31

24 1 0
                                    

Las vacaciones de Rose van tan normal como siempre, nada raro ni distinto. Sus papás trabajando en su consultorio al cual Rose aveces va para ayudar afuera de la silla a sus padres. Normalmente agendando citas, recibiendo los pagos y dando el acceso a clientes.

Rose consiguió un pequeño trabajo, vendiendo galletas en una repostería. No le ofrece mucho dinero pero la mantiene con algo que hacer y le ofrece algo de dinero. Constantemente va a la biblioteca a revisar en la computadora los precios de los vuelos a Canadá y la estancia allí pero es algo inalcanzable.

Rose no ha recibido ni un mensaje de Sam, pero sabe que a lo mejor no le había llegado la carta o sus papás no le permitieron tener teléfono.

Hermione en la madriguera de los Weasley, como cada verano. Rose jamás fue recibida allí, ahora ni Fred ni George la querían ahí.

Rose mantuvo un gran contacto con los chicos, se envían cartas a diario, es lo que mantiene entretenida a Rose.

Rose se encontraba sola en su casa, recostada en su cama, ocupando un walkman escuchando su música descargada, viendo el techo que era levemente iluminado por la luz de la calle.

De pronto las cosas se movieron, su plato con cereal tembló, al igual que su lámpara y todo en su habitación. Después se escucharon voces en su casa, no era ni su mamá ni su papá. Rose sacó una navaja de su mesa de noche, si no podía usar magia, podría usar sus habilidades con la navaja (las cuales no tiene).

Rose se alejó de su puerta, con mucho miedo. Viendo en todo momento su puerta. Pronto, la manija se hizo para abajo y la puerta se abrió.

— ¡Rosella, nadie te quiere matar!— gritó Hermione al ver el la navaja de Rose.

Es Hermione con Ron, Harry y Ginny detrás. Cada uno iluminando con sus varitas.

— ¡Dios mío, Hermione! ¡Que mierda!— dijo Rose bajando la navaja y recuperando el aire.

— Empaca, nos vamos y empaca también lo de Hogwarts— ordenó Hermione.

— ¿Por?— preguntó Rose confundida.

— ¡No hagas preguntas!— grito Hermione.

— ¡No! ¡Dime porque!— gritó Rose que pronto se avergonzó porque no eran las únicas ahí.— Lo siento...— se disculpó Rose y vio a Ginny la cual le sonrió.

— Apúrate— Hermione dijo, vio mal a Rose. Prendió la luz de su habitación y se fue de ahi, los chicos la siguieron.

Rose empacó su baúl y otras maletas extra, para cuando acabó ya eran las tres de la mañana.

— Vámonos— ordenó Hermione y las cosas de Rose desaparecieron, después ellos con polvos flu llegaron a la madriguera.

La que tanto hace sentir a Hermione en casa, porque cuando puede estar en su casa prefiere estar allí. Prefiere a la gente y el ambiente. ¿Cómo sería el hogar que Hermione ha preferido?

— ¡Por fin llegaron! ¡Tomen algo, hice de comer por si tiene hambre!— hablo Molly tocando los hombros de los chicos conforme llegaban.

Y Rose llego al último.

— Rosella, buenas noches— hablo firme Molly examinando a Rose.

— Buenas noches señora Weas- — Rose fue interrumpida.

— ¿Están bien? Hermione, Ronald, Harry... vayan a la habitación de Ron y les subiré comida, pónganse cómodos— hablo Molly rápido.

— Gracias, Molly— agradeció Hermione al igual que Harry.

Don't Even Think About ItDonde viven las historias. Descúbrelo ahora