𝟏𝟎

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Las lágrimas de Law se negaban a detenerse, fluyendo gota tras gota mientras intentaba sofocar los sollozos que se escapaban de su pecho. Shachi y Penguin, preocupados, se acercaron a él. Había pasado ya varios minutos apartado del grupo, y los guardias que intentaron acercarse fueron rechazados con una firme petición de espacio.

Las sombras de sus miedos e inseguridades lo asaltaban en el peor momento, convirtiendo su mente en un mar de temor. Unos brazos fuertes rodearon su cintura, y una cabeza cálida se recargó en su hombro.

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?—susurró Luffy contra su cuello, dejando un beso reconfortante—. ¿Alguien te dijo algo? ¿Ellos están bien?

Law cerró los ojos, tratando de evitar el intenso brillo de los ojos marrones de Luffy. Pero Luffy, con suavidad lo giró y alzó su barbilla limpiando sus lágrimas. Lo abrazó con fuerza, acariciando su espalda como si fuera un bebé. Las feromonas y el familiar olor de Luffy comenzaron a calmar el tumulto en su interior.

—Es el embarazo, no te preocupes. Ellos están bien—. Sorbio su nariz.

Luffy frunció el ceño, preocupado.

—Torao, ¿Hay algo que te molesta? Si es por lo de Uta... sabes que es como mi hermana, ella es mi familia...

Antes de que Luffy pudiera decir más, Law colocó sus dedos sobre los labios de Luffy, silenciándolo.

—Lo sé—susurró, intentando esbozar una sonrisa—. Como dije, es el embarazo. Descuida. Solo quédate conmigo, ¿sí?

Luffy besó los dedos que cubrían sus labios, luego tomó su mano, besó los nudillos tatuados y la sostuvo contra su mejilla.

—No necesitas pedírmelo. Siempre estaré aquí para ti. ¿Estás mejor? Podemos volver si quieres

Law negó con la cabeza, un destello de vulnerabilidad en sus ojos.

—No, quedémonos

Luffy lo miró por unos segundos, buscando una señal de arrepentimiento en su expresión. Al no ver ninguna señal de duda, los guió de regreso al grupo y lo sentó en la silla que habían preparado para Sanji y él. El escenario se llenó de humo y misterio cuando Uta apareció. La música comenzó a resonar con fuerza.

Todos gritaban y cantaban las canciones a todo pulmón. Bepo, con su entusiasmo, marcaba el ritmo y recitaba las letras sin perder una sola palabra. Llevaba puesta una camiseta colorida y agitaba un abanico con el nombre de Uta escrito en letras brillantes. Franky, llevaba una camiseta similar y cantaba a pleno pulmón, abrazando a Bepo mientras ambos se movían al compás de la música.

Una lluvia de confeti comenzó a caer sobre ellos, brillando bajo las luces del escenario. Los destellos de colores se mezclaban con los gritos y risas, creando un espectáculo visual impresionante. Los trozos de papel brillante revoloteaban en el aire.

El escenario se llenó de luces y efectos visuales que intensificaban aún más la magia del concierto. Las notas musicales bailaban en el aire y envolviendo a todos en una especie de trance colectivo. Uta, en el escenario, se movía con dedicación y energía, su voz poderosa resonando en cada rincón del lugar.

Bepo, ahora subido en los hombros de Franky, agitaba su abanico con más vigor, sus ojos brillando con emoción. Franky, con una gran sonrisa en el rostro, seguía el ritmo, sus movimientos amplios y exagerados.

Law, entre los brazos de Luffy, decidió disfrutar el momento, viendo la felicidad de todos a su alrededor. Controlaría sus malos pensamientos por ahora.

—¡Uta es asombrosa!—chilló Bepo

—Es un plus que Luffy sea su amigo. Nos ahorramos la fila y el cobro de las entradas—Nami alzó su pulgar con una sonrisa satisfecha.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora