8. Cumpleaños

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Medio semestre había transcurrido, y Rebecca se había adaptado muy bien al ritmo de las clases, de las tareas y los muchos proyectos que debían hacer. Por suerte, Freen era tan inteligente y pudiente como ella, así que siempre cumplían con todo lo que debían, y sacaban buenas notas. Los profesores estaban satisfechos con el desempeño de ambas, ellas tenían ventaja sobre sus compañeros porque estudiar y, en el caso de Freen, repasar todo lo visto durante los tres primeros semestres, les hacía más fácil entender e internalizar el contenido que ahora veían.

Rebecca a veces asistía a los entrenamientos de Freen, Irin en cambio había dejado de hacerlo. La pobre había quedado traumatizada y no quería ver esa cancha nunca más. Cada que debía pasar alrededor, recordaba la lamentable imagen de su amiga sangrando, y cómo su cuerpo se paralizó.

Al final de cada entrenamiento, Rebecca le entregaba algún alimento a Freen como recompensa. A veces la invitaba a cenar, y otras sólo la veía irse con June. Esa mujer... le daba tanta rabia sólo escuchar su nombre. Tenía celos, sí, lo admitía. ¿Podía hacer algo al respecto? No, no podía. Se conformaba con la amistad y la presencia de Freen en su vida, así que debía tragarse sus celos y verla ser feliz con alguien más...

Por otra parte, Charlotte seguía visitandola en casa y entre clases la iba a ver un rato. Rebecca le había dejado claro que no podían ser más que amigas, pero la pelinegra siempre buscaba una forma de tratar de llegar a su corazón. Aunque darle una oportunidad no le haría daño, sabía que depronto Freen se alejaría en respuesta. Podía sentir la tensión entre ambas cuando se tropezaban en los pasillos o se enfrentaban en la cancha, y si debía escoger, Freen siempre sería la respuesta. Qué importaba que no la amase como ella la amaba, tenerla en su vida era suficiente.
                  
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Los veintún años de Rebecca estaban a la vuelta de la esquina, y sus amigas querían tirar la casa por la ventana. Nam, quién proviene de familia muy adinerada, ofreció una de las casas de sus padres. Éstos habían accedido porque se trataba de la 'pequeña Bec', como solían decirle. Además, Nam argumentó diciendo que sólo serían un grupo pequeño de personas. ¿Por qué negarse a una reunión de pocas personas?

Sin embargo, alguien que conozca bien la peculiar mente de Nam, sabría que no hay que confiar en su percepción de grupo pequeño. La noche llegó, y la casa de dos pisos estaba repleta hasta decir ya no más. Se podía ver un grupo numeroso de personas en los distintos lugares de la casa. Rebecca no conocía ni a la mitad de los que estaban ahí, algunos eran sus compañeros de semestres, otros parecían ser de otras carreras y universidades, pero estaba feliz al ver cómo todos la trataban como una princesa.

— ¡¿Dónde está Freen?! -preguntó gritando ante la música fuerte

— ¡Está por ahí con June! -respondió Nam tomando un sorbo de la cerveza

Rebecca rodó sus ojos, era inevitable no hacerlo cuando pensaba en esa peliroja. ¿Cómo se atrevía a robarle a Freen el día de su cumpleaños?

— ¡Hoy es tu día para atacar! -manifestó Nam entregandole la cerveza — ¡Tienes miles de carnes para escoger! ¡Hazme sentir orgullosa!

Qué amargas le resultaron las tres primeras cervezas, pero qué dulces se le hizo después. En cierto punto, parecía que bebía agua. Se estaba divirtiendo tanto que la sensación de hormigueo que recorría su cuerpo, se le hacía emocionante.

— ¡Ven! ¡Ven! -la jaló Irin alejandola de un grupo de chicos que le coqueteaban descaradamente — ¡Vamos a jugar!

En un cuarto pequeño, estaban sentadas varias personas. Los ojos de Rebecca se abrieron al ver a June besando a un hombre en frente de Freen. La castaña no parecía molesta en absoluto.

— ¡Hagan puesto para la cumpleañera! Dijo Irin haciendo que los demás se rodaran para ellas sentarse — Voy yo.

Irin giró la botella, está se detuvo en frente de Freen, todos en la habitación gritaron emocionados.

— ¡Que se besen! ¡Que se besen! -gritaban en unísono  — ¡Que se besen!

— ¡No! -gritó Becky haciendo que todos se callaran y la vieran —Freen tiene pareja.

Tanto Freen como June compartieron una mirada seguida de risas.

— Tranquila, Becky -dijo June burlándose y dandole un pico a Freen — No somos exclusivas. ¡Gracias por preocuparte!

En el rostro de Rebecca se podía apreciar el asombro al escuchar eso. Así que en todo ese tiempo, Freen nunca había tenido nada realmente serio con la peliroja.

— ¡Que se besen! ¡Que se besen! -volvieron a insistir los que estaban presente

— ¡Ay, no! -se quejó Irin negando con la mano — Besar a Freen es como besar a mi hermana.

— Buuuuuu -todos gritaron decepcionados antes de volver a gritar que se besaran

— Yo lo haré por ti -manifestó Rebecca

— ¡Uhhhhh! - todos gritaron emocionados

Freen no pudo refutar, porque Rebecca fue tan ágil que se levantó y se acercó a su rostro rodeándolo con sus dos manos y la besó. La besó con tanta pasión, qué hizo que sus ojos se cerraran y olvidara que habían más personas a su alrededor.

— Sigues sabiendo rico -le susurró la rubia cuando rompió el beso

Freen abrió sus ojos y vió a Rebecca regresar a su puesto con una sonrisa orgullosa. June cruzó sus brazos, pero no podía reclamar; estaba jugando en su propia ley, y ya ella había besado a otras personas esa noche.

El resto de la fiesta, Rebecca y sus amigas bailaron y bebieron hasta el cansancio. Todos parecían estar borrachos hasta los huesos, había gente besándose y tocándose sin pudor. Nadie prestaba atención, el alcohol y otras sustancias les habían hecho olvidar sus principios. Después de todo, los universitarios estaban conscientes de que momentos así los recordarían con nostalgia en el futuro, así que no se limitaban.

— ¡Hey! ¡Dejala! -gritó Freen enojada  al hombre que besaba el cuello de Rebecca mientras ésta sonreía con sus ojos cerrados

Freen lo empujó haciendo que tambaleara, éste estaba tan mal que no podía siquiera levantarse, se resignó a quedarse acostado en el suelo.

— Sólo estabamos hablando -dijo Becky sonriendo

— Te llevaré a casa -afirmó Freen y la empezó a jalar del brazo

— ¡Estás loca! -gritó Rebecca soltándose de su agarre —¡No puedo ir así a mi casa!

Freen suspiró, ninguna de las dos estaba en condiciones para enfrentarse a la madre de Rebecca. Sabía que ésta pegaría el grito en el cielo si veía a su hija ebria. Becky empezó a tomar de una botella que estaba en el suelo.

— ¡No! -la reprendió Freen quitandole la botella de la manos —¡No más cervezas para ti!

La tomó del brazo y la arrastro al segundo piso. Encontró una habitación desocupada y la empujó dentro de esta.

— Quedate aquí, echate a dormir -le ordenó la castaña 

— ¡No! -refutó la rubia — La estoy pasando muy bien.

Freen pasó el cerrador y se puso en frente de la puerta.

— No vas a ir abajo -afirmó Freen seriamente — todos están ya fuera de sus cabales.

— Me quedaré sólo si tú lo haces -replicó Rebecca cuzando sus brazos — si te vas, yo también lo haré.

— Bien.

— Bien.

Volviendo A Mí (FreenBecky) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora