Capítulo 36

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Mirándome en el espejo suspiro mientras me hago un recogido con un lazo verde oscuro, la noche había sido larga y mis ojeras lo demostraban.

- ¡Adelante!- elevo mi voz al escuchar frenéticos golpes en la puerta.

- ¿Cómo estás?- es lo primero que escucho después de un portazo, detrás de mi reflejo observo a un Iván nervioso.

- Mejor que tú, al parecer- susurro terminando de colocar bien mi pelo.

- La novia...- empieza pero me giro a mirarlo mal.- Perdón, la niña que no me dejaba en paz.

- Engreído- digo negando y puedo ver sus ojos cristalizados.- Susana, sí. Sigue.

- Se ha suicidado... Bueno, tú ya lo sabes- baja la voz apoyando la espalda en la puerta.

- Y te sientes mal por haberla tratado tan mal- él me mira sorprendido.- Eres bastante transparente aunque no cuentes nada.

- Genial...

- No es tu culpa- susurro girándome para acercarme a él, quien se peina frustrado.

- O sí.

- Iván- con delicadeza agarro sus manos para que pare.- No lo es, no eres lo único que conocía aquí, los que hacen eso es por causas más fuertes o porque hay alguna enfermedad mental de por medio.

- Pero...

- Calla y escucha- él hace lo que le digo sonriendo tenso.- No pienses, solo te vas a joder. ¿La trataste mal? Sí ¿Qué se ha tenido que morir para que te dieras cuenta? También.

- Joder, Sabela...

- Calla, que tú eres peor- sonriendo levemente logro que respire más relajado.- El caso es que estás arrepentido, su muerte no te es indiferente, ¿vale?

- Vale.

- Si quieres incluso te puedo ayudar a rezar para contarle todo lo que sientes- él me mira raro.- Estoy haciendo un esfuerzo por no mandarte a la mierda, no me mires así- asintiendo acaricia mis manos.

- Gracias, pero de eso se encarga Paula- suelta, aunque parece arrepentirse al instante.

- ¿Qué va a hacer Paula?- pregunto preocupada.

- Nada malo, solo es demasiado buena como su hermana.

- Deja los piropos y siéntate, tienes que relajarte- yo me siento a su lado en mi cama mientras con mi mano le quito las lágrimas de las mejillas.

- Gracias. Soy un gilipollas.

- No hace falta que me lo jures- levanto mis hombros empezando a calzarme.

- ¿Y podrías darle un abrazo a este gilipollas?- suspirando lo miro dudando, pero sé que le está afectando lo de la chica, por lo que no puedo negarme.

- Ven- rodeando su cuello con mis brazos escondo mi cabeza en su cuello y él rápidamente me aprieta contra él.

- Lo siento, muchísimo, de verdad- mis ojos se aguan deseando odiarlo, pero simplemente asiento sin decir palabra.

Sin previo aviso la puerta se abre dejándome ver a Julia, quien al observar la escena expresa dolor. Despacio me alejo de Iván acariciando su brazo, él se gira viendo a la morena.

- Os dejo solos- digo levantándome y antes de que ninguno pueda decir nada salgo de la habitación dirigiéndome a la biblioteca.

Al entrar puedo ver a varios pequeños dibujando, una sonrisa aparece en mis labios cuando me saludan felices.

- Hola, Bela- dicen a la vez, eran de la clase de Paula.

- Hola, pequeñajos, ¿qué tal esa creatividad?- pregunto acercándome a ellos.

El Internado Laguna NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora