Capítulo 35-

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─Que nos va a ver alguien... ─Digo, empujándolo con suavidad, después de que me de un beso.

Él alza los ojos al cielo y luego me mira con diversión y obviedad.

─ ¿Qué? ─Pregunto, al comenzar a sentir la incomodidad de siempre cuando me mira con tanta atención─ ¿Qué pasa?

─Que aquí no nos conoce nadie, tonta. ─Me suelta, riendo, mientras su mirada se pasea por la piscina─ Mis padres están en Santo Domingo y el resto de la gente del hotel no creo que se meta en lo que somos o dejamos de ser.

Abro la boca segura de que hay algo que objetar a ese razonamiento pero vuelvo a cerrarla, cediendo silenciosamente.

Pues tiene razón.

Me acerco de nuevo a él y paso mis brazos por su cuello.

─Bueno, pero aún así... ─Trato de decir algo inútilmente.

Me hunde, cortando mi frase. Y cuando salgo a la superficie para mirarlo con cara de cabreo, se echa a reír.

─Te he salvado de hablar porque no sabías que decir, eh. ─Me hace notar con un guiño.

Me aparto el pelo de la cara y finalmente asiento, con una carcajada.

─Te perdono por eso. ─Suelto, señalándole. ─ ¿Salimos un rato? ─Propongo después de que me dé un beso rápido.

Él asiente y salimos en seguida para acabar sentados en las tumbonas del fondo de la gran hilera que hay en la piscina. Hay muy poca gente porque es exageradamente temprano y hay que tener mucha fuerza de voluntad para madrugar tanto estando de vacaciones. Jesús me agarra de la mano derecha y me acaricia suavemente la cicatriz y yo no digo nada, simplemente cierro los ojos en completo silencio.

─ ¿Tú dejarías a las personas a las que quieres por un sueño? ─Me pregunta Jesús unos minutos más tarde.

Abro los ojos para encontrarme con su expresión seria y pensativa e intento sonreírle con algo de confusión.

─¿Qué?

Él me mira.

─Lo que has oído. ─Me responde, encogiéndose de hombros.

─ ¿De qué sueño estamos hablando?

─Ser cantante─ Dice, esquivando por primera vez en todos estos meses mi mirada.

Y la sombra de su madre vuelve a aparecer en la conversación. Tengo especial cuidado en escoger mis palabras, aunque mi opinión es muy clara al respecto.

─No creo, Jesús. ─Susurro con sinceridad─ ¿De qué te sirve cumplir un sueño si te dejas por el camino a todas las personas que te quieren?

Parece más tranquilo a medida que hablo.

─Ya. Yo pienso lo mismo. ─Dice, pensativo.

─ ¿Vuestra madre se fue por eso? ─Interrogo, mientras mi corazón comienza a latir con fuerza al presentir que va a contarme la parte de la historia que me falta por saber y sin que yo le insista.

─Eso nos dijo mi padre a mí y a Dani un par de semanas después de que se fuera ─Se explica, mientras alza los ojos tratando de recordar─ Y hace no mucho nos explicó que había contratado a un detective en cuanto mi madre se fue porque ella solo le había dejado una nota. Una nota─ Repite, tratando de reírse. ─Ni se despidió.

─ ¿Y el detective averiguó que tu madre estaba...? ─Pregunto, invitándole a continuar con un gesto.

─Trabajando en una discográfica pequeña que trataba de salir a flote en el mercado─ Se explica Jesús─ Al parecer mantenía una relación con el dueño de la discográfica. Vamos, que se largó y nos dejó tirados por hacerse famosa, ¿sabes?

¿Sabes lo que quieres?(Gemelier)(Jesús y Daniel Oviedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora