EXTRA 5

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Law se encontraba sentado, con la mano acariciando suavemente su vientre de cinco meses. Este embarazo lo habían detectado tarde, algo similar comparado con el de los gemelos. No había sufrido los síntomas clásicos como vómitos o mareos, su vientre no era tan prominente, y la sensibilidad a los olores tampoco lo había afectado esta vez. El proceso había sido notablemente tranquilo. Sin embargo, algo que sí había cambiado eran sus antojos; desde pepinillos hasta helados exóticos, aunque su favorito habían terminado siendo las hamburguesas. Law, que odiaba el pan, había tenido que ceder a este antojo, pero con el tiempo, incluso se había acostumbrado a ello.

Mientras observaba el paisaje, Robin se acercó y tomó asiento a su lado, colocando una caja sobre la mesa.

—¿Problemas con Ace?—preguntó con una sonrisa suave—. Escuché lo que pasó.

Law suspiró y asintió levemente, sus ojos dirigiéndose a la caja que Robin había traído. Al abrirla, se encontró con dos juguetes de madera: uno representaba al Sunny y el otro al Polar Tang.

—Ya pasó—respondió—, solo estaba un poco celoso y temeroso de que lo dejemos de lado. Ya hablamos con él sobre eso

—Es normal en niños, es un proceso—suspiro—Son preciosos, ¿no?—comentó Robin, mirando los juguetes—. Franky siempre se empeña en hacer cosas para los niños. Ya tenemos demasiados sobrinos favoritos—agregó con una sonrisa y un guiño.

Robin y Franky eran una pareja sólida, una mezcla adorable entre una parte más emotiva y activa, y otra más reservada y reflexiva. Habían decidido no tener hijos, y aunque en algún momento Robin se sintió afectada por su infertilidad y el pequeño tamaño de su útero, con el tiempo ambos habían encontrado la felicidad juntos sin hijos.

—¡Ito!—la voz de Isamu resonó mientras corría hacia ellos.

El niño, ahora de 11 años, tenía los rasgos de Sabo pero con los ojos de Koala, una combinación que lo hacía inconfundible. Se acercó a Law, acariciando su vientre con curiosidad y luego saludó a Robin con una sonrisa.

Poco después, Sora apareció, su largo cabello lacio balanceándose tras ella. Saludó a sus tíos y a su primo antes de acercarse a Law y acariciar también su vientre. Le entregó un bordado en forma de abeja que había hecho, y Law lo aceptó con una sonrisa agradecida.

Zoro y Luffy entraron. Ambos saludaron brevemente a todos antes de que Sanji llegara tomado de la mano de Kenji, su hijo. Kenji, con los ojos de Zoro, las cejas rizadas de Sanji y su cabello bicolor, era una mezcla perfecta de sus padres. Luffy, siempre efusivo, se acercó a Law, inclinándose para darle un beso cariñoso en los labios antes de saludar a los niños, quienes lo abrazaron emocionados.

Sanji se acercó para sentarse junto a Zoro, mientras Kenji, aún sosteniendo su mano, corrió a unirse al grupo de niños. El pequeño se lanzó al suelo junto a Isamu y Sora, mirando los juguetes de madera que Law había recibido.

—Es impresionante cómo crecen—comentó Sanji con una sonrisa, observando a los niños jugar—. Hace poco eran solo bebés.

—Lo mismo digo de Kenji. Es como si cada día se pareciera más a Zoro—agregó Luffy con una risa suave, dándole un codazo juguetón a Zoro, quien solo respondió con una sonrisa leve y un resoplido, siempre manteniéndose sereno.

—Está bien si no se parece mucho a ti, cocinero—bromeó Zoro—, sería peligroso que tuviera tus hábitos alimenticios

—Oye, mis hábitos alimenticios son perfectos, idiota—replicó Sanji con una sonrisa sarcástica, aunque la calidez en su voz lo traicionaba.

Mientras ellos conversaban, Law permanecía en silencio, observando a su alrededor. Sus manos seguían acariciando su vientre, sintiendo esos pequeños movimientos que le recordaban la vida creciendo dentro de él. Era diferente a sus anterior embarazo, pero eso lo hacía aún más especial. Sentía que este bebé, de alguna forma, estaba esperando su propio momento para hacerse notar.

EL ESPOSO DEL REYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora