¿Los qué? -le miré curiosa.

-Ya sabe, esos con los que puedes crear aviones, cañones, maquinaria en general -trató de explicarse -también necesito que traigan a mis minions, puede que sean unos huevos algo molestos, pero son mis fieles ayudantes.

-Disculpa, pero no tenemos eso aquí -comenté desconcertada -no hacen falta armas en el cielo, todos son muy buenas personas.

-¿Y cómo es que un grupo ya tiene una guillotina? -apuntó hacia la zona de los franceses -ellos pueden crear sus armas, ¿Pero yo no puedo?

¿Por qué es que alguien haría algo así aquí?

-Ni siquiera deberíamos tener madera -susurré para mí misma.

Corrí rápido al ver cómo llevaban a alguien para cortarle la cabeza, cuando toda la estructura se puso negra y desapareció ante mis ojos.

No solo la guillotina, sino que toda la zona francesa, edificios, personas, todo el cielo se empezó a poner negro por partes y a desaparecer a media caída.

-Ese chico realmente es algo distinto -se rió el arcangel.

-¡¿Qué está pasando?! -cuestioné tomándole de la camisa.

-Vamos, no es importante -hizo un gesto realmente con la mano.

-¿Voy a morir? ¿Otra vez? -Sir Pentius comenzaba a tener un ataque de pánico.

¿Quién lo culpa? Todo se estaba desmoronando frente a sus ojos.

-No te preocupes, estaremos bien, Dios seguro que nos va a salvar -traté de calmarlo, mas no tenía ninguna certeza de que ese realmente vaya a ser el caso.

Abandonó a las pobres almas del infierno después de todo, e incluso permitió el exterminio.

Lo cubrí con mis alas para evitar que vea cómo todo deja de existir y se altere más.

-¿Amenadiel? -miré hacia todos lados, pero ya no estaba.

La serpiente conmigo también empezó a teñirse de un tono negro.

-¿Qué está pasando señorita Emily? -lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos y él desapareció.

No había nadie ni nada a mi alrededor cuando mis pies, manos y alas hasta mi pecho se volvieron completamente oscuros.

¿Dónde está Sera?

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