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Nicole caminaba por los pasillos de la escuela, su mente aún revoloteando entre los recuerdos de la noche anterior con Steve. Había algo mágico en la manera en que él la había mirado, en cómo había sonreído y en cómo, por un instante, el mundo exterior había desaparecido. Mientras avanzaba, vio a Steve al final del pasillo. Él la vio también, y su sonrisa se extendió como un amanecer lento y cálido. Nicole sintió un destello de felicidad iluminar su interior.

En clase, se sentó en su lugar habitual, mirando de reojo a Steve, que estaba al otro lado del salón. Poco después, una nota doblada aterrizó discretamente en su escritorio. La abrió con curiosidad y leyó:

"Hoy te ves hermosa."

Nicole sonrió, un rubor suave coloreando sus mejillas. Respondió con otra nota: "Gracias, tú también te ves bien."

El día pasó entre miradas y sonrisas furtivas. La escuela terminó y Nicole fue al trabajo, cumpliendo con su rutina en la tienda de conveniencia. El pensamiento de ver a Steve después la mantenía energizada.

Cuando finalmente llegó a su trailer, ya entrada la noche, Steve estaba allí, esperándola. Nicole abrió la puerta y lo invitó a entrar. El trailer estaba desgastado, con las paredes mostrando manchas de humedad y el mobiliario revelando los estragos del tiempo y el uso constante. El contraste con la casa de Steve, siempre impecable y llena de comodidades, era notable.

Nicole se sentó en el suelo, recargando su espalda contra el viejo sillón. Steve, con una familiaridad que habían cultivado en silencio, se recostó y apoyó la cabeza en el regazo de Nicole. El silencio los envolvió un momento, la única compañía era el murmullo lejano de una televisión encendida en otro trailer y el ocasional crujido de la estructura que se asentaba con el enfriamiento de la noche.

Steve se incorporó un poco, sus ojos buscando los de Nicole. —¿Sabes? Me gusta mucho tu cabello. Siempre he querido decírtelo.

Nicole sonrió, sus dedos enredándose en los mechones de Steve. —Gracias. Nunca pensé que alguien lo notaría. Siempre he sentido que mi cabello es un desastre.

—Para nada. —Steve dijo con una sonrisa—. Es genial. De hecho, estaba pensando... ¿tienes algún pasatiempo raro?

Nicole rió suavemente. —Bueno, colecciono revistas viejas. Ya sabes, las que encuentras en las ventas de garaje y cosas así. ¿Y tú?

—Mmm, tengo una colección de tarjetas de béisbol. Mi padre las coleccionaba y me las pasó. Es algo tonto, pero me gusta.

—No es tonto. —Nicole se inclinó un poco más hacia él—. Todos tenemos cosas así. Además, es genial que mantengas una tradición familiar.

—¿En qué piensas? —preguntó Steve al ver la repentina expresión seria de Nicole, su voz suave, casi un susurro.

—En muchas cosas —respondió Nicole, sus dedos jugando con el cabello de Steve—. En cómo a veces me siento como si estuviera viviendo dos vidas. La de la escuela, donde trato de pasar desapercibida, y la de aquí, donde intento mantener todo junto.

Steve se incorporó un poco, sus ojos buscando los de Nicole. —Quiero conocer todo sobre ti, Nicole. No sólo lo que veo en la escuela o en la tienda. Quiero saber qué te hace feliz, qué te preocupa, qué sueñas.

Nicole sonrió, una sonrisa triste y dulce al mismo tiempo. —Es difícil. A veces ni siquiera yo lo sé. —sus dedos se entrelazaron con los de Steve.

Steve apretó sus manos, su pulgar acariciando la piel de Nicole.

El ambiente en el trailer era íntimo, las sombras danzando suavemente bajo la luz tenue de una lámpara vieja. El aire cargado con el aroma del café que Nicole había preparado más temprano y el ligero olor a humedad que siempre parecía persistir.

—Cuéntame de ti, Steve. —dijo Nicole, rompiendo el silencio—. Quiero saber qué te hace ser como eres.

Steve suspiró, sus ojos fijos en el techo del trailer. —Supongo que siempre he tenido todo lo que necesitaba, pero eso no siempre es suficiente. Mis padres están ausentes, no porque no estén físicamente, sino porque nunca están presentes realmente. Las cosas materiales no llenan el vacío que dejan.

Nicole lo escuchaba con atención, sintiendo un nuevo nivel de conexión. —Lo entiendo. Aunque mi situación es diferente, el sentimiento de ausencia es el mismo. Mi padre... bueno, ya sabes cómo es. —Hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras—. A veces me pregunto cómo sería tener una familia normal, donde no tuviera que preocuparme por todo.

Steve levantó la mirada hacia ella, sus ojos reflejando la luz cálida de la lámpara—. Eres increíblemente, Nicole Walker.

Nicole sintió un nudo en la garganta. Nadie le había dicho algo así antes. Sus dedos entrelazados con los de Steve parecían un ancla en medio de una tormenta.

—Gracias, Steve. —Susurró, su voz temblando ligeramente—. Gracias por ver algo en mí que a veces ni yo puedo ver.

Steve se incorporó completamente, sentándose frente a Nicole. Sus rostros estaban cerca, y en ese momento, las diferencias entre sus mundos parecían desvanecerse. Era solo ellos dos, compartiendo un instante de vulnerabilidad y verdad.

Illicit Affairs || S.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora