Capítulo 16. Los príncipes están en casa.

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Con el sol apenas asomando por el horizonte, el castillo se convertía en un hervidero de actividad frenética. Los preparativos estaban en pleno apogeo.

Los terrenos del castillo estaban decorados con banderas coloridas que ondeaban con el viento, representando los colores y el escudo Charming con orgullo. En la avenida principal de su pueblo, ocurre una pequeña feria para entretenimiento de sus habitantes, misma que se dirige hasta donde sucederá el Torneo de Justas por la tarde. Los escuadrones de caballeros patrullaban garantizando que el evento transcurriera sin contratiempos.

Los competidores se preparaban desde la primera hora del día, era una gran muestra de su honor el presentarse en el Torneo, pero más dicha tendrá aquél que gane.

A medida que el sol asciende en el cielo, el reino se llena de vida y alegría.

El reino recibe con gusto a sus príncipes. Están en casa. Los hermanos Charming llegan en un gran carruaje blanco guiado por caballos de hermoso pelaje, son recibidos con aclamaciones y vítores. Bajan con elegancia y sonriendo en grande a las cámaras que los fotografían. Se adentran en el castillo, esas sonrisas se van desvaneciendo hasta que llegan al despacho del rey, donde sus padres les esperan.

Y al verlos, los encontraban a como los recordaban, con un rostro severo y orgulloso. Qué maravilla. La tensión en el aire es casi palpable.

─ Daring, Dexter, Darling... Hoy es un día crucial para nuestro reino, esperamos que representen a nuestra familia y a nuestro reino con honor y distinción.

Las palabras del rey intentan ser motivación para sus hijos, pero terminan convirtiéndose en el mismo discurso sobre honor y gloria que habían escuchado tantas veces.

─ Bienvenidos, hijos míos ─ dice la reina besando las mejillas de sus tres hijos.

─ Hola, madre ─ responde Dexter con gracia.

El rey estrecha las manos con su hijo mayor, mantiene la vista en la reciente herida en el rostro del rubio.

─ Ha sido entrenando con Dexter, él ha logrado herirme con el filo de su espada ─ explicó Daring con prisa, con una sombra de dolor en sus ojos.

Los ojos de su padre brillan cuando voltea a ver a su hijo menor, sintiéndose orgulloso. Solo palmeó su espalda. El hombre se gira a su hija, quien sigue recta, con una postura algo desafiante que no pasó desapercibida.

─ Mi niña, ¿cómo has estado? Disculpa a tu viejo padre por no haberse despedido la última vez que se vieron ─ dice su madre.

─ He estado bien y no hacen falta las disculpas. ¿A qué hora nos presentamos en el recibidor? ─ cambia de tema. Una sonrisa tensa y su mirada desafiante no valió ante la presencia de sus padres.

─ A las cuatro de la tarde nos encontraremos en la planta baja. Un gusto verlos, muchachos, instálense, esta es su casa.

El trío se prepara en sus habitaciones, ajenos a lo que pasaba en el festival de afuera. Hasta que las trompetas de recibimiento sonaron, los hermanos bajaron con prisa y emoción las escaleras.

Los demás carruajes estaban llegando al reino de Charming, todas aquellas casas y reinos invitados. En la entrada del castillo, la reina espera con una gran sonrisa a los invitados. Del primer carruaje baja la dinastía Beauty, las princesas Rosabella y Briar.

Más carruajes llegaban al reino trayendo a sus ilustres invitados. De un segundo carruaje descendían dos figuras conocidas para el trío de hermanos: Ashlynn Ella y Raven Queen, quienes habían optado por viajar juntas.

Un tercero destaca por su elegancia y distinción. Los nervios de Darling se disparan y baja las escaleras de la entrada, presurosa a recibir a quien bajaría de ahí. La reina Charming observa la emoción de su hija por aproximarse al invitado recién llegado.

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