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Construimos nuestro amor en un castillo de naipes.
A un resbalón de caer...

Así que, ¿podemos saltarnos la parte mala y esperar un "felices para siempre"?

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Yoongi se sentía exhausto hasta los huesos.

Un persistente dolor de cabeza martillaba en sus sienes, sus músculos se mantenían tensos como cuerdas de arco, su piel ardía con una fiebre que no cedía, y su lobo interior se mostraba irritable, llevando ya varios días sumido en un estado de agitación constante.

La carga de responsabilidades que le demandaba su posición de príncipe había intensificado su rutina, pero no era solo el trabajo lo que consumía sus energías.

Más agotadora aún era la lucha interna que enfrentaba, una batalla entre su lado humano y su naturaleza lobuna, que se debatía con una insistencia casi desesperada.

El lobo dentro de él clamaba por buscar a un cierto omega, impulsándolo con un deseo feroz que rozaba la desesperación.

Yoongi, sin embargo, se resistía con todas sus fuerzas, consciente de las implicaciones y consecuencias que tal acción podría acarrear.

Estaba comprometido, y en pocos meses se casaría con otra omega.

Una unión arreglada que fortalecería alianzas y aseguraría aún más la estabilidad política de su reino.

Aunque en los rincones más sombríos de su corazón no podía negar que extrañaba a Jimin, el omega había dejado una marca imborrable en su alma. La memoria de su compañía era un tormento dulce y cruel que lo tentaba a ceder. Pero Yoongi sabía que ceder a esos impulsos era cruzar un umbral del cual no podría retornar.

Min Yoongi, el príncipe heredero, consideraba que había tenido una gran fortuna el día que despertó en aquella habitación, completamente desnudo, envuelto solo en las sábanas y el persistente aroma de Jimin. Aquel olor se adhería a su piel como una segunda capa, invasivo y dulcemente tormentoso.

La suerte, caprichosa y esquiva, había estado de su lado, pues milagrosamente, nadie había entrado en la habitación en ese momento tan comprometedor.

Fue un alivio que ningún sirviente o curioso miembro de la corte se hubiera aproximado, pues no tenía excusas preparadas, ninguna explicación plausible que pudiera justificar su estado y menos aún, la presencia inconfundible de aquel aroma. Afortunadamente, su estancia prolongada en el baño, más de una hora bajo el chorro de agua intentando lavar el olor del omega de su piel, mientras su lobo interior gruñía y mostraba desagrado por la pérdida, había pasado sin interrupciones.

Justo cuando su frustración alcanzaba un punto crítico, un guardia había irrumpido con noticias urgentes: debía dirigirse de inmediato a los territorios fronterizos de su reino, colindantes con Busan.

Desde aquel día, su lobo alfa se encontraba resentido, y su cuerpo pagaba el precio de ese descontento. Sentía cómo la enfermedad comenzaba a invadirlo cada vez más, el malestar que se filtraba en sus huesos y tensaba cada músculo.

También, a pesar del deseo incontenible que lo tironeaba hacia aquel omega, las circunstancias lo mantenían a kilómetros de distancia de su castillo, alejado de cualquier posibilidad de encuentro.

ᴡᴏʟꜰ ᴋɪɴɢ || ʏᴏᴏɴᴍɪɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora