ᴡᴏʟꜰ ᴋɪɴɢ || ʏᴏᴏɴᴍɪɴ.

¶O3¶

♕♖✧♔♕

Esa voz dentro de mi ha perdido el aliento.
Estoy demasiado cansado para hablar a gusto.
Todas las cosas que nunca dije en voz alta permanecen dentro de mi.
Sí, y he caído.
Sí, estoy gateando sobre mis rodillas.
Sí, estoy llamando en busca de quién seremos.

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Daegu; una semana y media después.

El joven príncipe Yoongi se halla inmerso en tareas que su padre, el rey, le ha confiado apenas unas horas atrás. Son misiones de gran importancia, firmas que autorizan el envío de medicinas, la adquisición de nuevos libros, el suministro de alimentos para los orfanatos, y mucho más. Para Yoongi, estas responsabilidades son más que simples tareas; son la antesala de su futuro, un vistazo a lo que algún día será su labor cotidiana. Se regocija al imaginar el día en que, al igual que su padre, sea un rey venerado y querido por su pueblo, un monarca que responde con amor y firmeza a las necesidades de sus súbditos.

Acaba de estampar su firma en el último de los documentos cuando percibe la presencia de su padre, quien carraspea suavemente para captar su atención. 'Tu madre desea verte en su salón para conversar; por hoy, hemos concluido con tus obligaciones. Gracias por tu ayuda, hijo" le informa con un tono que mezcla el deber con el afecto.

El príncipe le devuelve la sonrisa, pleno de sinceridad. "Ayudarte es algo que siempre disfruto, padre. Estoy a tu disposición siempre que me necesites" responde con un respeto que va más allá del deber, es un reflejo de su admiración y amor.

El rey lo mira, lleno de un orgullo palpable. "Cada día me demuestras que eres un verdadero alfa, y eso me llena de orgullo." Sus palabras son un bálsamo para el alma de Yoongi, quien sonríe, agradecido y motivado por el reconocimiento de su padre.

Tras despedirse, Yoongi se levanta y abandona el despacho real, perdiéndose en sus pensamientos mientras deambula por los pasillos del palacio. Es en uno de esos momentos de distracción cuando un destello familiar capta su atención: una cabellera de color miel, un cuerpo menudo que reconoce al instante, aunque solo sea por un fugaz reflejo.

Sin pensarlo, acelera el paso, guiado por la curiosidad y el afecto, hasta que finalmente localiza a la figura que lleva una bandeja con tazas y una tetera. La presencia de aquel conocido en medio del palacio, le recuerda que hay lazos que van más allá de los deberes reales, lazos que hablan de amistad, secretos compartidos y momentos robados al tiempo.

"Jimin" llama Yoongi, su voz lo suficientemente potente para ser oída a la distancia, esperando que su amigo se detuviera. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, Jimin no solo ignora el llamado sino que acelera el paso, sembrando confusión en el príncipe. "¡Espera!" exclama, su preocupación intensificándose.

Con pasos rápidos, Yoongi logra alcanzarlo y, con una delicadeza nacida de la preocupación, agarra su brazo para girarlo hacia él, buscando su mirada. Al enfrentarse, le ofrece una sonrisa que busca ser reconfortante, pero Jimin, con la cabeza gacha, no corresponde al gesto, disipando la sonrisa del alfa con su comportamiento. "¿Sucede algo, Jimin?"

Pregunta Yoongi, su voz tintada de preocupación. Jimin, sin levantar la vista, niega con la cabeza, una acción que solo consigue agitar una leve irritación en el príncipe. "¿Podrías al menos mirarme cuando te hablo?" La frustración se cuela en su tono, más tajante de lo habitual, sorprendiendo a Jimin, quien no está acostumbrado a tal trato de parte de Yoongi.

Sin embargo, la sorpresa es fugaz, y pronto, Yoongi recupera su compostura, adornando su rostro con una sonrisa apaciguadora.

"Te estaba llamando. ¿Por qué huías?" inquiere, su curiosidad evidente.