La luz del sol asoma por la ventana dando en dirección a mis pies, mi mirada observa el techo sin un ápice de emoción, el cuerpo me pesa y mis ojos quieren cerrarse.
Llorar toda la noche nunca es beneficioso.
Me levanto de la cama con el cuerpo pesado, arrastro mis pies hasta el baño desanimada, lavo mis dientes, mojo mi cara, observo como está, hinchada por el llanto y demacrada.
Vaya, cosa.
Recuerdos de la noche anterior me llegan a la mente, yo aferrada a mi almohada, con el pecho apunto de estallar mientras lloraba con todo el dolor del alma.
Cada persona tiene su límite, y yo ya había llegado al mío.
Desde que lo conocí había dejado de llorar, semanas sin hacerlo se fueron al carajo.
—Al diablo. —Salgo del baño bostezando, paso por el cuarto de mi madre, pero me devuelvo de inmediato, abro la puerta lentamente y me asombro al no ver a nadie. —¿Ma? —Continuo avanzando en busca de alguien en esta casa aparte del ratón de siempre, los duendes que pasan a las tres de la mañana y la señora que llora siempre cuando yo lo hago. —¿Abril? —Me asomo por la ventana, observo el clima cálido, me acerco a la mesa del comedor y recojo un pequeño papel que había en esta.
—Fuimos a la iglesia, haz cosas en la casa, mamá está muy molesta, hazte algo de comer, luego del culto iremos al malecón, no llegamos hasta media noche.
—Att. La más guapa de la casa.
Sonrío. Es obvio, hoy estamos sábado. Sonrío nuevamente al saber que tengo todo un día para mí, según ella me castiga al no dejarme ir a la iglesia ni al malecón, si supiera que prefiero quedarme en casa leyendo.
—¡Si! —Grito feliz, me dirijo hasta la televisión, tomo el control y pongo una música al azar.
—Tocaste mi mano y no fué por error... 🎶
—¡Mi canción! —Grité como siempre que oigo una canción de ese grupo. Todas son mis canciones.
Me dirijo a la cocina, enciendo la estufa y pongo a hervir agua para hacerme una taza de café cargado, también pongo a hervir unos huevos y mientras eso hierve me pongo a lavar el montón de platos que hay mientras me balanceo al ritmo de la música.
—¡Como dice! ¡Ayer jugamos a escondidas con otras intenciones, hoy te encuentro escondida en más de 15 canciones y que le voy a hacer! ¡Si no te puedo ver, es apenas normal que me den ganas de saber! —Grito mientras canto con toda la emoción del mundo y un cuchillo en mi mano como si fuera un micrófono.
—¡Enamórate de aaaaaalguien máááááás! ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh!¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh!¡ohhh! ¡ohhh! ¡ohhh!
¡¡ASÍ QUE ENAMÓRATE DE ALGUIEN MÁS, REMPLAZAME, QUE NO SOY CAPÁZ DE OLVIDARTE! —Grito de manera desgarradora con lágrimas en mis ojos.—Que buenas músicas. —Termino de servirme el desayuno, tomo el control y me siento en el mueble frente a la tele mientras pongo lo que me salga en YouTube.
—Top, 25 cosa que no sabías de Corea del Sur.
Me concentré en el video mientras me metía el huevo en la boca.
—¿Qué? —Río ante mi pensamiento. Una media hora más tarde me levanto del mueble, dejo mi plato en el lavadero, me dirijo al baño, lavo mi boca y salgo nuevamente. Apago la televisión, tomo mi tablet, me dirijo a mi cuarto y me recuesto en la cama mientras la enciendo. —Carajo. —Me estiro en la cama y me trueno la espalda. —Una notificación llama mi atención.
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Una Ilusión
Teen FictionAmar también es dejar ir, pero... ¿Dejarías ir al amor de tu vida?