15

126 14 0
                                    


El reloj marcaba las tres de la tarde, y el tedio de un largo día de trabajo empezaba a apoderarse de Nicole. Era un fin de semana y, como siempre, estaba en la tienda de conveniencia trabajando una jornada completa. Los clientes iban y venían, y Nicole se encontraba en medio de una rutina monótona, acomodando productos en los estantes. Las horas parecían arrastrarse y el aburrimiento empezaba a pesarle.

Mientras colocaba algunas latas de sopa en su lugar, escuchó el sonido familiar de la puerta al abrirse. Levantó la mirada por un momento, y su corazón dio un pequeño brinco al ver a Steve entrar en la tienda. Trató de disimular su emoción y volvió a concentrarse en su tarea, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente.

Steve caminó por los pasillos con una actitud casual, como si realmente estuviera interesado en los productos que tenía frente a él. Después de unos minutos, se situó al otro lado del estante donde Nicole estaba trabajando. Los estantes eran bajos, y sus ojos se encontraron a través del espacio entre los productos.

—Hola—dijo Steve en voz baja, sonriendo solo con los ojos.

—Hola, Steve —respondió Nicole, tratando de no parecer demasiado emocionada—. ¿Qué te trae por aquí?

—Oh, ya sabes, solo necesitaba algunas cosas —dijo él, fingiendo examinar una lata de frijoles.

—¿Cosas importantes como frijoles? —preguntó ella, levantando una ceja divertida.

—Exactamente, frijoles y... —Steve se inclinó un poco más cerca—. ...tal vez una excusa para verte.

Nicole sintió un calor agradable en su pecho ante sus palabras. La presencia de Steve siempre tenía un efecto revitalizante en ella, especialmente en días aburridos como ese.

—Bueno, me alegra que tu lista de compras te haya traído hasta aquí —dijo Nicole, volviendo a colocar las latas en el estante.

Pasaron unos minutos en silencio cómodo, solo con sus ojos hablando entre ellos. Finalmente, Nicole rompió el silencio.

—¿Nos veremos esta noche? —preguntó, tratando de sonar casual pero sintiendo una pequeña chispa de esperanza en su voz.

Steve frunció levemente el ceño, y Nicole notó un destello de disculpa en sus ojos.

—Me encantaría, pero... —Steve hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Tommy H y Carol me invitaron a una fiesta. Ya les dije que iría.

Nicole sintió una punzada de decepción, pero se esforzó por mantener su expresión neutral. No quería que Steve se sintiera mal.

—Oh, está bien. No te preocupes —dijo, tratando de sonar despreocupada.

Steve notó el cambio en su tono y se apresuró a añadir—. Pero te prometo que voy a compensártelo, Nicole. ¿Qué tal mañana? Podemos hacer algo especial, solo tú y yo.

La promesa en sus palabras hizo que la tristeza se desvaneciera un poco, y Nicole no pudo evitar sentirse ilusionada.

—Me parece bien —respondió, sonriendo ligeramente—. Espero con ansias ver qué tienes planeado.

Steve le devolvió la sonrisa, aliviado. Agarró una caja de chicles de menta del estante, un artículo pequeño y casi insignificante.

—Supongo que esto es todo lo que necesito —dijo, levantando la caja para que ella la viera.

Nicole asintió y se dirigió a la caja registradora. Steve la siguió y colocó los chicles en el mostrador.

Steve sacó un billete de cinco dólares y se lo entregó a Nicole, junto con un pequeño pedazo de papel doblado. Nicole tomó el dinero y el papel disimuladamente, y le devolvió el cambio.

—Gracias —dijo Steve, sonriéndole una vez más antes de salir de la tienda.

Nicole esperó a que él se fuera para abrir el pequeño papel. Sus dedos temblaban ligeramente de anticipación mientras desplegaba la nota. En una caligrafía rápida pero legible, Steve había escrito:

"Mi casa domingo en la noche?. —Steve."

Nicole sonrió ampliamente, sintiendo una calidez en su corazón que disipaba cualquier rastro de decepción que pudiera haber sentido antes. Guardó la nota en su bolsillo, decidida a aferrarse a esa promesa mientras terminaba su turno.

El resto de la tarde pasó con una sensación de anticipación agradable. Cada vez que pensaba en Steve y la nota, una sonrisa involuntaria aparecía en su rostro. Sabía que su relación era complicada, que mantenerla en secreto tenía sus desafíos, pero momentos como estos hacían que todo valiera la pena.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, los colores del atardecer se filtraban a través de las ventanas de la tienda, proyectando sombras alargadas en el suelo. Nicole continuó con sus tareas, pero con una nueva energía, impulsada por la promesa de Steve y el emocionante secreto que compartían.

Finalmente, su turno terminó y salió de la tienda, el aire fresco de la noche envolviéndola. Mientras caminaba hacia su trailer, no pudo evitar pensar en lo afortunada que se sentía. Sí, su vida tenía muchos desafíos, pero también estaba llena de pequeñas alegrías y momentos que le daban fuerza.

Esa noche, se acostó con la nota de Steve bajo la almohada, un recordatorio tangible de que había alguien que se preocupaba por ella y que estaba dispuesto a hacerla sentir especial.

Illicit Affairs || S.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora