Capítulo 6 " Una Carta "

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Al salir de la mansión Alcalá sabía que pronto esa sería mi residencia mis ojos se llenaron de lágrimas y mi cerebro no reaccionaba a la oleada de preguntas que como flechas me lanzaba Taima.

-Estás loca Alicia ¿cómo no pudiste decirle tu postura hacia la boda a toda esa gente? has perdido una oportunidad de oro - reprochaba

-Lo siento Taima no pude, pero por favor ahora no quiero contarte nada cuando llegué a casa - diciéndole aquello rompí a llorar. -Ey ey que pasa - no dijo nada más solo guardo silencio y me abrazo como la verdadera amiga que era me sentí segura, protegida y amada entre sus brazos.

-Ya pasó? - preguntó -Si ya estoy mejor, gracias amiga - contesté. -No tienes por qué agradecer para eso estamos verdad, hermanas de corazón y vamos que se nos hace tarde. Caminábamos muy cerca del bazar, donde nos encontrábamos podíamos ver el bullicio de personas a lo lejos concentradas en sus compras, su rutina, parecían hormigas unas venían otras iban cada una de ellas en lo suyo.

-Vamos alla por favor y así te distraes viendo algunos colgantes y sortijas que ayer pusieron a la venta - trató de animarme con su mejor sonrisa

-Gracias Taima, pero no, prefiero ir hasta la casa, estoy agotada - mis ojos se lo demostraban - pero vete tú y así me cuentas qué ves y quizás mañana venimos las dos.

-Vale Alis, nos vemos al rato descansa un poco - dijo mientras caminaba con gran velocidad en dirección opuesta a mí.

Continúe mi camino inundada de pensamientos y muy preocupada por mi pequeño hermano. ¿Por qué mi madre no me había contado la gravedad del asunto? ¿Cuándo sería esa cirugía? Estas y otras preguntas le daban vueltas y vueltas a mi cabeza. Llegando a casa vi como se alejaba el cartero de mi buzón un rayo de luz iluminó mis ojos empapados en lágrimas aún. -Será que he recibido una carta o solo serán facturas - pensé en voz alta y apresuré el paso. Llegué a la pequeña caja de metal y cuando abrí allí estaba, era un sobre morado mi color favorito, mis labios dibujaron una sonrisa, olvidando atrás lo que perturbaba mi mente. La tomé entre mis manos estaba sellada. Era la carta número cincuenta, hacía varios meses que estaba recibiendo estas cartas, me alegraban la vida me hacían sentir una chica enamorada, aunque fuera una locura pensarlo de esa manera. Estaba ansiosa por leerla, entre a la casa corriendo casi, al abrir la puerta Irene estaba sentada en la sala de estar con unas amigas en plan chisme.

-Se dice hola Alicia - habló Irene mirándome a los ojos. -Disculpen chicas estaba algo distraída - dije mientras escondía el sobre.

-Que traes ahí Alicia? - preguntó mi hermana. -Nada importante, por cierto, ¿dónde esta madre? - pregunte cambiando la conversación. -Fue al hospital, Anthony se sentía enfermo. Otra vez a mi mente volvió todo por lo que estaba pasando y por qué debía aceptar el matrimonio era la única vía para la familia, subí meditabunda hasta la habitación. Tras cerrar la puerta rasgue con prisa el sobre morado, saque de dentro un papel meticulosamente doblado, los desenvolví con cuidado no quería que se rompiera, era una bella letra, con rasgos perfectos, me senté en mi cama para poder leer mi carta.

Mi querida Alicia:

Otra vez empuño mi pluma para escribirte estas pequeñas líneas cargadas de amor y respeto por ti. Si, se que aún no nos hemos visto frente a frente, pero eres la chica que quiero amar por el resto de mi vida, con quién compartir este amor tan grande que siento por ti y ten la certeza que algún día nos conoceremos, quizás ese día esté más cerca de lo que pensamos. Sólo deseo verte feliz y si por alguna razón no lo estás sonríe por mí, aquí estaré para darte las fuerzas que necesites no dejes que tus hermosos ojos se llenen de lágrimas no vale la pena. Te elegí a ti porque me haces feliz, porque puedo contártelo todo, porque me haces sentir lo que ninguna otra. Eres mi amor y quiero compartir mi vida contigo. Sin más este loco enamorado.

Míster "S"

Atada a tu amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora