Nicole se levantaba antes del amanecer, cuando la oscuridad aún abrazaba el mundo y la ciudad dormía en un silencio pesado.
Su habitación, pequeña y desordenada, reflejaba las limitaciones de su vida. La pintura se descascaraba de las paredes y el colchón sobre el que dormía hacía tiempo que había perdido su firmeza. Sin embargo, no había espacio para la queja. Sabía que cada día era una batalla y que su lucha comenzaba temprano.
El camino hacia la tienda de conveniencia era corto, pero cada paso le recordaba las diferencias entre su vida y la de sus compañeros de clase. Mientras ellos disfrutaban de comidas preparados por sus padres y de conversaciones ligeras de regreso de la escuela, Nicole recorría las calles desiertas, su mente ya enfocada en el trabajo que la esperaba.
Al llegar, las luces fluorescentes del interior de la tienda parpadeaban, saludándola con su brillo frío. Se ponía el delantal, un uniforme de tela áspera que ya empezaba a desgastarse en los bordes.
Las últimas horas del día eran las más tranquilas. Los estantes necesitaban ser abastecidos y las máquinas limpiadas. Nicole trabajaba en silencio, sus movimientos precisos y automáticos, como si cada acción fuera parte de una coreografía ensayada mil veces.
A medida que la tarde avanzaba, la tienda comenzaba a llenarse de clientes. Cada uno traía consigo una pequeña historia de la que Nicole solo veía fragmentos: la mujer apresurada que compraba café y un muffin, el anciano que venía por su periódico y un poco de conversación, el adolescente que siempre compraba las mismas golosinas.
Nicole los atendía con una sonrisa educada, aunque rara vez alguien se detenía a devolverle la cortesía. Para ellos, ella era solo una parte más del paisaje cotidiano, una presencia discreta y fácilmente olvidable.
El trabajo era monótono, pero Nicole encontraba consuelo en la rutina. Cada tarea completada era una pequeña victoria, cada turno terminado un paso más hacia su objetivo de ayudarse a sobrevivir un día más. Había aprendido a economizar sus fuerzas, a no dejar que la fatiga y la desesperanza se apoderaran de ella. Sabía que su sacrificio no era en vano, que cada dólar ganado significaba una comida más en la mesa.
A veces, cuando la tienda se vaciaba y el silencio regresaba, Nicole permitía que su mente vagara. Soñaba con un futuro diferente, uno en el que no tuviera que preocuparse por el dinero, donde pudiera estudiar sin la presión de un trabajo a medio tiempo.
Imaginaba viajar, ver el mundo más allá de los límites de su pequeña ciudad, experimentar la libertad que hasta ahora solo conocía a través de los libros.
Pero esos momentos de ensoñación eran breves. Pronto, la realidad la arrastraba de vuelta, recordándole que había más estantes que llenar, más clientes que atender.
Nicole aceptaba su destino con una resiliencia nacida de la necesidad, sabiendo que, aunque el camino era duro, cada día que superaba era una prueba de su fortaleza y determinación.
•••
Nico observaba la ventana de la tienda de conveniencia. Las noches de viernes eran especialmente largas, y hoy parecía no ser la excepción. El timbre de la puerta sonó, sacándola de sus pensamientos.
Era Steve Harrington. Los rumores sobre las fiestas y sus hazañas llenaban los pasillos que Crystal recorría en silencio.
Era una noche de viernes, y Nicole sabía lo que eso significaba. Observó mientras Steve se dirigía a la sección de bebidas. Tomó dos paquetes de cerveza y se acercó al mostrador.
-Hola -el saludo tratando de soñar casual depositando las cervezas sobre el mostrador .
Nicole asintió con la cabeza. Sabía que debía pedirle identificación, pero algo en su mirada, quizás un atisbo de vulnerabilidad oculto detrás de esa fachada segura, la hizo dudar.
Contra todo protocolo, se lo vendió sin más preguntas. Sus manos temblaban levemente mientras escaneaba los artículos y dándole el total.
-Gracias -murmuró él, sus ojos fijos en los de ella, preguntándose el porqué no lo había cuestionado.
-De nada -respondió Nicole.
Esa interacción, breve y cargada de tensión, fue el primer hilo de una conexión inesperada. Steve salió de la tienda, pero no sin volverse para mirarla una última vez, como si presintiera que esta no sería la última vez que sus caminos se cruzarían.
Nicole siguió trabajando, olvidando rápidamente aquel encuentro.
Steve Harrington era el chico más popular de la escuela, con una reputación que lo precedía. Todos lo conocían, y él parecía conocer a todos.
Así que cuando entró en la tienda de conveniencia y vio a Nicole detrás del mostrador, su mente retrocedió a los días de escuela. La había visto en los pasillos, siempre sola, siempre con la cabeza gacha, como si quisiera ser invisible.
Sabía que su familia no tenía mucho dinero, que vivían en una parte menos acomodada del pueblo. Era la primera vez que la veía trabajar aquí, y era la primera vez que interactuaban.
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Illicit Affairs || S.H
FanfictionY eso es lo que pasa con los romances ilícitos Y reuniones clandestinas y miradas ansiosas Nace de una sola mirada Pero muere y muere y muere Un millón de pequeñas veces SH x oc pre season 1 - season 1