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Estoy gratamente sorprendida por la cantidad de comentarios en el capítulo anterior. Cada uno de ellos me ha llenado de alegría y gratitud. ¡Muchas gracias! Leer sus palabras me hizo muy feliz y además, me inspiraron para una rápida actualización.


 ¡Muchas gracias! Leer sus palabras me hizo muy feliz y además, me inspiraron para una rápida actualización

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Él no me ama,
Pero eso está bien
Porque me amo, sí, me amo
Todo va a estar bien
Va a ser una buena, buena vida.

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Los días transcurrían con una lentitud asfixiante en el castillo, cada minuto parecía alargarse en la fría monotonía de mediados de otoño. Ningún evento de gran importancia había acontecido en los últimos días tampoco, solo el frío que se intensificaba con cada amanecer y los árboles en su transformación que se teñían de un naranja profundo antes de despojarse de sus hojas dejando al descubierto sus ramas desnudas.

Todo había estado relativamente tranquilo con Seokjin en los últimos días, pero Jimin no se permitía bajar la guardia. El joven omega había estado vigilándolo de cerca, atento a cualquier señal, cualquier indicio de que los ojos de Seokjin cambiarían nuevamente a ese dorado inquietante y extraño.

En este punto el omega menor ya se había dado cuenta de lo enojado y cansado que a veces actuaba SeokJin por culpa de su extraño actuar, pero Jimin no se podía sentir ni un poco culpable por su comportamiento pues el cambio de ojos dorados si bien le daba información importante también le hacia preocuparse por el estado y salud de su amigo mas cercano.

En ese momento, Jimin se encontraba caminando por los pasillos del castillo, dirigiéndose a la cocina ya que no había visto a Seokjin en todo el día y comenzaba a sospechar que el omega mayor se estaba ocultando deliberadamente.

Jimin alzó una de sus manos, llevándola instintivamente a su cuello. Sus dedos rozaron con delicadeza la marca que cierto alfa le había dejado, una marca que aún no sanaba del todo y que seguía enrojecida y extremadamente sensible al tacto.

"¡Ey, chico, necesito tu ayuda!" Jimin dio un pequeño salto al escuchar la voz que lo llamó al entrar a la cocina. El cocinero, un hombre mayor y beta con un delantal blanco que ya mostraba signos de uso prolongado, le hizo una señal con la mano para que se acercara. "Necesito que lleves esto a la sala de té de la reina. Está reunida con sus doncellas, planeando cosas importantes o algo así."

Sin dudarlo, Jimin asintió, dándose cuenta de que el resto de los sirvientes en la cocina estaban ocupados con diversas tareas. "Claro, no hay problema."

El beta le devolvió una sonrisa amable. "Apúrate antes de que el té se enfríe y las galletas se endurezcan, joven."

Jimin asintió varias veces, tomando la bandeja con cuidado antes de comenzar su camino hacia la sala de té de la reina. La bandeja en sus manos era pesada, y las delicadas tazas y la jarra de té de fina porcelana temblaban suavemente con cada paso que daba. Sin embargo, Jimin no temía derramarlas o causar un accidente pues desde muy joven que había comenzando a desempeñar su labor como sirviente, aprendiendo a manejar las cosas con destreza para evitar cualquier tipo de desastre y de reprimendas también claro.

ᴡᴏʟꜰ ᴋɪɴɢ || ʏᴏᴏɴᴍɪɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora