EXTRA 6

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El pequeño cachorro descansaba en los brazos de Luffy, quien lo acunaba con una ternura infinita, sus movimientos suaves y constantes buscando arrullarlo nuevamente al sueño. Aunque el bebé había sido alimentado hace tan solo unas horas, sus ojos curiosos ya estaban abiertos, observando el entorno con una calma innata, como si estuviera descubriendo el mundo por primera vez. Su frágil cuerpo, todavía envuelto en una mantita suave, se acomodaba naturalmente contra el pecho de su padre, donde el reconfortante aroma de Luffy lo rodeaba como una caricia invisible, dándole una tranquilidad única.

El pequeño varón, con sus delicados rasgos y el cabello oscuro que apenas empezaba a asomar, había llegado a la vida de Law y Luffy para llenarla de alegría y desafíos inesperados. Mientras Ace y Lami permanecían bajo el cuidado atento de Dadan, sus padres lidiaban con las exigencias de un recién nacido. Desde el nacimiento del cachorro, las noches habían sido interminables, llenas de pequeñas interrupciones que apenas dejaban espacio para el descanso. A pesar de la fatiga que se acumulaba en los rostros de ambos, el amor que compartían por sus hijos los mantenía en pie.

Sin embargo, no todo había sido fácil. Law había comenzado a sufrir una inesperada reacción alérgica que cubría su piel de ronchas y erupciones. La incomodidad era evidente, pero las pomadas que le habían recetado poco a poco comenzaba a surtir efecto, reduciendo la molesta comezón. A pesar de esto, el agotamiento lo hacía aún más difícil de sobrellevar, y las preocupaciones por la salud de su recién nacido no ayudaban a aliviar su ansiedad.

El momento más alarmante había llegado cuando el pequeño cachorro sufrió un bajón de glucosa que los tomó por sorpresa. Ver su piel tornarse azulada y notar la irregularidad en su respiración había llenado a ambos padres de un pánico indescriptible. Cada pausa en las respiraciones del bebé parecía una eternidad, y el miedo los invadía con cada segundo que pasaba. Pero, tras recibir atención médica, el pequeño había comenzado a estabilizarse, y aunque la preocupación no desaparecía por completo, al menos sabían que estaba en el camino hacia la mejoría.

Luffy, incansable y siempre cariñoso, no se separaba de su cachorro. Con delicadeza, le acariciaba la diminuta cabecita mientras susurraba palabras suaves y reconfortantes. Sus ojos brillaban con el amor de un padre protector, y su abrazo era un refugio cálido y seguro para el pequeño. Mientras tanto, Law, recostado en el sillón, observaba la escena con los ojos pesados por el cansancio, pero llenos de amor. A pesar de sus propias molestias, sentía una profunda gratitud por la fortaleza de Luffy y la calma que irradiaba en esos momentos críticos.

—Está mejorando, ¿verdad?—preguntó Law en un susurro, su voz cargada de alivio y preocupación.

Luffy le dedicó una sonrisa serena, acariciando la espalda del bebé.

—Sí, nuestro pequeño es fuerte—respondió con suavidad—. Va a estar bien, lo sé

Las palabras de Luffy, cargadas de esa fe inquebrantable que siempre lo caracterizaba, lograron arrancar una sonrisa de los labios cansados de Law. Sabía que, aunque las noches fueran largas y las preocupaciones constantes, lo más importante era que estaban juntos en esto, enfrentando cada desafío uno al lado del otro.

El suave balanceo del barco arrullaba a la pequeña familia, mientras se dirigían hacia East Blue, al hogar que habían construido juntos. La brisa marina traía consigo un olor salado y fresco que llenaba el ambiente, mezclándose con el sutil aroma de la piel de su hijo y el toque reconfortante de los brazos de Law. Era un momento tranquilo, uno de esos tan escasos, en el que las preocupaciones parecían disiparse momentáneamente.

En el camarote, Law sostenía a su hijo contra su pecho, con un amor palpable en cada gesto. Con paciencia y ternura, amamantaba al pequeño, observando cómo los ojos del bebé, ahora pesados de sueño, se iban cerrando lentamente. Cada vez que lo alimentaba, una calma profunda lo invadía; en esos instantes sentía el lazo único que compartía con su hijo, un vínculo que se fortalecía con cada pequeña caricia, con cada latido de sus corazones sincronizados.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora