21

101 8 0
                                    

—Te extrañé tanto, amor —susurró Mati mientras se perdía en los ojos de Enzo.

Enzo le devolvió el beso con ternura, acariciando su cabello con delicadeza.

—Yo también te extrañé, Mati. ¿Estás listo para nuestra cena especial? —preguntó Enzo, con una sonrisa llena de amor.

Mati asintió emocionado.

—¡Claro que sí! Estoy ansioso por pasar esta noche contigo, mi amor.

—Preparé algo especial para nosotros —dijo Enzo, manteniendo su mirada fija en Matías mientras lo acariciaba suavemente.

—¿De verdad? —preguntó Matías con curiosidad, sus ojos brillando de emoción.

Enzo asintió, disfrutando de la cercanía de su prometido.

—Sí, una cena que nunca olvidarás.

—No puedo esperar, cariño. Todo lo que haces siempre es perfecto para mí —respondió Matías, inclinándose para darle otro beso suave.

—Vamos, es una sorpresa —dijo Enzo, levantándose con Matías todavía en sus brazos.

—¿Dónde vamos? —preguntó Matías, riendo suavemente mientras se aferraba a su esposo.

—Al comedor. Quiero que cierres los ojos —respondió Enzo con una sonrisa traviesa.

Matías obedeció, cerrando los ojos y dejándose guiar por Enzo. Cuando finalmente llegaron, Enzo le susurró al oído.

—Ahora puedes abrirlos.

Matías abrió los ojos y se encontró con una mesa elegantemente decorada, llena de velas y flores, y una deliciosa cena preparada con esmero. Su boca se abrió de asombro.

—¡Enzo! Esto es increíble, es más de lo que podría haber imaginado —dijo Matías, conmovido.

—Todo esto es para ti, amor. Quería que esta noche fuera especial, como nuestro amor —respondió Enzo, abrazándolo con ternura.

—Eres el mejor, Enzo —dijo Matías, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas de felicidad.

—Y tú eres mi todo, Matías. Brindemos por nosotros y por todos los años que vendrán —respondió Enzo, tomando dos copas de vino de la mesa y entregándole una a Matías.

—Por nosotros —repitió Matías, chocando suavemente su copa con la de Enzo antes de tomar un sorbo.

Se sentaron a la mesa, disfrutando de la comida y de la compañía del otro. La conversación fluía fácilmente, llena de risas y recuerdos compartidos.

Después de la cena, Enzo se levantó y extendió su mano hacia Matías.

—¿Te gustaría bailar conmigo?

Matías tomó su mano con una sonrisa y se levantó. —Siempre, amor.

Bailaron lentamente al compás de una suave melodía, perdiéndose en el momento, sintiendo que no existía nada más en el mundo aparte de ellos dos. Enzo inclinó su cabeza y susurró en el oído de Matías.

—Gracias por ser mi compañero de vida, Matías. No puedo esperar a celebrar muchos más aniversarios contigo.

Matías lo miró a los ojos y respondió con una sonrisa.

—Y yo contigo, Enzo. Para siempre.

Siguieron bailando, disfrutando de la cercanía y el calor del otro. Enzo apoyó su frente contra la de Matías y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento.

—¿Recuerdas nuestra primera cita? —preguntó Enzo, con una sonrisa nostálgica.

—¿Cómo podría olvidarla? —respondió Matías, riendo suavemente—. Fuimos a aquel pequeño café en la esquina y hablamos hasta que cerraron. Nunca había sentido una conexión tan fuerte con alguien.

Enzo asintió, acariciando la mejilla de Matías. —Desde ese día supe que eras el indicado para mí.

—Y ahora estamos aquí, celebrando nuestro primer aniversario de bodas. Ha sido un año increíble, Enzo. No puedo esperar a ver qué más nos depara el futuro.

—Juntos podemos con todo —dijo Enzo, besando suavemente a Matías en los labios—. Este es solo el comienzo de nuestra historia.

Matías sonrió, sintiéndose más feliz que nunca. —Te amo, Enzo.

—Y yo a ti, Matías. Para siempre.

El reloj marcó la medianoche, y con un último beso, supieron que este primer aniversario sería solo uno de muchos momentos inolvidables en su vida juntos.

*

Esteban y Francisco estaban cuidando a Lucas en su casa mientras Enzo y Matías pasaban tiempo a solas.

—Che, Fran, ¿cuánto tiempo crees que nos dejarán a cargo de Lucas? —preguntó Esteban, mirando a su amigo con una sonrisa.

—No sé, boludo, pero mientras tanto aprovechemos para jugar un rato con él. ¿Qué te parece si armamos un castillo de bloques? —respondió Francisco, entusiasmado.

—¡Buena idea! Seguro que a Lucas le encantará. Pero primero, ¿no querés una birra? —preguntó Esteban, yendo hacia la cocina.

—¡Obvio! Traé unas bien frías, que va a ser una tarde larga —dijo Francisco, riendo mientras se ponía a jugar con Lucas en el suelo.

—¡Miren, estoy construyendo un castillo gigante! —exclamó Lucas, emocionado, mientras apilaba los bloques con habilidad.

Esteban regresó con las cervezas y se unió al juego, ayudando a Lucas a construir su fortaleza imaginaria.

—¡Qué talento, Lucas! Tienes futuro como arquitecto —bromeó Esteban, levantando un bloque con cuidado.

Francisco sonrió, observando la escena con cariño.

—Sí, va a ser el mejor arquitecto del mundo, ¡y nosotros estamos aquí para ser sus asistentes!

Los tres rieron, disfrutando de la tarde juntos mientras Enzo y Matías compartían momentos de intimidad.

Dr. Enzo||Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora