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Los dos se dirigieron hacia donde estaban Esteban, Francisco y Juani, quienes los recibieron con una mirada cómplice y sonrisas traviesas.

—¡Mira nada más, los tortolitos! ¿Qué estaban haciendo por ahí? —preguntó Juani con una sonrisa pícara.

Matías se ruborizó ligeramente, pero Enzo respondió con tranquilidad.

—Solo conversando un poco. ¿Ya decidieron a dónde vamos a comer? Estamos muertos de hambre —dijo Enzo, cambiando el tema con naturalidad.

Esteban asintió y señaló en dirección a una pizzería cercana.

—Estábamos pensando en probar esa pizzería nueva que abrieron por aquí. ¿Qué les parece? —propuso.

Todos estuvieron de acuerdo y se encaminaron hacia el lugar, disfrutando de la compañía y la anticipación del festín que les esperaba.

Los amigos caminaron hacia la pizzería, charlando animadamente en el camino.

—Che, Enzo, ¿vos no te cortás el pelo nunca más? —bromeó Esteban, lanzándole una mirada juguetona.

Enzo rió y pasó una mano por su cabello.

—Ya veremos, che. Me gusta así por ahora, pero nunca se sabe —respondió con una sonrisa.

Francisco intervino con una risa.

—Yo opino que te queda bien, Enzo. Te da un aire de rockstar, ¿no creen? —comentó, mirando al resto del grupo.

Juani asintió, con una sonrisa burlona.

—Sí, podría ser el nuevo líder de una banda de rock. El Enzo Bon Jovi argentino —dijo con sarcasmo, desatando risas entre todos.

Matías se unió a la broma, disfrutando del ambiente ligero y divertido.

—Bueno, ya veremos si Enzo se anima a subirse al escenario. Por ahora, vamos a disfrutar de unas buenas pizzas —dijo con entusiasmo, y el grupo asintió, compartiendo la misma emoción por la comida.

 Por ahora, vamos a disfrutar de unas buenas pizzas —dijo con entusiasmo, y el grupo asintió, compartiendo la misma emoción por la comida

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Agustín miró su rostro en el espejo, notando los rasguños que le marcaban la piel.

—Ese hijo de puta de Enzo me las va a pagar todas —dijo con rabia, apretando los puños.

Felipe, su amigo, se acercó y le puso una mano en el hombro.

—Vos fuiste el que le buscó bronca, loco. No te metas en líos si no estás dispuesto a bancártelas —le advirtió con tono serio.

Agustín asintió con resignación, sabiendo que tenía razón.

—Sí, lo sé. Pero no puedo dejar que me falten el respeto así, ¿entendés? —respondió, sintiendo aún el ardor de la pelea en su cuerpo.

Felipe le dio una palmada en la espalda, tratando de calmarlo.

—Lo entiendo, pero a veces es mejor dejar pasar las cosas. Ahora vamos, vamos a tomar algo para tranquilizarnos —propuso, y Agustín aceptó, sabiendo que necesitaba despejar la mente después del altercado.

 Ahora vamos, vamos a tomar algo para tranquilizarnos —propuso, y Agustín aceptó, sabiendo que necesitaba despejar la mente después del altercado

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El grupo se encontraba reunido en la mesa de la pizzería, disfrutando de sus deliciosas pizzas y compartiendo risas y conversaciones. Enzo y Matías estaban sentados uno al lado del otro, sumergidos en su propio mundo.

Juani, Esteban y Francisco los observaban con una sonrisa cómplice, felices de ver a sus amigos disfrutar de su mutuo cariño.

—Miren esos dos tortolitos, no pueden mantener las manos quietas —comentó Esteban con una risa suave, señalando discretamente a Matías y Enzo.

Juani asintió con una sonrisa traviesa.

—Bueno, mientras no se pasen de la raya y se coman toda la pizza, está bien —bromeó, recibiendo risas de los demás.

Matías enredó sus dedos en el cabello largo de Enzo mientras lo besaba, sumergiéndose en el momento.

—Mati... —suspiró Enzo cerca de sus labios.

—¿Sí? —respondió Matías, mirándolo con una sonrisa juguetona, sus ojos estaban brillando.

Los labios de Enzo se curvaron en una sonrisa traviesa mientras deslizaba una mano por la espalda de Matías.

—¿No crees que estamos llamando demasiado la atención? —susurró Enzo con picardía, su aliento cálido estaba rozando los labios de Matías.

Matías se rió suavemente y acarició la mejilla de Enzo con ternura.

—¿Y qué si nos están mirando? Solo quiero estar contigo en este momento —respondió Matías, perdido en la intensidad del momento y en el brillo de los ojos de Enzo.

—Bueno, ya tortolitos, coman algo que se enfría —dijo Juani con una sonrisa traviesa, interrumpiendo el momento romántico de Matías y Enzo.

—¡Juani! ¡Por qué siempre estás de mal tercio! —se quejó Matías, sintiéndose sonrojado por la interrupción.

Juani soltó una risa contagiosa y levantó las manos en señal de inocencia.

—Andá, boludo, luego podrás comerte a besos a Enzo sin que nadie te moleste —bromeó, sacando más risas del grupito.

Dr. Enzo||Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora