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Una semana antes...

Ammyt estaba de rodillas en el suelo frío y duro de la sala de castigo del Clan Zenin, sus manos temblorosas sostenían un trozo de pan con moho. Cada mordisco era una mezcla de asco y desesperación, pero sabía que tenía que comer para mantener su fuerza. Su cuerpo estaba cubierto de laceraciones, 500 latigazos la habían dejado al borde del colapso. El dolor era insoportable, pero el miedo a las consecuencias para su hermanito Ryōsuke la mantenía consciente.

Naobito Zenin la observaba desde su trono con una mirada fría y desaprobadora.

- "Ammyt, esta es tu última oportunidad," dijo, su voz resonando en el silencio opresivo de la habitación. "Si vuelves a desobedecer, tu hermano Ryōsuke pagará las consecuencias de tus acciones."

A su lado, Naoya Zenin sonreía con desdén, sus ojos llenos de malicia. - "Y, por cierto," añadió Naobito, "he decidido cambiar tus planes matrimoniales. A partir de ahora, Naoya será tu prometido."

El corazón de Ammyt se hundió aún más. La idea de estar prometida a Naoya, un hombre cruel y despreciable, la llenaba de asco y desesperación. Pero sabía que no tenía elección. Sus deseos y sentimientos no importaban en el Clan Zenin.

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Una semana después...

Ammyt caminaba por los pasillos de la escuela de hechicería, sus pasos lentos y vacilantes. A pesar de las vendas en sus ojos, podía sentir las miradas curiosas y preocupadas de sus compañeros. Pero su mente estaba en otra parte, atrapada en un torbellino de dolor y miedo.

Cuando escuchó la voz de Gojo llamándola, su corazón dio un vuelco de alegría. Por un breve momento, sintió una chispa de esperanza y consuelo.

- "¡Ammyt!" exclamó Gojo, su voz llena de emoción y preocupación.

Sin embargo, esa chispa se extinguió rápidamente al recordar las palabras de Naobito y Naoya. El miedo por su hermanito Ryōsuke volvió a apoderarse de ella, y la realidad de su situación la golpeó con fuerza. No podía permitirse la debilidad, no podía permitir que nadie, ni siquiera Gojo, viera su vulnerabilidad.

Pasó de largo, ignorando a Gojo como si no lo hubiera escuchado.

- "Déjame pasar, Satoru," dijo Ammyt con una voz fría y distante, ocultando su dolor y desesperación tras una máscara de indiferencia.

Gojo, desconcertado, se puso frente a ella, intentando comprender. - "¿Qué te han hecho? ¿Por qué actúas así?"

- "Eso no te incumbe," respondió ella, esquivándolo y continuando su camino, sin atreverse a mirarlo a los ojos, aunque sus vendas los ocultaran.

Cada paso que daba era un recordatorio de su realidad, de las amenazas que pendían sobre su cabeza y la de su hermano. Aunque su corazón anhelaba acercarse a Gojo y encontrar consuelo en su presencia, sabía que no podía permitirse ese lujo. La seguridad de Ryōsuke dependía de su obediencia, y no podía arriesgarse a desobedecer de nuevo.

Mientras se alejaba, sentía las lágrimas acumulándose detrás de sus vendas, pero las contuvo con firmeza. Tenía que ser fuerte, por su hermano, y por ella misma. Aunque su alma gritara en silencio, debía mantener la fachada, debía sobrevivir a cualquier costo.

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La luz del día entraba tenuemente por las ventanas de la escuela de hechicería mientras Ammyt se preparaba para salir. Sus movimientos eran lentos y cuidadosos, aún sintiendo el dolor de las heridas infligidas por los 500 latigazos. Las vendas que cubrían su cuerpo eran un recordatorio constante de su castigo, pero ella no podía permitirse detenerse.

De repente, su teléfono sonó, y el nombre del director Yaga apareció en la pantalla. Contestó rápidamente, intentando ocultar cualquier rastro de dolor en su voz. "Hola, director."

- "Ammyt," dijo Yaga con su tono habitual, autoritario pero no sin cierta preocupación, "necesito que vengas a mi oficina. Hay una misión importante que requiere tu atención."

- "Sí, señor. Enseguida voy," respondió Ammyt, colgando el teléfono y tomando una respiración profunda. Aunque cada paso le dolía, se dirigió a la oficina de Yaga con determinación. No podía permitirse mostrar debilidad, especialmente no ante el director.

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Al llegar a la oficina, Yaga la recibió con una mirada que mezclaba severidad y comprensión.

- "Ammyt, sé que has pasado por mucho, pero esta misión no puede esperar. Tendrás que trabajar con Kento Nanami, un chamán de primer grado."

Ammyt sintió una chispa de alegría en su pecho al escuchar ese nombre. Nanami era uno de sus personajes favoritos del anime en su vida pasada, y la idea de trabajar con él le daba un poco de consuelo y emoción. Además, había algo en su seriedad y dedicación que siempre la había atraído.

- "Entiendo, director. Estoy lista para la misión," dijo, intentando sonar más segura de lo que se sentía.

Yaga asintió, notando su esfuerzo.

- "Nanami te estará esperando en la entrada principal. La misión requiere investigar una serie de desapariciones en una fábrica abandonada. Es un trabajo peligroso, pero confío en tus habilidades."

Ammyt asintió y salió de la oficina, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación.

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Caminó hacia la entrada principal, donde Nanami ya estaba esperándola. Su porte serio y profesional la tranquilizó de alguna manera, recordándole por qué siempre había admirado a este hombre.

- "Nanami-san," lo saludó, inclinando ligeramente la cabeza.

Nanami la miró con sus ojos serios pero amables.

- "Ammyt, es un placer trabajar contigo. He escuchado cosas buenas sobre tus habilidades."

Ella sonrió levemente, sintiéndose un poco más segura.

- "Gracias, Nanami-san. Estoy lista para lo que sea que nos espere."

Mientras se dirigían a la fábrica abandonada, Ammyt no podía evitar sentirse algo emocionada. A pesar del dolor físico y emocional que cargaba, la oportunidad de trabajar con Nanami le daba un propósito y una distracción necesaria. Además, sentía una conexión con él, una mezcla de respeto y admiración que la motivaba a dar lo mejor de sí misma en esta misión.

Al llegar a la fábrica, la atmósfera cambió rápidamente. La estructura vieja y oxidada exudaba una energía oscura y peligrosa. Nanami, siempre alerta, la miró y asintió, indicando que debían proceder con cautela.

- "Recuerda, Ammyt," dijo Nanami en su tono calmado y profesional, "mantente a mi lado y ten cuidado. No subestimes a los espíritus que podamos encontrar aquí."

Ammyt asintió, decidida a demostrar su valía.

-"Entendido, Nanami-san. No te defraudaré."

Juntos, se adentraron en la fábrica, listos para enfrentar los peligros que les aguardaban. A pesar de sus miedos y su dolor, Ammyt se sintió un poco más fuerte al saber que estaba junto a alguien en quien podía confiar y admirar.

...Continuara.

¡¿QUÉ HICE PARA MERECER ESTO?! - "Estoy En Jujutsu Kaisen"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora