Uno De Tres

10. Humo y fuego.

Melissa Dagger

Iniciamos punta a punta, sin querer soltar la delantera, tentando de momento quién sería la primera. Lía tiene un grandísimo error, y es que siempre quiere permanecer adelante, agotando el motor en su camino cosa que le costaba la victoria, porque cuando necesita rebasar a su contrincante su pobre auto no daba para más, y por supuesto, yo me aprovecharía de eso.

Permanecimos al mismo nivel aún a los cinco kilómetros, porque hasta entonces la vía es recta sin representar algún riesgo; pero el desafío comienza un kilómetro adelante, donde las curvas son muy estrechas. Baje la velocidad para tomar la primera curva, lo que hizo que Lía me rebasará, al mismo tiempo que sacó su dedo medió por la ventana de su auto en dirección a mí. No, no había mejorado en nada. Pise el acelerador al ver el final de la curva desconocida sin perder de vista a mi contrincante, observando como su auto zigzagueaba cada vez que yo estaba muy cerca, porque intentaba mantenerme lejos con urgencia, como si yo fuera reactiva. Percibí un olor a pino indicando que entramos en la zona montañosa, pero mis ojos no podían confirmarlo puesto que la neblina lo impedía. Aquí comienza la segunda parte del plan, buscar nuevas rutas.

—Luis, ¿puedes ver algo? El clima no está a mi favor —. Hablé al auricular, solicitando su respaldo vía satelital.

—Señora, a unos veinte metros hay una salida a la derecha, esta tiene conexión con la zona amarilla. Si la toma, podrá salir más adelante sin perder ventaja en la carrera, su contrincante ni lo notará.

—Perfecto, ya la veo, la tomaré —. Respondí.

La zona amarilla, es una zona poco habitada de la ciudad que desciende del pie de la montaña, en dirección al noreste del país donde se encuentra una población campestre. Pude confirmar lo solitario de la carretera, y como las cabañas están alejadas unas de otras sin conexión alguna, lo que facilitara el traslado de la mercancía sin llamar mucho la atención, además, la vegetación serviría de camuflaje durante el traslado. Tendríamos que verificar su tránsito narcótico y policial para conocer el terreno. Es una buena opción. Me volví a integrar en la ruta de la carrera y como lo había predispuesto Luis, me encontré con mi contrincante justo en frente de mi haciendo las mismas malas técnicas al volante.

—Señora, dentro de poco se terminan las curvas y entraran en un área boscosa más recta —. Hizo una pausa como si buscará entender la imagen satelital en su Tablet— Luego de eso hay algo que me parece que es una especie de cueva o túnel, no logró saber que es, tendrá que averiguarlo usted.

—¿Se conecta con alguna zona conocida? ¿Cuánto falta para la meta? — Pregunté.

—Sigue siendo noreste, por lo que deduzco su relación con la misma zona amarilla. Faltan ocho kilómetros para la meta, debería encargarse de su contrincante —. Finalizó en un tono de burla.

—Muy divertido Luis, muy divertido —. Afirmé le seguí el juego.

Alcancé a Lía golpeando la parte trasera de su auto para mi diversión, provocando que esta perdiera el control quedando detrás de mí, aproveché esta distracción para perderla y poder explorar esa tal cueva sin su vigilancia. De un momento a otro la poca luz que me brindaban la luna y las estrellas fue opacada por una superficie rocosa, dando inicio a un túnel dentro de la montaña, una estructura que parece estar abandonada desde la última vez que intentaron modificarla, es bastante alta, pero no lo suficientemente ancha por lo que proporciona un solo carril, aunque, antes de salir de la misma logré identificar un callejón sin salida donde podrían entrar dos autos sin problema. Al salir del otro lado de la montaña la neblina estaba ausente, facilitando la visión ante la carretera, a lo lejos pude ver unas cuantas cabañas confirmando una parte de la zona amarilla, su territorio más aislado.