Capitulo 36

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SANTOS:

Pasé toda la mañana con Barbara y los niños en mi habitación, puedo quedarme horas viéndolos y no me canso, son tan bonitos, tan pequeños, son tan míos, mis hijos, mi sangre, el fruto de la historia que su madre y yo tenemos.

-¿Tienes que irte?.

-Te prometo que no tardaré.-digo terminando de abotonar mi camisa.-Tengo que revisar unas cosas en la fábrica y regreso.

-Esta bien pero no te tardes porque sabes que soy capaz de ir a buscarte.

-Ni se te ocurra, tu no puedes hacer eso.

-¿Ah no?, ¿cuanto quieres apostar?.-niego con la cabeza.

-Barbara promete que no vas a hacer ninguna locura, que te vas a quedar aquí tranquila con nuestros hijos en lo que yo llego.

-Esta bien.-le doy un beso en los labios y salgo de la habitación.

OMNIPRESENTE:

Había transcurrido más de una semana desde que los gemelos nacieron, todo marchaba con normalidad, o eso era lo que Santos quería hacerle creer a su familia, los mensajes como el del pájaro degollado no se detuvieron, cada vez llegaban más y cada uno más perturbante que el anterior. Santos no quería que su familia perdiera la tranquilidad por las amenazas de Gonzalo, por lo que el y los hombres de Altamira (a excepción de los muchachos), se encargaron de deshacerse de aquellas amenazas sin que las mujeres se dieran cuenta.

La situación se le estaba complicando cada vez más, no sólo en Altamira sino en el pueblo. La fábrica de lácteos estaba empezando a tener pérdidas de dinero muy significativas, según el contador las ventas no habían estado muy altas en el último mes y eso hizo que disminuyeran las ganancias.

Por otra parte también tenía la situación de Clara Martínez, la estaba ayudando a conseguir una casa y un trabajo, averiguó si había algún lugar en arriendo donde ella pudiera vivir pero no había nada, todo estaba ocupado. Pensó por un momento en llevarla a vivir a Altamira pero se retracto de la idea, conocía a Barbara y estaba seguro de que esa muchacha no salía viva de la hacienda, por eso omitió también contarle a su mujer sobre Clara. Decidió seguir pagándole una habitación en el Gran hotel y le ofreció un trabajo de secretaria en la fábrica de lácteos.

La cercanía que el tenía con la joven empezó a generar cierta inquietud en el pueblo, los rumores de que Santos Luzardo tenía una amante estaban empezado a nacer y muy seguramente no tardarían nada en llegar a oídos de Doña Barbara.

En Altamira Barbara pasaba todo el día con sus gemelitos, prácticamente no se despegaba de ellos, esos bebés le derretian el corazón, la llenaban de alegría y un brillo especial. Sus trillizos y Marisela tampoco la dejaban sola, la acompañaban gran parte del día cuando Santos no estaba, hablaban con su madre de muchas cosas, planes a futuro y demás pero el tema central siempre eran Félix y Natalia.

A Altamira empezaban a llegar mensajes escritos por una mujer dirigidos a Santos, por alguna extraña razón esos mensajes nunca llegaban a su destinatario sino a las manos de Barbara, la cual presentía que algo andaba mal. Sabía que era la misma mujer que le había escrito a Santos la vez pasada porque tiene las mismas iniciales y la misma letra.

Doctor Luzardo,

Quería reiterar mi agradecimiento por su invaluable apoyo. Su generosidad y disposición para ayudar son realmente admirables.

Sinceramente C.M.

Ese fue el segundo mensaje que llegó, quería saber quien era la tal C.M y porque estaba tan agradecida con Santos.

Doña Barbara: el regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora