Enzo Vogrincic es un médico brillante con un aura de misterio que lo rodea. De cabello oscuro y ojos penetrantes, su presencia impone respeto y confianza.
Recalt es un joven estudiante que, a pesar de su corta edad, ya ha vivido más de lo que muchos...
Enzo yacía en el suelo, golpeado y con sangre saliendo de su nariz y frente. Estaba en medio de la nada, apenas consciente.
Unos oficiales de policía que patrullaban la zona lo vieron y rápidamente se acercaron.
—¡Ey, ey! ¿Estás bien, pibe? —dijo uno de los oficiales, arrodillándose junto a Enzo para evaluarlo.
El otro oficial sacó su radio para pedir una ambulancia.
—Necesitamos una ambulancia en nuestra ubicación, tenemos a un joven herido —informó, mientras el primero trataba de mantener a Enzo consciente.
—¿Podés oírme? ¿Cómo te llamás? —le preguntó el oficial, tratando de mantenerlo despierto.
—Me llamo Enzo... Vogrincic... soy médico del hospital privado de Uruguay..—logró decir apenas, ya que un hilo de sangre salió de su boca.
El oficial lo miró con preocupación y trató de mantenerlo consciente.
—¿Tenés algún documento? ¿Credencial o un teléfono de un familiar al que podamos contactar? —preguntó el oficial, buscando en los bolsillos de Enzo con cuidado.
Enzo hizo un esfuerzo por mover una mano hacia su bolsillo interior.
—En mi... chaqueta... mi billetera... —murmuró con dificultad.
El oficial encontró la billetera y sacó una credencial y un documento de identidad. También buscó en el teléfono de Enzo, encontrando rápidamente el contacto de "Mati ❤️."
—Tranquilo, Enzo, ya estamos llamando a alguien —dijo el oficial, marcando el número y esperando que alguien contestara mientras su compañero continuaba pidiendo asistencia médica urgente.
El oficial esperó con el teléfono en la mano mientras el tono de llamada sonaba, esperando que alguien respondiera. Finalmente, la voz de Matías se escuchó al otro lado de la línea.
—Hola, ¿quién habla? —preguntó Matías, con preocupación en su tono.
—Hola, ¿usted es Matías? —respondió el oficial—. Soy el oficial Ramírez de la policía. Encontramos a Enzo Vogrincic, está herido. Necesitamos que venga al hospital cuanto antes.
Matías sintió un nudo en el estómago y su voz tembló al responder.
—¡¿Qué le pasó?! ¿Está bien? ¿A qué hospital lo llevan? —preguntó desesperado.
—Lo estamos trasladando al Hospital Central. Lo encontraron golpeado, pero va a recibir atención médica de inmediato. Por favor, venga tan pronto como pueda —explicó el oficial con tono calmado, tratando de no alarmar más a Matías.
—Voy en camino. Gracias, oficial —dijo Matías antes de colgar, ya buscando sus llaves y saliendo apresuradamente de su casa.
Mientras tanto, la ambulancia llegó y los paramédicos comenzaron a atender a Enzo en el lugar, estabilizándolo para el traslado. Los oficiales ayudaron a colocar a Enzo en la camilla, y uno de ellos se aseguró de acompañarlo en el viaje al hospital para asegurar que todo estuviera en orden y que Matías pudiera llegar a su lado lo más rápido posible.
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La ambulancia se apresuró a llevar a Enzo al Hospital Central, con los paramédicos trabajando para estabilizarlo en el camino. El oficial Ramírez se quedó en la escena, esperando a que Matías llegara.
Matías llegó al hospital casi corriendo, su corazón latiendo desbocado por la preocupación. Se acercó al mostrador de información, apenas capaz de contener su pánico.
—¡Perdón, soy Matías Recalt! Me llamaron de la policía, mi pareja, Enzo Vogrincic, está aquí. ¿Dónde está? —preguntó, con la voz temblorosa.
La recepcionista, viendo la urgencia en sus ojos, rápidamente buscó la información.
—Sí, Enzo Vogrincic fue ingresado hace unos minutos. Está en la sala de emergencias. Pase por esa puerta y siga el pasillo a la derecha —indicó, señalando la dirección.
Matías corrió por el pasillo, sintiendo que cada segundo contaba. Llegó a la sala de emergencias y vio a Enzo en una camilla, rodeado de médicos y enfermeras que trabajaban frenéticamente.
Un médico se le acercó, reconociendo la desesperación en su rostro.
—¿Es usted Matías? —preguntó, y al ver su asentimiento, continuó—. Enzo ha sufrido varios golpes y contusiones, pero está estable. Necesitamos hacerle algunas pruebas para asegurarnos de que no haya lesiones internas graves.
Matías asintió, su mirada fija en Enzo.
—Gracias, doctor. ¿Puedo quedarme con él? —preguntó, su voz quebrándose.
—Sí, claro. Solo mantén la calma y no interfieras con el equipo médico —respondió el médico, antes de volver a atender a Enzo.
Matías se acercó a Enzo, tomando su mano con suavidad.
—Estoy aquí, Enzo. Todo va a estar bien —susurró, tratando de infundirle fuerzas mientras las lágrimas corrían por su rostro.
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Matías se acercó al oficial Ramírez con la respiración agitada, preocupado por el estado de Enzo.
—Oficial... Mi ex fue el que causó todo esto, se llama Agustín... Ese tipo intentó hacerme daño en reiteradas ocasiones y me sigue acosando... Acosa a mis amigos también, y Enzo sabe todo lo que ha pasado —explicó Matías, con la voz entrecortada por la angustia.
El oficial Ramírez asintió con seriedad, tomando nota de la información proporcionada por Matías.
—Entiendo, vamos a necesitar más detalles. ¿Puedes decirme dónde puede estar Agustín en este momento? Necesitamos encontrarlo antes de que cause más problemas —respondió el oficial, determinado a tomar medidas rápidas para proteger a Matías y a sus amigos.
Matías asintió con determinación al escuchar la información adicional de Juani.
—Su cómplice es Felipe... No sé su apellido... Siempre paran en una pizzería cercana de la plaza —agregó Juani, acercándose y mostrando las marcas en su cuello—. Ese boludo casi me mata.
El oficial Ramírez tomó nota de todo, su expresión reflejando seriedad y determinación.
—Entendido. Vamos a investigar a estos individuos y tomar las medidas necesarias. Por ahora, lo más importante es que se pongan a salvo y reciban atención médica. Les aseguro que haremos todo lo posible para protegerlos y llevar a estos delincuentes ante la justicia —declaró el oficial, ofreciendo un poco de consuelo en medio de la angustia.
Matías asintió, sintiendo un alivio momentáneo al saber que estaban siendo escuchados y que finalmente podrían obtener ayuda para enfrentar la situación.