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Plex

Durmió conmigo esa noche. Dormí mejor que en el último año sin ella.

En su cumpleaños le regalé las Adidas que la había visto mirar y añadir a su lista de deseos, y un collar de plata con mi inicial con un brillante en ella. Desde entonces no se lo quitaba para nada. Y yo feliz de verselo puesto. Me había vuelto una lapa, la quería, la deseaba, mi corazón era suyo.

–Dani… te recuerdo que sigo con Adrián.

–... ¿Y por qué no lo dejas?

–Sí, lo haré. Pero no tengo muy claro lo nuestro.

–No me hagas esto… –mi mirada se oscureció.

–De verdad, piénsalo… En nada volveré a Australia con Lili. Tu vida está aquí, la mía allí. No podremos.

–Joder… –suspiré.

–Y yo soy muy joven para irme a vivir con mi pareja. No quiero volver a sentirme como la última vez. De verdad que no.

–Te amo. Lo sabes, ¿no?

–Lo sé. De sobra… –suspiró–. Lo mejor será que me vaya. No quiero hacerte más daño. Suficiente hemos tenido ambos.

–¿Podemos hacer una última cosa?

–Dime.

La besé con toda la pasión que llevaba guardada, necesitaba sentirla una vez más, una última vez.

Se tumbó en la cama conmigo encima mientras ambos nos besábamos. Las respiraciones se iban acelerando y las ganas aumentaban. La ropa volaba y solo quedábamos nosotros, piel a piel. Mis manos acariciaban su cuerpo completo, las suyas en mi pelo mientras nuestros besos fogosos no cesaban. Cogí mi miembro y lo guié hasta su entrada, entrando poco a poco, disfrutando de cada segundo. No me acordaba lo increíble que era hacerlo con ella. Cualquier cosa con ella era increíble y única. La oía suspirar mientras me movía, sintiéndola. Ella sintiéndome. Me volvía loco. Cada partícula y cada ser de ella. Nunca dejaría de estar enamorado de ella. Nunca.

–Te amo –la agarré fuerte de las caderas.

–Joder… Dani –gimió mi nombre.

Nos giré, dejándola a ella sobre mí. Quería dejarla jugar conmigo, que me hiciera lo que quisiera, era completamente suyo. Siempre lo sería.

Cogió mis manos y las posicionó sobre mi cabeza, dejándome sin poder tocarla, mientras se movía hacia delante y hacia detrás. No podía con mi vida, necesitaba tocarla, gruñí en frustración mientras ella sonreía. No la recordaba así.

–Quiero sentir como te corres.

–T-tara, joder…

Se echó hacia delante y empezó a besar mi cuello, a lamer y a morderme la oreja. No había sentido nada nunca algo así mientras ella jugaba con sus caderas y trataba de llevarme más allá de mis límites. Poco después nos corrimos juntos. Fue una explosión maravillosa. Traté de recuperar la respiración y la abracé. La mejor despedida. Joder.

–Te echaré mucho de menos.

–Saldrás adelante y conocerás a mucha gente nueva. Te queda toda una vida por delante.

–Pero yo te quiero a ti.

Me miró apenada, para después darme un beso y vestirse. Suspiré y me vestí también, me había dejado temblando. Definitivamente nunca más conocería a nadie como ella.

Tara

Tras darle la noticia a los chicos de que me iba, se entristecieron y yo comencé a recoger mis cosas. Adri vino a hablar conmigo, diciéndome que la distancia ya me había hecho mucho daño y que no convenía que siguiéramos con esto.

todo por aquel viaje [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora