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El suave silencio de la madrugada envolvía la habitación de Yoongi y Jimin, un lugar de calma y seguridad en medio del agitado mundo que los rodeaba. No había sonido alguno que interrumpiera la quietud, salvo el leve murmullo del viento rozando las paredes del castillo. Aunque el sol aún no se asomaba por el horizonte, la tenue luz de la luna iluminaba suavemente el cuarto, filtrándose a través de las cortinas pesadas de seda, bañando todo en un suave resplandor plateado.

Jimin, tumbado en la amplia cama, abrió los ojos de golpe, su pecho subiendo y bajando con una respiración algo agitada. La ansiedad lo había despertado, esa sensación inquietante que últimamente se había vuelto una compañía constante. Era algo que había intentado ignorar, pero en ciertos momentos era imposible.

Sus pensamientos estaban nublados, pero el peso de la inquietud le oprimía el pecho como si algo invisible se aferrara a su corazón. La poca luz de la habitación, que en otro momento le habría parecido reconfortante, se sentía extrañamente opresiva esa mañana. Jimin cerró los ojos con fuerza, intentando controlar el impulso de levantarse de inmediato.

Sin embargo, cuando el aroma familiar de Yoongi lo envolvió, junto con el suave pero firme peso de los brazos del alfa alrededor de su cuerpo, la ansiedad comenzó a disiparse lentamente. El tacto cálido y protector de Yoongi siempre lograba calmar la tormenta interna que a veces se formaba en su mente, como si su solo contacto fuera una ancla en un mar de incertidumbres. El simple hecho de sentir su respiración constante, el peso de su brazo sobre su cintura, le proporcionaba una tranquilidad que comenzaba a disipar los rastros de ansiedad que lo habían despertado.

A Jimin le parecía lindo como el alfa aunque todavía profundamente dormido, mantenía su agarre suave pero posesivo sobre él, como si su cuerpo, incluso en el sueño, supiera que necesitaba mantener a su omega cerca. Jimin no pudo evitar sonreír suavemente ante esa muestra inconsciente de protección

Se removió suavemente en la cama. La cama de Yoongi, un lugar que había sido transformado en su nido por el propio alfa. Aunque Jimin había hecho algunas modificaciones, agregando su propio aroma y acomodando la suave manta lila tejida más cerca de ellos ya que era su favorita. El nido estaba impregnado profundamente con el aroma de Yoongi. Ese aroma, una mezcla cálida y familiar, le brindaba a Jimin una sensación de consuelo y seguridad que necesitaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Había comenzado a compartir la habitación con Yoongi hacía poco. Había sido el alfa quien se lo había pedido, con esa mezcla de suavidad y firmeza que hacía imposible para Jimin negarse. Al principio, la idea lo llenó de nerviosismo y ansiedad. Pensaba en lo que los padres de Yoongi podrían decir, o incluso en la posibilidad de que algún sirviente se enterara y comenzaran los rumores. Sin embargo, la cercanía de Yoongi le ofrecía una calma que pocas veces experimentaba, una tranquilidad que su cuerpo y mente ansiaban. Al final, terminó aceptando la propuesta del alfa, encontrando en ese nido compartido un refugio del que no quería escapar.

Lentamente, Jimin deslizó su mano sobre la de Yoongi, acariciando sus dedos con delicadeza, casi con reverencia. Sabía que esos momentos de tranquilidad serían breves, pues el amanecer traería consigo otro día de entrenamiento. Ya llevaba varios días practicando con Taehyung, y aunque las sesiones eran exigentes pues había convencido al omega peligris de aumentar sus sesiones a dos por día, podía sentir cómo su control sobre su poder mejoraba cada vez más y aunque había progresado mucho en los últimos días, siempre había una nueva meta por alcanzar. El poder que estaba aprendiendo a controlar fluía con más facilidad, pero seguía habiendo algo... algo oscuro y profundo que se agitaba en lo más recóndito de su ser, susurrándole tentaciones que intentaba ignorar.

ᴡᴏʟꜰ ᴋɪɴɢ || ʏᴏᴏɴᴍɪɴ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora