𝟏𝟕

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Carrot corría de un lado a otro, asegurándose de que cada detalle en la decoración estuviera perfecto. El gran jardín se había transformado en una escena del viejo oeste, con todo el encanto de una época pasada. Las mesas estaban adornadas con manteles de cuadros, y pequeñas plantas de cactus decoraban los centros de mesa.

La mesa de los regalos había quedado abarrotada desde temprano, tanto que fue necesario llevar los obsequios restantes a la habitación de los gemelos. Bepo se encargó de supervisar que los regalos se almacenaran cuidadosamente, mientras los pequeños, Lami y Ace, dormían plácidamente en sus cunas.

En otro rincón del jardín, Sanji vigilaba de cerca el enorme pastel que había preparado con tanto esmero. Había insistido en ser él quien lo hiciera, sin aceptar que alguien más lo hiciera. El pastel era una obra de arte, decorado con detalles que representaban el tema del viejo oeste, desde sombreros vaqueros hasta pequeñas figuras de botas.

Al observar los letreros de "SE BUSCA" que adornaban las paredes, una sensación de nostalgia se apoderó de todos los presentes. Las fotografías en los carteles, sin embargo, arrancaron sonrisas en lugar de preocupación. En la foto de Lami, la pequeña sonreía felizmente mientras sostenía su biberón, irradiando alegría con sus grandes ojos brillantes, con su manita estirada. Ace, en cambio, aparecía en su cartel con un puchero en su rostro, lágrimas asomando en sus ojos, mientras sostenía su pequeño sombrero en una mano.

—No me digas que Luffy lo hizo llorar—comentó Robin con una suave risa, ajustando su sombrero morado mientras miraba a su amigo.

—Esta vez no—sacudió la cabeza—. Ace simplemente no quería tomarse fotografías. Fue un desafío mantenerlo quieto; cada vez que se intentaba, corría hacia mí y se quitaba el sombrero, lanzándolo lo más lejos posible

Robin esbozó una sonrisa más amplia al escuchar la anécdota, sus ojos recorriendo con apreciación el atuendo del alto. Se detuvo un momento, evaluando cada detalle antes de guiñarle un ojo.

—Te queda bastante bien el traje de vaquero—observó con una pizca de admiración en su tono—. Pero dime, ¿Fue tan difícil lidiar con Luffy como con Ace?

El comentario arrancó una pequeña risa en Law, pensando en la mañana agitada que había tenido. Aunque lidiar con Ace había sido una pequeña batalla, mantener a Luffy quieto y concentrado en algo tan simple como una sesión de fotos fue otra tarea monumental. Lo mantuvo a raya con comida.

—Pude manejarlo—suspiró Law, recibiendo un gesto de apoyo en forma de suaves palmaditas en la espalda por parte de Robin, quien entendía perfectamente el peso de sus palabras.

—Ahora, el único dolor de cabeza para él serán las miradas que caigan sobre ti, desde aquí puedo oler sus feromonas—dijo Robin con una sonrisa cómplice—. Y el tuyo será mantenerlo lejos del pastel, ¿Verdad?

Asintió, recordando cómo lo había seguido desde el momento en que comenzó a vestirse, prenda por prenda. Cada vez que algún guardia o asistente se atrevía a mirarlo demasiado, Luffy respondía con miradas asesinas, como advertencia.

—Sanji me ayudará a mantenerlo bajo control. Pero pienso en que se portará bien. Será mi sombra durante toda la fiesta, eso lo sé

Robin se cruzó de brazos, su risa suave resonando en el aire.

—Tenlo por seguro. Será divertido verlo cuando llegue Smoker, si es que lo invitaron

Law abrió la boca para responder, pero un grito desde la distancia lo interrumpió.

—¡Law-san!—Carrot apareció de repente, su voz llena de entusiasmo—. ¡Vengan, los gemelos los están esperando!

Sin perder tiempo, Law y Robin la siguieron, y Law no pudo evitar arquear una ceja; Lami y Ace, salían de la puerta montados en un pequeño poni, cada uno, con Luffy en el medio, sujetándolos con cuidado mientras todos a su alrededor aplaudían. La emoción en los rostros de Sora e Isamu era palpable, y ambos niños corrieron para subir también.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora