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El no tenía planeado acabar en un hospital conocido de las calles de Uruguay, golpeado de todas las formas posibles, se quejó al pasar la lengua por su labio reventado, odiaba a su padrastro lo odiaba.

Esteban que era uno de los ayudantes de Enzo, se acercó hacia él haciendo una mueca de dolor al verle el rostro.

—Vamos a ver.—Suspiró ya que ya estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones.—¿Qué te pasó?

—intenté defenderme de mi padrastro, pero no pude, y me dijo que era un marica por no comportarme como hombre. Me estrelló contra la pared y así fue como terminé.

Esteban pasó una mano por el puente de su nariz y lo miro mirando hacia la oficina de Enzo, que ahora se encontraba con pacientes.

—Te programaré una cita con el doctor Vogrincic, pero vas a tener que esperar, ahora mismo está con pacientes.

Recalt asintió con la cabeza mientras su pierna tictaqueaba; estaba ansioso y la gente lo miraba de forma rara.

Observó a un chico que, al parecer, se había roto el brazo; lo tenía fuera de lugar.

Escuchó su teléfono y vio el nombre del contacto. Suspiró de alivio; era Juani.

—Juani? ¿Qué haces llamándome, boludo? estas mal— Habló teniendo pegado el teléfono en la oreja.

—¿Dónde estás, Mati? Escucho mucha bulla, ¿estás en una discoteca?— Respondió alargando la "a" al final.

—Quisiera, pero no. Estoy en el hospital.

—¡¿En el hospital?! ¿Qué te pasó, loco? Decime hermano—exclamó Juani con preocupación evidente en su voz.

Recalt aguanto la risa al escuchar a Juani quejarse así que tuvo que inventarse una mentira pequeña.

—Me caí de la bici y me moretee la cara. Estoy esperando que me vea el médico. La verdad, estoy re nervioso —respondió Mati con tono resignado.

—¡Qué cagada, boludo! ¿Necesitás que vaya para allá?

—No, no te preocupes. Seguro me atienden  pronto. Pero gracias por la preocupación, Juani.

—¡Dale, cualquier cosa avisame! ¡Mejorate pronto, loco!

—Gracias, Juani. Nos vemos después.

Un paciente salió del consultorio de Vogrincic, luego el mismo salió con el semblante serio.

—Matías Recalt —llamó Vogrincic con voz grave, buscando entre los presentes en la sala de espera.

Matías se levantó con nerviosismo y se acercó a Vogrincic, con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho.

—Sí, soy yo —respondió Matías, tratando de mantener la calma ante la mirada seria del médico.

—Y a vos qué te pasó, estás todo golpeado, fanfarrón —comentó Vogrincic con una mezcla de preocupación

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—Y a vos qué te pasó, estás todo golpeado, fanfarrón —comentó Vogrincic con una mezcla de preocupación.

—Andaba en bici y me saqué la mierda ya ves que estoy todo golpeado—respondió Matías con una sonrisa irónica, tratando de aligerar la tensión del momento.

Vogrincic frunció el ceño ligeramente ante la respuesta de recalt, pero luego asintió comprensivamente.

—Bueno, veamos qué tan profundos son los cortes —dijo mientras revisaba el expediente de Matías.

Vogrincic notó los golpes en la cara de recalt y su expresión cambió a una de preocupación genuina.

—Matías, ¿qué pasó con tu rostro? —preguntó con voz suave, mirándolo con atención.

Recalt bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta. Después de un momento de silencio incómodo, decidió abrirse.

—Fue mi padrastro... tuvimos una pelea. No es la primera vez que pasa —confesó en un susurro, con la mirada fija en el suelo.

El rostro de Vogrincic se endureció ante la revelación de Matías. Respiró profundamente antes de hablar, intentando controlar su indignación.

—Lo siento mucho, Matías. Nadie debería pasar por algo así. ¿Has hablado con alguien sobre esto?

Matías sacudió la cabeza con pesar.

—No, no he hablado con nadie. Mi mamá no quiere creerme y mis amigos... no sé, no quiero preocuparlos —confesó, sintiéndose cada vez más abrumado por la situación.

Vogrincic respiró profundamente, decidido a ayudar a Matías de la mejor manera posible.

—Matías, sé que esto es difícil, pero necesitas hablar con alguien de confianza. Te prometo que te apoyaré en lo que necesites —dijo con firmeza, antes de comenzar a curar los golpes en el rostro de Matías con cuidado y atención.

Mientras Vogrincic curaba sus heridas, Matías se sintió un poco más reconfortado por sus palabras. Por primera vez en mucho tiempo, sintió un destello de esperanza.

—Gracias, Enzo. Significa mucho para mí —expresó Matías con sinceridad, mirando a Vogrincic con gratitud en sus ojos.

Dr. Enzo||Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora