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Enzo se levantó temprano esa mañana antes de ir a trabajar al hospital. Decidió hacer algo diferente y se dirigió a una peluquería para cortarse el pelo, sin que Matías supiera.

—¡Buen día! ¿En qué puedo ayudarte? —saludó el peluquero al ver entrar a Enzo.

—Hola, quiero un cambio de look. Me gustaría cortar bastante el pelo, algo más fresco para el verano —respondió Enzo con determinación.

El peluquero asintió con una sonrisa y comenzó a trabajar en el nuevo estilo de Enzo, mientras él se imaginaba la sorpresa en el rostro de Matías al verlo con el pelo corto.

Horas más tarde, Enzo llegó al departamento que compartía ahora con Matías, luciendo su nuevo corte de pelo. Se acercó a Matías, que estaba desayunando.

—¡Hola, amor! ¿Qué te parece mi nuevo look? —preguntó Enzo, con una sonrisa nerviosa mientras esperaba la reacción de Matías.

—¡Enzo, mi amor! ¿Te cortaste el pelo?! —gritó Matías emocionado, levantándose de la mesa.

Enzo frunció el ceño, sorprendido por la reacción de Matías.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿No te gusta? Se ve mal cierto—preguntó, confundido.

Mati le dejó un beso en los labios con una sonrisa.

—Te hace ver más guapo —respondió con cariño, acariciando el cabello recién cortado de Enzo.

—Gracias, cariño —respondió Enzo con una sonrisa, sintiéndose halagado por el cumplido de Matías.

En un gesto juguetón, Enzo cargó a Matías por los muslos, haciendo que su pareja soltara una risita.

—¡Enzo, suéltame! ¡Estamos en público! —exclamó Matías entre risas, tratando de contener su diversión mientras Enzo lo sostenía con firmeza.

Enzo le lanzó una mirada traviesa y depositó un beso en la mejilla de Matías antes de ponerlo de nuevo en el suelo.

—No puedo resistirme a ti, Mati —dijo Enzo con ternura, entrelazando su mano con las de Matías.

—No puedo resistirme a ti, Mati —dijo Enzo con ternura, entrelazando su mano con las de Matías

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Agustín se apareció por detrás de Juani, agarrándolo del hombro.

—¿Qué mierda querés, Agustín?! —exclamó Juani, girándose bruscamente, su expresión pasando de sorpresa a enfado en segundos.

Agustín levantó las manos en un gesto de paz, una sonrisa irónica en su rostro.

—Tranquilo, Juani. Solo quería saludar, ¿acaso ya no puedo hablar con vos? —respondió, su tono cargado de sarcasmo.

Juani bufó, claramente molesto por la aparición de Agustín.

—No, no podés. Siempre traés quilombos —replicó Juani, cruzándose de brazos y mirándolo con desdén.

Dr. Enzo||Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora