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Los sueños de DogDay cada vez eran mejores, ya no había más pesadillas, ni más dolor en ellos, solo paz y tranquilidad.

—Bueno Bubba, te veo esta noche en mi casa, ¡prepárate para la mejor fiesta de pijamas de la historia! —se despidió el perro de su gran amigo.

—¡Claro, tú sabes que siempre puedes contar conmigo! Pero recuerda traer mis golosinas favoritas, ya sabes que me encantan los regalices. —pidió con una gran sonrisa.

—Por eso no te preocupes, tengo algunas cosas en mi cocina que a más de uno le sorprenderá, pero bueno ya os lo enseñaré cuando estemos todos a mi casa.

Luego, ellos dos se despidieron, y el canino se quedó solo en su casa preparando algunas cosas para la quedada. Mientras que iba a la cocina, pasó por su salón, y se encontró con una imagen que le llamó la atención.

—¿Qué es esto? —cogió de la pared una fotografía en donde estaba él abrazado a otra persona, pero de alguna forma, no podía reconocerlo—. ¿Quién es él?

Sentía una fuerte conexión con aquella imagen, algo lo llamaba, era como si quisiera ver quién era esa persona. Tenía un presentimiento que aquel alguien lo conocía, un sabor a algo familiar, y desde su mente, lo empezó a buscar. Fue recuerdo tras recuerdo, intentando buscarle una forma, y por suerte daba resultado, ese amigo que no reconocía pasó de ser una mancha negra a tener una forma gatuna con un color morado, pero aún seguía borrosa.

Se siguió esforzando feliz que conseguir resultados, pero de repente, muy cerca de su oído, se escuchó una voz—. Olvidado.

Como si lo hubieran atacado, DogDay se tiró al suelo, sintiendo un gran dolor en su pecho y en su estómago, sintiendo como de su boca salía sangre. Camino en dirección al baño, en busca de que algo lo curara, y se levantó como pudo para alcanzar la estantería. Intento buscar algo, pero no había nada, solo un montón de esas pastillas amarillas que tanto mal rollo le daban. Y entonces se miró al espejo, apoyándose en el lavamanos que tenía enfrente. Se fijó en sus ojos, los cuales, de alguna manera, estaban amarillos, un amarillo tan vivo que te hipnotizaba, que incluso parecía ser otra persona.

Y de repente, el reflejo a hablar—. Olvidado.

DogDay cayó al suelo del susto, viendo como su supuesto reflejo seguía quieto y diciendo solo una palabra.

—Olvídalo.

El canino sentía mucho miedo, e intentó salir de allí, pero por más que intentaba abrir la puerta, no se abría. Y entonces, desde el otro lado de la habitación, empezó a aparecer una mancha negra que se empezó a expandir por toda la habitación, llegando hasta donde estaba el perro. DogDay no quería ser parte de esa oscuridad, quería escapar resistirse, pero no había nada que hacer, y al final, aquella masa lo consumió, desapareciendo su existencia por completo.

Luego, abrió los ojos, con la mayor calma del mundo. Fue hasta el baño, para lavarse los dientes, y ahí, pudo ver como sus ojos eran puramente amarillos, pero no le importó. De repente, escuchó como tocaban el timbre de su puerta, y cuando terminó de cepillarse, fue a abrir para saber quién era.

—Bueno días, ¿Qué necesita? —preguntó DogDay mientras sonreía amablemente al trabajador.

—Buenos días a ti también, DogDay, venia a avisarte de parte de Elliot que la grabación de hoy empezará una hora antes, para que esté listo a tiempo. —dijo con calma, pero sin poder aparta la mirada del nuevo color de ojos del canino, llegándolo a poner algo nervioso—. Y, por cierto, no quiero molestarte, pero ¿qué les ha pasado a tus ojos? Antes no eran amarillos.

Lo Que Los Sueños Señalan /DogDay x CatNap/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora