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Después de caer y perder el conocimiento, sintió como en un segundo volvió a abrir los ojos, y para su sorpresa, se encontraba en su habitación, en su adorada casa.

—«¿Pero, que? ¿¡Qué hago en mi casa!?» —se preguntó alterado.

De repente, empezó a escuchar unas voces desde a cocina, asustándolo, debido que, una voz, se le hacía demasiado familiar.

—Veras, DogDay, no quiero que te enfades o que te moleste lo que te diga, pero, creo que no deberías preocuparte tanto por Elliot. —dijo la ursida, quien era observada por el canino. De alguna manera, este sentía que ese momento ya lo había vivido, algo realmente extraño. En ese entonces, la osa cambió su rostro algo calmado a uno nervioso, y empezó a decir de una forma rápida—. ¡No lo digo a malas! Solo que Elliot no es una gran persona, siempre nos trata mal y nos ve como unas máquinas de generar dinero, no entiendo porque te estás preocupando tanto por él ahora.

Se creó un largo silencio, en donde DogDay, podía notar la tensión y el miedo que sentía Bobby BearHug. Entonces, una voz igual, pero diferente, hablo—. ¿Sabes, Bobby? Muchas veces, dices cosas que están de más, fuera de lugar y que no son necesarias, y algunas veces no hacen ni bien, como ahora, ¿por qué dices eso?

La nombrada se quedó callada, quita como una piedra y pálida como la pared. No sabía que—. Yo...

—¿Por qué hablas sin que te lo pidan? —preguntó, dejándola sin palabras y haciendo hervir la sangre del canino—. ¿Sabes? Creo que deberías empezar a callarte, porque pueden que tus palabras puedan herir a otras personas, y me imagino que tú no quieres hacer daño a nadie, ¿verdad?

Para DogDay, la gota que derramó el vaso fue cuando Bobby, con cabeza la agachada y lágrimas en los ojos, movió la cabeza dando a entender un "sí"—. ¡Tu, cabronazo! ¿¡Qué mierda te...!?

Cuando empezó a acercarse al otro con la intención de enfrentarlo, de repente, sintió como cambió de sitio, siendo completamente reconocible para él. Estaba en un pasillo del orfanato, no entendía muy bien que hacía ahí, pero de repente, escuchó como alguien caminaba desde la cocina del orfanato y decidió acercarse a mirar.

Quien estaba ahí era Picky Piggy, quien parecía coger un trozo de pastel de la nevera y se sentó para empezar a comer. DogDay al verla, se quedó tras una puerta mirándola de reojo, y mientras que ella disfrutaba de su porción, alguien entró a la cocina desde otra puerta.

La cerdita lo notó, al ver quién era, sonrió alegremente—. ¡Anda, hola, DogDay! ¿Qué te trae por aquí?

—Nada, solo estaba caminando por el orfanato, ¿y tú? ¿Qué haces? —preguntó el otro perro.

—Bueno, me estaba comiendo este trozo de pastel que sobró del otro día, y no quería que se pudriera porque está muy rico, ¿no quieres un poco?

El canino pudo ver al su otro yo de ojos amarillos sonriendo con malicia, y entonces con miedo, se dijo—. «Por Dios, no vayas a...»

—No gracias, y también, no deberías comer tanto, no vayas a explotar un día de estos.

Tanto la cerdita y el perro se quedaron pálidos al oírlo, y cuando el joven salió de la habitación, se pudo ver en los ojos de Picky la vergüenza que sentía en ese momento, y el asco que le empezó a tener a aquel pequeño trozo de pastel. Así que se levantó de donde estaba sentada y cogió el plato con la intención de tirarlo a la basura, pero DogDay, quien se sentía culpable, intentó detenerla.

—¡Espera, Picky! ¡No le haga caso...!

Pero antes de que pudiera detenerla, el joven se tropezó con algo y terminó cayendo al suelo, y cuando se empezó levantar, se dio cuenta como ya no estaba tocando la vieja madera que tenía el suelo del orfanato, si no el césped artificial que había afuera de La Guardería.

Lo Que Los Sueños Señalan /DogDay x CatNap/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora