𝟎𝟒

1.2K 82 10
                                    

El moreno estaba de pie, concentrado en su bitácora mientras revisaba meticulosamente sus notas. Su sombrero rosado descansaba sobre el escritorio, testigo silencioso de su labor. Chopper llevaba horas analizando la muestra de veneno que la almirante Tashigi había traído, su cabello castaño pegado a la frente por el sudor del esfuerzo. Con un gesto automático, colocó la pluma detrás de su oreja.

En ese momento, Law tocó suavemente el marco de la puerta. El pecoso levantó la vista y, con una leve inclinación de cabeza, le permitió entrar. Law se acercó despacio, dejando una taza de chocolate caliente sobre el escritorio, su aroma envolviendo el aire y ofreciendo un breve respiro en medio de la concentración.

—¡Gracias, Torao!—dijo, sorbiendo de su taza—. Aún no encuentro todos los componentes, solo algunas feromonas. Dejé todo en el laboratorio. Necesitamos traer a alguien de Wano. Además, empiezo a creer que no es Smile. Puede que estén creando algo similar solo para controlar. Y, basado en las feromonas que encontré, esto es para los omega.

Chopper se levantó y se dirigió hacia el escritorio donde estaban esparcidas sus notas y muestras. La mención de las feromonas y los omega sugería una manipulación biológica avanzada. Chopper se cruzo de brazos e invito a Law a sentarse.

—¿Es un veneno para controlar a los omegas? ¿Es como esa droga para inducir el celo?—inquirió, frunciendo el ceño.

La preocupación en su voz resonó en la silenciosa habitación. Chopper levantó la mirada de sus notas, notando la seriedad en los ojos de Law. La idea de un veneno diseñado específicamente para manipular a los omegas era inquietante, y la comparación con la droga para inducir el celo usado por algunos para obligarlos a procrear solo hacía que la situación pareciera aún más siniestra.

—Algo así, es complicado, Kureha y yo hemos pasado horas en laboratorio sin avanzar mucho, ¿Hay algo en East Blue como distribuidores?

—Smoker y Tashigi han confirmado apenas dos, son piratas de poca monta y ya han sido arrestados. Ninguno con fruta del diablo

Chopper bebió de su taza de chocolate caliente.

—Desde que Luffy se convirtió en el Rey de los Piratas, parece que no hay otros piratas tan interesantes como él o como tú—Se sonroja—Después de todo, gracias a piratas como ustedes, los Dragones Celestiales fueron derrotados y nacieron reinos justos, libres e igualitarios.

—En eso tienes razón—reconociendo la verdad en sus palabras.—Desde Luffy, no ha habido más piratas como él. Creo que es único en el mundo—sonrió—Hablaré con los contactos que tenemos en Wano. Cuando haya algo más, llámame. Nos vemos, Tony-ya.

Law cruzó el umbral de la puerta, dedicando un amable saludo a dos de los guardias que cruzaban su camino. El pasillo se extendía ante él, con su suelo de mármol pulido y grandes ventanales que permitían que la cálida luz del sol se filtrara en su interior, creando un ambiente acogedor y luminoso. Descendió las elegantes escaleras de caracol con gracia, sus pasos resonando ligeramente en el silencio del vestíbulo.

Avanzó por más pasillos, guiado por la familiaridad de los rincones que conocía tan bien. Finalmente, llegó al jardín que tanto apreciaba, con su estilo de invernadero y un gran techo de cristal que permitía la entrada de la luz natural. El aroma embriagador de las flores llenaba el aire, envolviéndolo en una atmósfera de serenidad y belleza.

El jardín era un refugio de tranquilidad. Una pequeña lagunilla en el centro reflejaba el cielo y las plantas circundantes, creando un cuadro de paz. Alrededor de la lagunilla, sillas de mimbre invitaban al descanso, y en una esquina, la hamaca de Luffy colgaba entre dos robustos árboles. Era el lugar donde Luffy solía dormir la siesta mientras Law leía o buscaba escapar de sus responsabilidades.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora