El bazar quedaba justo en medio de la ciudad era un sitio donde hallabas toda clase de artículos desde joyas preciosas hasta telas finas y alimentos, cubría tres manzanas. Cafeterías y restaurantes formaban parte de su estructura. Las personas caminaban las estrechas calles buscando lo que necesitaban. Quería comprarle algo especial a Alicia una joya que le demostrara el inmenso amor que mi corazón sentía hacia ella. Yo había entrado a uno de los puestos de venta observando los artículos mientras el pobre Raúl andaba escabulléndose entre las personas de Ruth. Ella había sido su novia hacía varios años atrás y aunque Raúl había roto la pobre seguía obsesionada con él. Era un verdadero fastidio, cada que lo veía lo atosigaba y trataba de volver con él. Me moví de lugar allí no encontré nada que me llamara la atención, seguí caminando hasta la siguiente joyería desde fuera vi algo hermoso en la vidriera, mis ojos se iluminaron era exactamente lo que quería para ella, maravillosamente perfecto simple y a la vez complejo. Lo tomé entre mis manos, un colgante de oro su dije era de diamantes una media luna con una estrella a su lado brillaba como un lucero. –Hola Setur, veo que te gustó la prenda – afirmo el dueño de la joyería. –La verdad que si Don Severiano – dije aun observándola – la llevo dime cuanto te debo. –Son dos mil libras jóven, lo pagas en efectivo o cheque. –Mejor en cheque – dije sacando el bolígrafo de mi bolsillo. –Sabes Setur, ese colgante era propiedad de la reina Victoria – susurro Severiano.
–En serio y como una joya real vino a parar aquí – pregunté firmando el cheque.
–Cuando mi abuelo Juan que en paz descanse era el propietario de la joyería y además el joyero de la reina ella se lo obsequio – hizo una pausa – dicen que solo alguien especial lo puede llevar. –Pues a la persona que se lo voy a obsequiar sí que lo es Don Severiano. Era algo sencillo, pero a la vez muy elegante venía bien con el color de su piel y sus ojos, aquellos que no podía dejar de mirar. Todos los días la observaba desde lejos y en la noche me dedicaba a escribirle cartas para expresar mis sentimientos muchas llegaron a ella, las demás estaban guardadas en mi escritorio bajo llave y al final me dormía con su fotografía puesta en mi pecho. Sabía que algún día ella me iba amar como lo hacía yo. Mi amor la iba a convencer y ese día seríamos felices. Cuando salía ya de la pequeña tienda con la bella alhaja entre mis manos vi Raúl que venía acercándose a mi estaba totalmente rojo, sudaba, pero se le veía en su rostro una felicidad dibujada, sus ojos brillaban, una sonrisa amplia y perdido en sus pensamientos. –Algo grande tuvo que pasarle - pensé –vamos hombre cuenta que ha pasado parece que has visto a la misma Diosa Afrodita – le dije riendo.
–La he visto mi buen amigo, la he visto acabo de ver a la misma Diosa del amor, la belleza y la sensualidad, Afrodita ha descendido del Olimpo – hablaba el pobre aún aturdido por el flechazo de cupido. –Por amor de Dios Raúl acaba de contarme que pasó.
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Atada a tu amor
Ficção AdolescenteAlicia una Joven de 17 años es forzada por su madre a un matrimonio arreglado, dada las circunstancias tiene que aceptar sin reparos dejando atrás los sentimientos que tiene por un misterioso desconocido que le escribe cartas. Durante su matrimonio...