Relación interpersonal familiar

61 6 5
                                    

Al día siguiente Ranma, despertaba sintiéndose bien, llevaba dos días durmiendo sin tener pesadillas, al sentir el aroma de Aimar, la seguridad que suponía brindaba una madre, ya que no recordaba los afectos en su niñez cuando vivía con Genma y la Tía Nodoka, a la que inconscientemente su mente ya la veía así; se levantó de la cama y busco las prendas que usaba siempre, desde que tenía memoria.

-Yo puedo hacerlo -susurro para sí mismo, sabiendo el motivo real de no querer usar sus ropas de siempre, las cuales le hacían recordar lo que había sufrido. -(Ya deja de sobre pensar demasiado, podemos usar algo diferente nuevamente, no necesitas demostrarte nada, las podremos usar gradualmente nuevamente más adelante, sin que te afecte) -expreso la contraparte del chico. –(Es que acaso a ti no te afecta) -pregunto el pelinegro. –(Realmente no, porque quien lo experimento fuiste tu; pero si sigues así, reprimiendo, definitivamente terminará por afectarme y uno de los dos tiene que ser el más fuerte para defendernos ante los ataques verbales y lamento decirte que nunca has sido bueno en eso, no me gustaría que nos quebráramos ante gente desconocida; así que, si aún no puedes ponerte las ropas de siempre, no pasa nada) -expreso aquella voz femenina. -Entiendo, pero quiero avanzar -susurro, escuchando solo como chasqueaba molesta la voz de su interior, después solo camino al sanitario, sin bañarse con aquel jabón que le habían regalado, cuando salió se colocó aquellas prendas y solo cambio su peinado, sujetando su cabello largo en una cola de lado preparado para poder avanzar y sonriendo para sí mismo, se dirigió a la cocina, a preparar el desayuno de las mujeres que le brindaban lo que en el fondo sabía que añoraba.

Cuando Aimar despertó por aquel delicioso olor, sonrió encantada, su niño había dormido nuevamente bien, movió a la mujer que yacía a su lado, para apresurarse a bañar, disfrutaría al máximo el tiempo que le otorgaba el adolescente, ya que a pesar de que lo vería quizás más seguido, ella deseaba que se quisiera quedar a su lado; sin embargo, no mencionaría aquello, no quería imponerle nada, y expresarlo solo haría que Ranma, tomará aquella decisión para complacerla; dejo aquellos pensamientos y se fue con su amada esposa ah ayudar a cocinar el desayuno, entre risas y alegría terminaron, para luego sentarse a comer como una familia.

Cuando terminaron, Primayine se ofreció a lavar todos los trastes, mientras dejo que aquel par fuera, a conversar sólo entre ellos.

-Te voy a extrañar tanto mi niño -expreso Aimar abrazando cálidamente al adolescente, quien se dejó mimar.

-Yo también mamá -respondió cerrando sus ojos para inhalar el aroma que desprendía la diseñadora de modas, mientras colocaba su cabeza en los pechos de la mujer sin ningún otro pensamiento más que disfrutar el momento y los mimos que nunca había recibido, abrazo más fuerte a la diseñadora, aguantando las ganas de querer llorar.

-Cualquier cosa, por muy pequeña o insignificantes que sientas que sea, no dudes en decirme Ranma, si te preocupa algo o necesitas con quien conversar, llámame, para mi será un honor escucharte y orientarte para que tú tomes tus propias decisiones mi niño -expreso abrazando al pelinegro para acariciar su espalda, estuvieron así hasta que el oji azul se tranquilizó y la soltó, le dio un beso en su frente y luego le sonrió con ternura y amor.

-Creo que me confesaré -soltó en susurros, sonrojándose.

-Verás que todo saldrá bien mi amor -respondió apretando su mano. -Tener el valor de confesar tus sentimientos te hace un gran ser humano, así que, si estás completamente seguro, hazlo -termino de decir.

-¿Debo decirle que jamás podre deshacer la maldición de Jusenkyo? -pregunto preocupado.

-Esa es solo tu elección cariño, pero sería lo más prudente si quieres tener una relación sana, la honestidad es fundamental al igual que la confianza y esto es algo de dos personas o más -termino de decir la mujer, viendo cómo se sonrojaba el oji azul, abrazo al joven en un impulso. -Eres demasiado inocente mi niño, cuídate de las personas, a veces los lobos tienen piel de oveja -expreso.

-¿Eso que significa? -pregunto contrariado.

-Que no debes confiarte en nadie -respondió seriamente, para luego sonreír. -Bueno es hora de que salgamos, papá debe de estar desesperado -dijo escuchando la risa del adolescente. -¿Ya tienes listo lo que te llevaras mi amor? -pregunto la mujer amablemente.

-Si, ya tengo todo -dijo sonriéndole con cariño.

-Entonces es hora de que te llevemos a la casa de los Tendo -comento, levantándose para ver como el joven hacia lo mismo sujetando aquella mochila, con menos cosas. Al poco tiempo ya iban los tres en aquel vehículo, conversando civilizadamente como lo haría una familia.

Es Posible EstoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora