𝟎𝟐

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Los pantalones estaban esparcidos por el suelo, abandonados en un desorden que hablaba de prisa y deseo. El sonido húmedo de las pieles chocando resonaba en la habitación, un ritmo primitivo y apasionado que llenaba el aire. Law tenía la cabeza echada hacia atrás, sus labios entreabiertos dejando escapar suspiros profundos y entrecortados. Su camiseta estaba abierta, con algunos botones desperdigados por el suelo, dejando a la vista parte de sus hombros. El tatuaje en su espalda comenzaba a asomarse, apenas visible. La luz tenue acariciaba su piel, resaltando los contornos de sus músculos en tensión, mientras una mano recorría con urgencia el camino desde su nuca hasta el borde de su ropa desordenada. La habitación parecía vibrar con la intensidad del momento.

Sus brazos estaban extendidos, apoyados detrás de él, sosteniéndose mientras su pecho se arqueaba hacia adelante en un arco perfecto de éxtasis. Sus pezones, erectos e hinchados, eran objeto de la atención fervorosa de Luffy, cuya boca traviesa los exploraba con una mezcla de ternura y voracidad.

Una de las piernas de Law se enroscaba alrededor de la cadera de su esposo, mientras la otra reposaba sobre el hombro del alfa. Luffy, con una devoción casi reverente, besaba el empeine de Law, sus labios trazando un sendero lento y deliberado hacia arriba. Cada beso era una declaración de adoración

Luffy se tomaba su tiempo, apreciando cada centímetro de las esbeltas y delgadas piernas de su esposo, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de amor y deseo. Sus dedos, hábiles y curiosos, jugaban con el sensible y vulnerable agujero de Law, provocando oleadas de placer que hacían temblar el cuerpo del omega.

La atmósfera en la habitación era pesada con las feromonas y aromas bailando en la habitación, Law se entregaba completamente, sus gemidos suaves y ahogados llenando el aire, mientras Luffy lo adoraba con una paciencia infinita, su cuerpo moviéndose con una gracia depredadora, demostrando una vez más por qué eran perfectos el uno para el otro.

—Eres tan precioso, Torao, tus piernas me vuelven loco

—Ahm, ah...—jadeó Law al sentir el vacío en su interior, solo para que el pene duro y resbaladizo de Luffy reemplazará sus dedos. El alfa apretó sus caderas y, con un movimiento rápido, lo volteó, inclinándose sobre la mesa de billar. Una de sus piernas quedó apoyada en el borde mientras los empujes de Luffy eran fuertes y certeros.

—Lu-Luffy, la p-puerta...—Las palabras apenas salían de su boca mientras el lubricante se deslizaba por sus piernas.

—Descuida, mi precioso Torao—sonrió Luffy con amplitud antes de entrar de nuevo en el húmedo agujero de su esposo. Besó su mandíbula y continuó—. Estoy seguro de que Zoro y los demás han informado a los guardias y a nuestros betas que nos dejen solos.

—P-pero, Bepo... ahh, uhm, ah...

—Law—gruñó Luffy—, nadie entrará aquí, no mientras esté ocupado con mi esposo.—Se estiró lo suficiente para atrapar los labios de Law en un beso apasionado.

—Mi rey...—gimió Law, su voz quebrada por el placer—por favor—dijo entre besos, su interior siendo brutalmente llenado por las embestidas de su esposo.

—Law—susurró Luffy acercándose a su oído, su voz más ronca y juguetona— confía más en mí, ¿sí, precioso?—Sus manos apretaban con firmeza las caderas de Law—. Tú me dijiste un día que podía tomarte cuando yo quisiera y donde yo quisiera, ¿No es así?

Cada embestida de Luffy hacía que Law se aferrara más a la mesa de billar, su cuerpo temblando de placer. Los suspiros y gemidos llenaban el espacio, intensificando la atmósfera de intimidad.

Law se sonrojó profundamente y apartó la mirada del alfa, su mente volviendo a aquel momento impulsivo en el que, dominado por los celos, había pronunciado esas palabras.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora