Capítulo 8

2.2K 348 99
                                    

Zander siente suaves y tenues caricias sobre su mejilla, sobre su nariz y finalmente sobre sus labios, siente como si dibujaran un corazón sobre ellos, contorneándolos con delicadeza y cariño, con anhelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Zander siente suaves y tenues caricias sobre su mejilla, sobre su nariz y finalmente sobre sus labios, siente como si dibujaran un corazón sobre ellos, contorneándolos con delicadeza y cariño, con anhelo.

El olor a café recién preparado impregna su sueño, ese en el que se encuentra flotando entre nubes de colores. El sutil tacto lo hace sentirse tranquilo y relajado, haciendo que lo aborde una extraña sensación de mariposas revoloteando en su estómago que después escapan literalmente de éste, volando hacia el brillante cielo azulado que lo cubre y desapareciendo como un destello.

Abre sus ojos y despierta entre sabanas blancas y la tenue luz del amanecer.

Con sus adormilados ojos analiza todo lo que alcanza a ver, contempla la enorme y lujosa habitación, pisos de madera y un montón de cosas elegantes pero innecesarias; lámparas, jarrones y pinturas.

Zander no reconoce el lugar, se pregunta cómo ha llegado ahí, pero ese es el menor de sus problemas, ya que las consecuencias de la resaca comienzan a atacarlo.

Hay vagos recuerdos en su memoria, realmente nada relevante que lo ayude a pensar con claridad. Busca con su mirada a Damiano, pero sólo se encuentra él en esa habitación y de inmediato recuerda que el mayor no es alguien aficionado a dormir. Recuerda su primera noche juntos y como fue que al amanecer ya lo esperaba con el desayuno servido en el comedor.

Se levanta con cautela de la enorme cama y cuándo sus ojos se encuentran con su propio reflejo en el espejo se sorprende de lo que ve frente a él. Su despeinado cabello negro cae cubriendo su frente.

Luce apuesto, guapo y elegante.

Tan diferente al que siempre ha sido, tan parecido al que alguna vez fue.

Mira las prendas que viste, un conjunto de las costosas y caras pijamas que D'Angelo había comprado el día anterior para él y un estremecer recorre su cuerpo al pensar en como terminó vistiendo eso, imaginando el tacto sutil de las falanges ajenas danzando al son de alguna melodía mientras lo desvestían y a la vez lo vestían, cubriendo su desnudez, recorriendo su piel.

Se apresura, reprimiendo sus pensamientos y camina sin rumbo fuera de la habitación, por un enorme pasillo que finalmente lo lleva al salón.

Y como lo había pensado, ahí se encuentra Damiano, sentado sobre la silla principal del comedor, con un iPad entre sus manos y con su mirada sumergida en la pantalla.

Zander respira hondo, feliz y un poco nervioso.

Y no sabe por qué, no sabe la razón de sus manos sudorosas y de su corazón acelerado.

—D’Angelo —saluda.

Damiano de inmediato se gira para verlo fijamente a los ojos y sus labios se contraen en una enorme y alegre sonrisa.

—Buenos días, Zander.

¿Qué ha dicho?

Zander se queda inmóvil mientras lo mira horrorizado. Su cuerpo ha dejado de responder y jura que su corazón ha dejado de latir mientras aguanta su respiración.

El caos que implica amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora