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Nicole se encontraba en su pequeña habitación del trailer, un espacio abarrotado y desgastado por el tiempo. El espejo roto en una esquina reflejaba su imagen distorsionada mientras intentaba decidir qué ponerse. Había pasado los últimos veinte minutos buscando una camiseta que no estuviera gastada, sacando y descartando prendas una y otra vez. Cada vez que creía haber encontrado algo adecuado, descubría una mancha o un pequeño agujero. Finalmente, optó por una camiseta blanca, relativamente nueva, que aún conservaba algo de su frescura original.

Mientras se cambiaba por enésima vez, sus pensamientos volaban hacia la noche anterior con Steve. Habían pasado una velada increíble, llena de risas y conversaciones bajo las estrellas. Steve la había invitado a conducir por la ciudad esa noche, un plan que le permitía disfrutar de su compañía sin la preocupación constante de ser vistos. Al principio, la idea de mantener su relación en secreto le había resultado incómoda. Pero con el tiempo, había empezado a aceptar inconscientemente esa realidad. Estar con Steve, aunque fuera a escondidas, valía la pena.

En la esquina de su mesita de noche, un pequeño frasco de perfume destacaba entre el desorden. Lo había comprado con mucho esfuerzo, ahorrando cada centavo de sus horas extras en la tienda de conveniencia. Ese perfume era un lujo que se permitía únicamente en las ocasiones que veía a Steve. Con cuidado, se aplicó un poco en las muñecas y en el cuello. El aroma suave y floral la hizo sentir más segura de sí misma, un pequeño escudo contra la inseguridad que a menudo la acechaba.

Miró el reloj y se dio cuenta de que ya iba tarde. Un chispazo de ansiedad recorrió su cuerpo. No quería hacer esperar a Steve. Salió apresuradamente del trailer, cerrando la puerta con cuidado para no hacer ruido. Comenzó a caminar fuera del parque de trailers, un lugar que a esas horas de la noche estaba envuelto en un silencio inquietante. Los trailers viejos y desvencijados parecían sombras al acecho, testigos mudos de su vida secreta.

Steve no quería arriesgarse a que alguien pudiera verlo en el parque de trailers, aunque Nicole le hubiera repetido mil veces que aquello no era posible. Sin embargo, él siempre salía del trailer con la capucha sobre la cabeza y la mirada baja, tratando de pasar desapercibido. Nicole aceleró el paso, la emoción y la ansiedad entremezclándose en su pecho. Había algo emocionante en todo esto, algo que la hacía sentir viva de una manera que pocas cosas lograban.

Cuando finalmente lo vio, esperándola en el borde de la carretera, su corazón dio un vuelco. Steve estaba allí, con su capucha puesta, pero en cuanto la vio, una sonrisa apareció en su rostro. Nicole no pudo evitar sonreír también, la noche de repente se sintió un poco menos oscura.

—Perdón por la tardanza —dijo Nicole, acercándose a él.

—No te preocupes —respondió Steve, quitándose la capucha—. Vamos, tenemos toda la noche.

Subieron al coche de Steve, el motor rugió suavemente al ponerse en marcha, y pronto se adentraron en la oscuridad de la noche. La ciudad, iluminada por las luces de las farolas y los escaparates, se extendía ante ellos, ofreciendo una sensación de libertad y posibilidades infinitas.

Mientras conducían, Steve mantuvo una mano en el volante y la otra en la de Nicole. Sus dedos entrelazados eran un recordatorio silencioso de su conexión, una promesa tácita de apoyo y compañía.

—¿Te divierte esta idea de conducir sin rumbo? —preguntó Steve, lanzándole una mirada rápida pero cálida.

—Sí, es como si pudiéramos escapar de todo, aunque sea por un rato —respondió Nicole, mirando las luces pasar por la ventana.

—Me alegra escuchar eso. —Steve sonrió—. Hay algo que quiero mostrarte.

Después de unos minutos de conducción, Steve detuvo el coche en un mirador que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. Las luces parpadeantes se extendían hasta el horizonte, creando un paisaje casi mágico. Salieron del coche y se acercaron a la barandilla, disfrutando del aire fresco de la noche.

—Es hermoso —murmuró Nicole, apoyando su cabeza en el hombro de Steve.

—No tanto como tú —respondió Steve en voz baja, besándola suavemente en la frente.

Nicole sonrió, sintiendo una mezcla de felicidad y nerviosismo. No podía creer que alguien como él quisiera estar con alguien como ella. Pero en ese momento, todo parecía posible.

Volvieron al coche y continuaron conduciendo, hablando de cosas triviales y riéndose de pequeños chistes. La noche avanzaba, y con ella, la sensación de estar en un mundo solo para ellos dos.

—¿Sabes? —dijo Nicole de repente—. A veces me pregunto cómo sería si no tuviéramos que esconder esto.

Steve la miró, serio por un momento, antes de responder. —Yo también me lo pregunto. Pero por ahora, prefiero disfrutar lo que tenemos, sin importar cómo sea.

Nicole asintió, sintiendo una oleada de gratitud hacia Steve. Sabía que su situación no era ideal, pero mientras estuvieran juntos, podía soportar cualquier cosa.

La noche se extendía ante ellos, llena de promesas y secretos. En ese instante, Nicole decidió que, por más complicada que fuera su situación, no cambiaría nada de lo que tenía con Steve. La adrenalina de estar con él, la sensación de ser querida, todo se mezclaba en un torbellino de emociones que la hacían sentir más viva que nunca.

Finalmente, regresaron al parque de trailers. Steve detuvo el coche a una distancia prudente, y Nicole salió, sintiendo un leve pesar por tener que despedirse. Antes de que pudiera irse, Steve la atrajo hacia sí y le dio un beso largo y profundo.

—Nos vemos pronto, ¿verdad? —preguntó Nicole, tratando de mantener la calma.

—Claro que sí —respondió Steve con una sonrisa—. Siempre que quieras.

Nicole asintió, su corazón latiendo con fuerza. Caminó hacia su trailer, sintiendo la mirada de Steve sobre ella hasta que se perdió de vista. Entró y cerró la puerta detrás de sí, el aroma de su perfume aún flotando en el aire.

Mientras se preparaba para dormir, no pudo evitar sonreír. Sabía que su vida no era fácil, pero esos momentos con Steve hacían que todo valiera la pena. La adrenalina y la emoción de su relación secreta eran su refugio, y por ahora, eso era suficiente.

Illicit Affairs || S.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora