—Hola, nene, soy tu tío Fran y él es tu tío Esteban —dijo Francisco con una sonrisa cálida mientras se agachaba para estar a la altura de Lucas.
—Hola, Lucas —dijo Esteban, sonriendo mientras acariciaba suavemente la cabeza del niño—. Estamos muy contentos de conocerte.
Lucas, algo tímido, miró a sus nuevos tíos con curiosidad y una pequeña sonrisa.
—Hola, tío Fran. Hola, tío Esteban —respondió Lucas, sintiéndose cada vez más cómodo con la presencia de sus nuevos familiares.
Enzo y Matías observaron la escena con ternura, felices de ver cómo Lucas comenzaba a formar lazos con Francisco y Esteban.
—¿Y qué te gusta hacer, Lucas? —preguntó Francisco, tratando de conocer mejor a su nuevo sobrino.
Lucas se animó un poco más y respondió:
—Me gusta dibujar y jugar a la pelota. ¿Podemos jugar algún día?
Esteban sonrió ampliamente y asintió.
—¡Por supuesto que sí, campeón! Podemos jugar todo lo que quieras —dijo Esteban, con una mirada llena de cariño.
Matías, emocionado al ver la conexión que se estaba formando, intervino.
—Lucas, ¿por qué no les muestras a tus tíos los dibujos que hiciste? Están en tu cuarto.
Lucas asintió con entusiasmo y corrió hacia su habitación, regresando rápidamente con un montón de dibujos en las manos.
—Miren, estos son mis dibujos —dijo, extendiéndoselos a Francisco y Esteban, que los recibieron con gran interés.
—¡Wow, son increíbles! —exclamó Francisco, admirando los colores y la creatividad de Lucas—. Tenés mucho talento, nene.
—Sí, son muy buenos, Lucas. Vas a tener que enseñarnos a dibujar como vos —añadió Esteban, guiñándole un ojo.
Lucas se sonrojó de felicidad ante los elogios, sintiéndose cada vez más aceptado y querido en su nueva familia.
La tarde transcurrió con risas y juegos mientras Lucas mostraba más de sus dibujos y Francisco y Esteban lo animaban con comentarios cariñosos. Enzo y Matías observaban con orgullo y satisfacción, viendo cómo Lucas se integraba perfectamente en su círculo familiar.
—¿Sabés qué, Lucas? —dijo Esteban, levantándose de su silla—. Tengo una idea. ¿Qué te parece si mañana vamos todos al parque a jugar a la pelota?
Los ojos de Lucas se iluminaron y una sonrisa enorme apareció en su rostro.
—¡Sí, me encantaría! —exclamó, saltando de alegría.
Francisco rió ante la reacción del niño y miró a Enzo y Matías.
—Va a ser genial. ¿Verdad, chicos? —dijo Francisco, feliz de ver a Lucas tan emocionado.
—Claro que sí —respondió Matías, abrazando a Lucas—. Vamos a pasar un día increíble en el parque.
Enzo asintió, conmovido por la escena.
—Sí, Lucas. Nos vamos a divertir mucho. —le aseguró, mientras acariciaba la espalda del niño.
La noche llegó y, después de una cena llena de risas y conversaciones animadas, llegó la hora de acostarse. Matías y Enzo llevaron a Lucas a su habitación, arropándolo con cuidado.
—Buenas noches, campeón —dijo Enzo, dándole un beso en la frente—. Te queremos mucho.
—Buenas noches, Lucas. Que sueñes con los angelitos —añadió Matías, acariciando suavemente la cabeza del niño.
Lucas sonrió, sintiéndose amado y seguro.
—Buenas noches, papás. Los quiero —murmuró antes de cerrar los ojos, sintiendo que, por primera vez, tenía un verdadero hogar.
Mientras salían de la habitación, Enzo y Matías intercambiaron una mirada de satisfacción y amor. La familia que habían soñado estaba finalmente tomando forma, y sabían que el futuro estaba lleno de momentos felices y memorias por crear juntos.
*
A la mañana siguiente, la casa estaba llena de energía y entusiasmo. Enzo y Matías se aseguraron de que todo estuviera listo para el día en el parque. Lucas, con su nueva pelota, no podía contener la emoción.
—¡Vamos, vamos! —exclamó Lucas, saltando de un pie al otro—. ¡No quiero llegar tarde!
—Tranquilo, campeón. Llegaremos a tiempo —dijo Enzo, riendo mientras ayudaba a Matías a preparar una canasta con comida para el picnic.
Cuando finalmente salieron de casa, Lucas corría adelante, tirando de la mano de Matías. En el parque, Esteban y Francisco ya los estaban esperando con sonrisas y una pelota en la mano.
—¡Lucas, vení! Vamos a jugar un rato —llamó Esteban, levantando la pelota.
Lucas corrió hacia ellos, y pronto el parque se llenó de sus risas mientras jugaban. Enzo y Matías se sentaron en una manta, observando con satisfacción.
—Mirálo, Mati. Está tan feliz —dijo Enzo, entrelazando sus dedos con los de Matías.
—Sí, Enzo. Esto es exactamente lo que soñamos —respondió Matías, apoyando la cabeza en el hombro de Enzo.
Francisco se acercó a ellos, después de unos minutos de juego, con una gran sonrisa en su rostro.
—Es un crack el pibe. Tiene mucha energía —comentó, sentándose junto a ellos—. Ustedes están haciendo un gran trabajo.
—Gracias, Fran. La verdad es que estamos aprendiendo todos los días —dijo Matías, con una sonrisa agradecida.
Esteban, que había estado jugando con Lucas, se unió a la conversación.
—¿Y cómo van con la adaptación? ¿Lucas se está acostumbrando bien? —preguntó, mientras Lucas seguía corriendo por el parque.
—Sí, la verdad que sí. Es increíble cómo se está integrando. Parece que siempre hubiese sido parte de nuestra familia —respondió Enzo, orgulloso.
Después de un rato, todos se sentaron juntos para disfrutar del picnic. Compartieron comida, historias y muchas risas, haciendo que el día fuera inolvidable para todos.
Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, Lucas se quedó dormido en los brazos de Matías, exhausto pero feliz.
—Parece que tuvo un día lleno —dijo Esteban, sonriendo.
—Sí, fue un día perfecto —respondió Matías, mirando a Lucas con ternura—. Gracias por ser parte de esto, chicos.
—Siempre vamos a estar aquí para ustedes y para Lucas —afirmó Francisco, poniendo una mano en el hombro de Enzo.
Enzo y Matías asintieron, sintiéndose afortunados de tener una familia y amigos tan increíbles. Sabían que con su amor y apoyo, podrían superar cualquier cosa y darle a Lucas la vida llena de amor y felicidad que merecía.
Con el niño en su vida, Enzo y Matías experimentaron una nueva clase de felicidad y plenitud. Cada día estaba lleno de momentos especiales: desde risas juguetonas durante el desayuno hasta abrazos reconfortantes antes de dormir.
Se dedicaron por completo a la crianza de su hijo, aprendiendo a ser padres juntos y enfrentando los desafíos con amor y determinación. Cada paso del camino estaba marcado por el cariño incondicional que sentían el uno por el otro y por el niño que había llenado sus vidas de significado.
Su hogar se convirtió en un refugio de amor y calidez, donde siempre había espacio para juegos, risas y conversaciones profundas. Enzo y Matías se sentían agradecidos por el regalo de la paternidad y por la oportunidad de darle al niño una vida llena de amor y oportunidades. Juntos, formaron una familia fuerte y unida, lista para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara.
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Dr. Enzo||Matienzo
FanfictionEnzo Vogrincic es un médico brillante con un aura de misterio que lo rodea. De cabello oscuro y ojos penetrantes, su presencia impone respeto y confianza. Recalt es un joven estudiante que, a pesar de su corta edad, ya ha vivido más de lo que muchos...