4. Realidad

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Una semana había pasado, y Freen se abstuvo de visitar a Rebecca. Anhelaba hacerlo, pero temía que su ego dolido saliera a flote y le dijera la razón por la que habían terminado. A pesar de ya haber pasado un año y medio, una parte de Freen seguía sintiendo un poco de dolor, pero no podía recriminar a la Becky actual por algo que ni siquiera recordaba haber hecho en el pasado. Por lo tanto, la castaña sólo llamaba a la señora Armstrong para saber sobre su salud y su progreso, y así poder estar tranquila.

Durante esa semana, Becky estuvo llorando todos los días al no saber nada de quién en algún punto fue su mejor amiga y su amada. Descubrir que ya no existía nada entre ellas dos, la había afectado terriblemente. Su mente sólo mantenía los hermosos momentos que habían vivido, por ende, no se explicaba cómo pudo haberse destruido algo que parecía indestructible. 

— Nunca me dijiste porqué terminaron -le dijo Irin limpiando sus lagrimas — Insistí, pero nunca dijiste nada. Ella tampoco lo hizo.

Eso causaba mucho más dolor a Rebecca, no saber la razón del rompimiento la hacía plantearse miles de escenarios, pero ninguno la convencía asi que se frustraba y rompía en llanto. Charlotte e Irin sólo la abrazaban y consolaban.

A pesar de la aflicción que le provocaba ver cómo su pareja sufría por alguien más, Charlotte nunca dejó de tratarla con cariño, al contrario, estaba dispuesta a ser el paño de lagrimas de la pequeña si era necesario. Tenía la certeza de que su novia recordaría todo dentro de unas semanas, como lo había expresado el médico, así que mientras se engulliría su dolor y le daría apoyo emocional.

Sin embargo, tres semanas pasaron, y la memoria de Rebecca no parecía dar indicios de mejoría. La pequeña se frustraba al no reconocer a los compañeros universitarios que la visitaban, ni a los que se proclamaban sus nuevos amigos. No tenía ningún recuerdo de su tiempo en la universidad, mucho menos del contenido que había aprendido. Fue entonces que su madre decidió que ésta no continuara estudiando durante ese semestre.

Debía ser realista, su hija necesitaba tiempo para poder reaprender todo lo que había visto, si la dejaba retomar sus estudios de esa forma, lo más probable sería que eso aumentase su frustración y terminara retirándose completamente de la carrera. Sabía lo exigente que era Rebecca en cuánto a su rendimiento acádemico, por lo tanto, no podía permitir que se exigiera mucho en su condición actual.

— No hay que ser extremistas -expresó la terapeuta a ambas  — pero hay que plantearse la posibilidad de que Rebecca no pueda recuperar los recuerdos de ese trayecto de su vida.

— Pero los médicos dijeron que lo haría -replicó Aum

— Sí, y es aliviador saber eso -manifestó la mujer — pero no pueden vivir ancladas a la idea de que ella recordará todo y podrá volver a ser la misma de antes, dejando así al tiempo transcurrir.

Aum miró a su hija y apretó su mano, Rebecca tenía la mirada fija en el suelo.

— Hay que enfocarnos en mejorar sus habilidades cognitivas, sobre todo en su memoria a corto plazo -dijo la mujer acomodando sus lentes — Me dices que ésta siendo dificil para ella retener nueva información, ¿No?

— Sí -respondió Aum — su tutora dice que aprende rápido los conceptos, pero al día siguiente ya no recuerda casi nada de lo visto.

— Entonces trabajaremos en eso, hay muchas estrategias y técnicas para mejorar...

La mujer siguió hablando, pero Becky había dejado de escuchar. La rubia no se había planteado la probabilidad de no recuperar la memoria, pero ahora que lo hacía, su cuerpo se había inundado de una tristeza abismal, de impotencia. 

— Rebecca, sé que es dificil para ti ver cómo las personas y las cosas en tu vida han cambiado, pero no debes autoflagelarte  -le dijo la mujer levantando su rostro y atrayendo así la atención de la rubia — Pienso en esto como un nuevo comienzo para ti.  Puede que si lo dejas de forzar, tu propio cerebro te sorprenda y los recuerdos empiecen a llegar.

Rebecca asintió, no tenía nada que decir. Ya sólo le tocaba aceptar su realidad. Asistiría a sus terapias, pondría en practica todo lo que le indiquen. Se esforzaría mucho por internalizar todo lo que su tutora le enseñase, ella retomaría el próximo semestre sus estudios y lo haría siendo la mejor de la clase, como siempre había sido en el colegio. Aunque no reconocía en quién se había convertido ahora que tenía 20 años, recordaba a la perfección quién fue durante sus 18, y de eso no había pasado mucho tiempo, así que no pudo haber cambiado mucho... Eso quería pensar.

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Cómo debía llevar los papeles para que aprobasen el aplazamiento del semestre, Rebecca asistió a los planteles de la universidad aunque su madre dijo que ella lo haría. Ciertamente, lo hizo más que todo como excusa para ver a Freen. Ésta no la había ido a ver en todo ese tiempo, tampoco respondía sus mensajes ni sus llamadas. Cuando cuestionó a Nam, amiga de ambas, ésta sólo le dijo que se encontraba fuera de la ciudad por la competencia regional de tenis. No obstante, Rebecca sabía perfectamente que Freen simplemente la esta evitando, lo podía intuir en el tono nervioso de su amiga. 

Se acercó a las instalaciones de su facultad, preguntó por ella pero no recibió respuesta. Algunos la saludaban con mucho entusiasmo, otros con cariño e intriga,  al parecer era conocida. Intentó hacer memoria de la información que Nam le había dado, para saber dónde podría encontrarla.  Preguntó por instrucciones para llegar a la cancha de tenis logrando así poder llegar a su destino.

Entonces vió por fin al objetivo de su busqueda incesante; Freen llevaba un vestido negro y unos zapatos blancos deportivo. Una sonrisa iluminó su rostro, era tan hermosa incluso de espaldas. A medida que se acercaba, su sonrisa desapareció al ver a la castaña hablar seductoramente con una mujer peliroja. Becky se detuvó para ver la interacción, sin embargo, al percatarse que la mujer entrelazaba sus brazos en el cuello de la castaña y se inclinaba para darle un beso, caminó de prisa hacía donde estaban.

— ¡Sueltala! -gritó la rubia con enojo empujando a la mujer — ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

— ¿Becky? -preguntó Freen estupefacta, no esperaba ver a la chica ahí

— ¡¿Tú quien te crees para decirme que debo hacer?! -replicó la mujer devolviéndole el empujón

— ¡Soy su novia! -manifestó Rebecca —¡Sólo yo puedo besarla!

— ¡Tienes novia y me coqueteas! -dijo la mujer indignada, empujando esta vez a Freen y yéndose — ¡Increible!

—No, June, ¡No es lo que crees! -dijo Freen intentando alcanzarla

— Freen, dejala irse -le ordernó la rubia jalandola por el brazo

— ¡¿Qué mierdas te pasa, Becky?! -preguntó la castaña enfurecida  — TÚ Y YO NO SOMOS NADA -le dijo quitando bruscamente la mano de Becky de su brazo — ¡DÉJAME EN PAZ!

Freen salió corriendo detrás de la mujer, dejando atrás a una adolorida Rebecca.

Volviendo A Mí (FreenBecky) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora