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Después de un intenso momento, Enzo ahora tenía el labio reventado y un moretón en el ojo. Mati se sentó enfrente de él con preocupación evidente en su rostro.

—Enzo, no podés pelearte así, está mal —dijo Mati, buscando calmar la situación.

Enzo le respondió con enojo, su voz llena de frustración.

—Vos sos mi casi novio y no me gusta que ese pendejo esté cerca de ti —gruñó, con los puños aún apretados de rabia.

Mati suspiró, tratando de calmar la situación.

—Enzo, entiendo que estés enojado, pero no podemos resolver las cosas así. Pelear no va a solucionar nada —dijo con firmeza, mirándolo a los ojos.

Enzo se pasó una mano por el pelo, aún visiblemente molesto.

—Lo sé, Mati, pero no puedo soportar verlo cerca de vos. Me pone loco —respondió, con un dejo de frustración en su voz.

Juani, indignado por la situación, no pudo contener su ira.

—Largate de acá, flaco, vete a la mierda —gritó Juani, lanzándole una patada a Agustín y cerrándole la puerta en la cara con un golpe seco.

—Son unos hijos de puta, esto no se va a quedar así —dijo Agustín con furia, con la sangre bajando por su nariz.

Felipe, su amigo de toda la vida, respondió al teléfono con urgencia.

—¿Qué pasa, Agus? ¿Estás bien? —preguntó Felipe, notando la tensión en la voz de Agustín.

—No, no estoy bien. Esos hijos de puta me golpearon. Necesito tu ayuda, Felipe. Tenemos que hacer algo al respecto —dijo Agustín, su voz temblaba de rabia.

Felipe asintió con determinación al otro lado de la línea.

—Estoy en camino. No te preocupes, Agus. Los vamos a hacer pagar por lo que te hicieron —respondió, prometiendo venganza.

Después de que Mati terminara de curar a Enzo, besó su labio lastimado con ternura

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Después de que Mati terminara de curar a Enzo, besó su labio lastimado con ternura.

—Es una lástima que hayan lastimado tu cara de muñeco —dijo, acariciando la mejilla de Enzo antes de volver a besarlo.

Juani, aclarándose la garganta, interrumpió el momento.

—Estoy aquí, boludos.

Enzo abrazo a Matías por la cadera haciendo que su torso quedará pegado al suyo y lo beso en los labios.

Matías parecía un tomate recién salido del huerto, con las mejillas rojas de la vergüenza.

—No sabes las ganas que tengo de besarte todo el día —murmuró, con una sonrisa tímida.

—¡Ew! ¡No, cerca de mí! ¡Basta, pelotudos! Ya basta—exclamó Juani, con una mueca de asco, tratando de apartar la atención de ellos.

Enzo, para fastidiar a Juani, besó a Matías en los labios, tomando su mentón con delicadeza, mientras le guiñaba un ojo con picardía.

Dr. Enzo||Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora