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2 horas desde que Carolina había entrado y nadie decía nada , estaba comenzando a preocuparme más de lo que debía, ¿que se supone que haga? Quiero estar con ella ahora mismo.
—Deja de dar tantas vueltas, Vic, ella está bien, solo la están preparando, no te perderás su nacimiento.
—¡Llevan dos malditas horas con ella!
—Cálmate hija.—Mi mamá acarició mi hombro.— Mira, ese es su doctor.
—¿Cómo está mi esposa, Doctor?.—Me levanté de mi lugar cuando visualicé al médico que atendía a Carolina.
—Su esposa quiere que esté presente en el parto, solo puede estar usted, sígame porfavor.
Seguí al señor hasta llegar a una habitación bastante iluminada, unas enfermeras me ayudaron a colocarme todo lo necesario para poder entrar, parecía una enfermera más. Con el corazón en la mano y los nervios a tope, entré después de ellos.
Carolina estaba recostada sobre una cama, el cuerpo sudoroso y con lágrimas en los ojos, me dolía verla así, pero saber que en pocas horas tendríamos a nuestra nena con nosotras lo valía todo.
—¡Victoria!
—E-Eh, si, si, aquí estoy, mi amor.—Algo desorientada me acerqué a ella para tomar su mano. Carolina me apretó fuertemente casi sacándome un gemido de dolor.—Todo estará bien, mami, falta poco.
—No te alejes...¡COÑO!.—Gritó haciendo más esfuerzo.—¡NO VUELVO A TENER...¡AHH!
—Tú puedes, baby, tú puedes.
Mis emociones estaban revueltas, tenía miedo, felicidad, nervios, mucho miedo y más miedo, pero no quería trasmitirle eso a mi esposa ahora.
No me separé de su lado ni un segundo, los minutos pasaban lentos y mi miedo crecía cada vez más, estaba muy ansiosa por conocer la carita de el segundo amor de mi vida.
—¡AQUÍ VIENE!
—¡AHHHHHH! ¡MIERDA!
(...)
Mi cielose llenó de estrellas esa madrugada.
El día 10/01/24 a las 3:54 AM llegó este hermoso ser a iluminar aún más mi vida. No podía estar más feliz.
Sus ojitos eran claros, aún no se veían muy bien de que color eran, pero eran lo más hermoso que había visto. Sus manitas pequeñitas apretaban mi dedo con fuerza , como si buscara sostenerse. Su boquita se abría y se cerraba varias veces , como si quisiera decir algo.
Era mía, mía , mía , mía. Yo soy su mamá, ella es mi hija, somos una familia.
—Eres tan sexy siendo mamá.—Su voz adormilada me hizo salir de mi pequeño trance. Giré hacia ella con una sonrisa.—¿Estás llorando? Aww, amor.
